Un ataque aéreo de Estados Unidos contra un puerto clave bajo control de los rebeldes hutíes en Yemen dejó al menos 70 personas muertas y varias más heridas, en lo que representa un nuevo punto crítico en la ofensiva militar iniciada por el presidente Donald Trump el mes pasado contra este grupo respaldado por Irán.

La ofensiva se produjo durante la madrugada del viernes en el puerto de Ras Isa, en el oeste del país, y generó enormes explosiones visibles desde kilómetros de distancia. Varios camiones cisterna quedaron completamente destruidos por el fuego. Se trata del primer ataque dirigido contra una instalación petrolera en manos de los hutíes desde que EE.UU. reactivó su campaña de bombardeos en el país.

El ataque se enmarca en un contexto regional especialmente tenso, ya que coincidió con el inminente reinicio de negociaciones en Roma entre Estados Unidos e Irán sobre el programa nuclear de Teherán. Washington ha vinculado su estrategia en Yemen con el avance nuclear iraní y con los ataques hutíes en el mar Rojo, una ruta vital para el comercio global.

El grupo rebelde ha sido responsabilizado por ataques a embarcaciones civiles y por ofensivas contra Israel. Según fuentes militares estadounidenses, los hutíes son actualmente el único grupo dentro del llamado “Eje de la Resistencia” de Irán que mantiene capacidad operativa para atacar de forma directa a territorio israelí.

En ese sentido, el puerto atacado por Estados Unidos cumple una función estratégica en el abastecimiento de combustible en las zonas del país controladas por los hutíes.

A través de un comunicado, el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) justificó la operación señalando que “las fuerzas estadounidenses tomaron medidas para eliminar esta fuente de combustible para los terroristas hutíes respaldados por Irán y privarlos de ingresos ilegales que han financiado sus esfuerzos por aterrorizar a toda la región durante más de 10 años”.