Muchos analistas han vaticinado que los conflictos en el futuro serán por el agua. Y uno de ellos, como ya destacaba el año pasado la BBC, podría ocurrir antes de lo pensado. Especialmente en África y por su curso de agua más largo y famoso: el Nilo.
Todo se debe a la llamada Gran Represa del Renacimiento Etíope (GERD), la mayor central hidroeléctrica del continente africano, que Etiopía está construyendo desde marzo de 2011 sobre el afluente principal del Nilo, el Nilo Azul (que lleva el 80% del caudal del total del río), y que espera terminar en 2021 (la obra ya tiene un avance de casi el 75%).
Si bien Etiopía espera convertirse en el mayor generador y exportador de electricidad del continente gracias a este faraónico proyecto de infraestructura (que tendrá una potencia instalada de 6.400MW), en Egipto y Sudán la obra ha generado polémica. Los dos países vecinos, situados río abajo, aseguran que la construcción amenaza sus suministros acuíferos.
Egipto, Etiopía y Sudán acordaron en 2015 que la construcción de la represa no debía afectar a la economía, al caudal del río y a la seguridad hidroeléctrica de ninguno de los tres Estados ribereños, pero desde entonces han predominado las desavenencias.
El Cairo y Jartum invocan un “derecho histórico” sobre el río garantizado por acuerdos de la época colonial que se remontan a 1959, bajo Reino Unido, que los sitúan como los principales beneficiados de los Acuerdos de Aguas del Nilo, que repartían el caudal del río entre ambos Estados: 75% para Egipto y 25% para Sudán. Además, se otorgaban a sí mismos poder de veto sobre la construcción de cualquier represa que pudiera limitar sus reservas, consigna el diario digital español El Confidencial.
“Cuestión de vida”
Según el portal The New Arab, el 60% de los etíopes no tiene acceso a electricidad. Pero mientras se espera que la nueva represa duplique la capacidad de generación eléctrica del país, también podría reducir en un 44% la cuota de aguas del Nilo que usa Egipto, esto es de 55.500 millones de m3 a 31.000 millones de m3 al año. El mismo sitio asegura que el 88% de las aguas de Egipto proviene de ese río, país que a su vez es responsable por el consumo del 66% de las aguas del Nilo.
Por ello Egipto, que vio el inicio de la construcción de la represa cuando la Revolución Árabe estaba en marcha y el país estaba preocupado por la revolución contra Hosni Mubarak, cree que se trata de una cuestión de “seguridad nacional”, ya que teme que el proyecto reduzca el caudal que le llega del Nilo. La ironía es que Egipto hizo en los 60 exactamente lo que Etiopía está haciendo ahora, cuando construyó la represa de Asuán.
Pero El Cairo parece dispuesto a defender su postura. En septiembre de 2019 el Presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, afirmó que “el Nilo es una cuestión de vida, un asunto de existencia, para Egipto”. El país está “decidido a defender su derecho al agua”, reiteró al mes siguiente.
Si bien los tres países coincidieron el 26 de junio en evitar cualquier acción “unilateral” sobre la represa, incluido el llenado de su embalse, hasta que no haya un acuerdo “vinculante” entre las partes, a comienzos de agosto Egipto y Sudán trasladaron en una carta a la Unión Africana su rechazo a la decisión etíope de proceder al llenado de la represa y resaltaron que la propuesta de Adís Abeba viola la declaración tripartita de 2015.
Así, luego que la Presidencia egipcia llamara a EE.UU. a desempeñar un “papel activo” en la resolución del conflicto, la semana pasada Washington suspendió una parte de su ayuda financiera para Etiopía citando la falta de avances en las conversaciones.
“Debido a la decisión unilateral de Etiopía de llenar la GERD sin un acuerdo con Egipto y Sudán, el secretario de Estado, basándose en la orientación del Presidente, ha decidido poner una pausa temporal en cierta asistencia exterior de EE.UU. para Etiopía”, indicó Washington.