Con una duración de tres horas y 20 minutos, desde las 22.30 horas del jueves 29 de septiembre, hasta las 1.50 horas del viernes 30 de septiembre, el último debate entre candidatos a la Presidencia de Brasil antes de la primera vuelta del 2 de octubre le dio a Globo su mayor audiencia en el horario desde febrero de 2005 a nivel nacional. Asimismo, fue el cara a cara de primera vuelta con mayor audiencia desde 2006, cuando Luiz Inácio Lula da Silva pasó a la segunda vuelta con Geraldo Alckmin, ahora candidato a vice en la fórmula del abanderado del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que ganó esa elección.
En el Gran Sao Paulo, el debate entre Lula, Jair Bolsonaro, Ciro Gomes, Simone Tebet, Soraya Thronicke y Kelmon se mantuvo en 30 puntos de rating a lo largo de sus primeros 45 minutos, un nivel solo comparable este año a los índices de la telenovela Pantanal y la final del Mundial de Clubes, que se disputó a principios de año, en la red de televisión Bandeirantes, pero ninguna de las dos atracciones se emitió de madrugada. De hecho, la extensa emisión generó muchas quejas de parte de los siete candidatos. Lula, por ejemplo, dijo en su momento que el horario del programa no le ayudó a llegar a “la gente” con la que quiere hablar.
Más allá de los reproches, la emisión del 29 de septiembre registró 25 puntos de rating en promedio, según la medición de Kantar Ibope Media, lo que equivale a unos 17,8 millones de personas. Esto es casi 10 veces más que los 1,8 millones de votos que le faltaron a Lula para alcanzar la mayoría absoluta en la primera vuelta y evitar el balotaje de este domingo contra el actual presidente brasileño.
De ahí la importancia del debate de este viernes en Globo, a las 21.30, el último de cara a la histórica jornada electoral. Lula y Bolsonaro se encontraron cara a cara para debatir propuestas de país una sola vez durante la campaña de la segunda vuelta, el 16 de octubre, en la sede de TV Bandeirantes, en Sao Paulo.
En la ocasión, Lula buscó desgastar a su oponente con preguntas sobre las políticas públicas en el área de la educación y, sobre todo, la postura adoptada por Bolsonaro en la lucha contra la pandemia de Covid-19. El actual presidente, en cambio, centró sus esfuerzos en atacar al petista por la corrupción, una estrategia adoptada por el candidato del Partido Liberal (PL) ya antes de la primera vuelta. Bolsonaro incluso tocó en el hombro a Lula, quien discretamente apartó la mano del actual mandatario, generando amplia reacción en las redes sociales.
Lula declinó las invitaciones para participar de otros dos debates durante la campaña de segunda vuelta, uno en la sede de SBT y otro en la de TV Record, ambos en Sao Paulo, los que terminaron convirtiéndose en entrevistas con Bolsonaro, quien aprovechó la ausencia de su contrincante para amplificar ataques relacionados con la corrupción. Su enfoque, según la prensa local, fue hablar con la audiencia de bajos ingresos.
Cinco bloques
Según el columnista de Globo, Lauro Jardim, las reglas para el debate de Globo fueron decididas en una reunión realizada el 19 de octubre con los representantes de campaña de los dos candidatos. Un sorteo definió el orden de aparición de cada uno de ellos.
El debate tendrá cinco bloques: el primero y el tercero serán de temas libres, con una duración de 30 minutos. Cada candidato dispondrá de 15 minutos y deberá gestionar su tiempo entre preguntas, respuestas, réplicas y contrarréplicas. Bolsonaro abre el primer bloque y Lula el tercero.
El segundo y cuarto bloque serán sobre temas específicos y tendrán una duración total de 20 minutos, con dos debates de 10 minutos. Los temas serán elegidos por los candidatos entre los seis ofrecidos por TV Globo en pantalla grande. En el segundo bloque, Lula inicia las preguntas. En el cuarto bloque, quien arranca es Bolsonaro. En el quinto bloque, cada candidato hará sus comentarios finales. El petista es el primero y el actual presidente, el segundo. Ambos podrán caminar libremente por el escenario, pero no podrán tocarse durante el debate, destacó Jardim.
Conscientes de la importancia de este debate, en la campaña de Lula decidieron enfocarse esta última semana en estrategia digital y la preparación para el cara a cara de Globo. De hecho, esta semana el petista incluso canceló una caminata en el Gran Sao Paulo para grabar programas e inserciones de televisión. El martes tenía en agenda solo una entrevista para una radio y la participación en un live por redes sociales.
La estrategia digital fue uno de los grandes desafíos del equipo de Lula desde el inicio de la campaña. Con menos seguidores y publicaciones que Bolsonaro durante la precampaña, los petistas formaron un grupo de trabajo para aumentar la participación del expresidente en las redes y el engagement a su alrededor.
Preocupación por la voz
Bolsonaro, que en 2018 creó la leyenda de que no acepta que lo entrenen para los debates, ya utilizó ese expediente para el debate de Bandeirantes hace dos semanas. Para el enfrentamiento de este viernes, sin embargo, accedió a ensayar algunas posturas y gestos en el estudio donde graba su programa electoral, aseguró el bloguero Ricardo Antunes.
Lula, en cambio, no ha dejado detalle al azar. Según Jardim, el candidato, sus coordinadores de campaña y la consultora Olga Curado se encerraron en un estudio de grabación en Sao Paulo para entrenarse para el debate de Globo.
El marquetero Sidônio Palmeira, que dirige la publicidad de la campaña de Lula, interpretará a Bolsonaro en el entrenamiento del petista para el debate de TV Globo, apunta el diario Folha de Sao Paulo. Sidônio ya hizo el papel de “Bolsonaro” cuando Lula ensayó para el debate de TV Bandeirantes, agrega.
El periódico destaca que Curado es cinturón negro en aikido y utiliza en su entrenamiento los métodos del arte marcial japonés, conocido por su filosofía de no violencia. Lula ha sido entrenado para contestar una declaración de Bolsonaro en un máximo de tres minutos, señala el diario.
Una de las preocupaciones era encontrar salidas para que el petista no “caiga en las trampas” de Bolsonaro, según uno de los participantes de la capacitación. En otras palabras, que no se desconcierte cuando el presidente toque el tema obvio de la corrupción, especialmente en Petrobras. En los tres debates en que participó en esta campaña, “Lula se desorientó cuando la corrupción subió al escenario de las discusiones”, escribió el columnista de Globo. La recomendación de los asesores es casi obvia: cuando el tema entre en el campo, que dé una respuesta corta y que lo desvíe al debate económico.
Al respecto, el portal iG señala que el objetivo de Lula es presentar sus planes para conquistar a los votantes más indecisos. También mostrará cómo fueron sus dos gobiernos y criticará la gestión de Bolsonaro en los últimos cuatro años, especialmente en la pandemia. En la evaluación del PT, Bolsonaro no supo hacerlo bien cuando fue acorralado durante la discusión sobre la gestión del Covid-19 en el primer bloque del debate de TV Bandeirantes, el 16 de octubre. El pedido es que Lula logre conducir el encuentro de la misma manera que lo hizo en esa oportunidad.
El petista también se preparará para administrar mejor su tiempo. En el último debate se perdió y dejó cinco minutos para que Bolsonaro hablara a solas con el votante. El episodio simplemente no fue peor porque recibió el derecho de réplica y obtuvo la “última palabra”.
Pero no solo los temas a debatir inquietan a Lula. Según iG, su mayor preocupación es su voz. La expectativa es que unos 40 millones de brasileños sigan en vivo el encuentro entre los dos candidatos y no quiere transmitir una imagen “debilitada” a los votantes. Además de realizar los ejercicios diarios recomendados por su fonoaudiólogo, Lula ha aprovechado los últimos días para desgastarse menos y estar en buena forma física para enfrentar a Bolsonaro.
“Una buena actuación en el debate puede liquidar la elección. Una mala actuación puede perjudicarlo y hacer crecer a Bolsonaro. Entonces todos los puntos deben estar bien trabajados para que Lula gane el debate y convenza a los indecisos de estar con él el domingo”, comenta uno de los coordinadores de la campaña del petista.