Alrededor de una decena de altos mandos de Hezbolá murieron junto con Ibrahim Aqil, jefe de la unidad de fuerzas especiales Radwan del movimiento, que fue atacado el viernes en Beirut por la aviación israelí, informó el portavoz militar de Israel.

“Esta eliminación tiene por objeto proteger a los ciudadanos de Israel”, dijo en una breve declaración a la prensa, añadiendo que Israel no busca una escalada regional.

El jefe de Hezbolá, Hassan Nasrallah, dijo ayer en un discurso televisado que las explosiones de los beepers, o buscapersonas entre el pasado martes y miércoles, podrían calificarse de “una declaración de guerra”.

Nasrallah afirmó, en sus primeras declaraciones desde las explosiones, que Israel “cruzó todas las líneas rojas” en sus ataques de los dos últimos días, asestando a Hezbolá “un golpe sin precedentes en su historia”. Nasrallah añadió que los acontecimientos de los últimos días exigen una reevaluación y que Hezbolá presente su nueva posición. “Israel tiene una clara ventaja tecnológica porque no es sólo Israel, sino que también cuenta con el apoyo de Estados Unidos”, afirmó.

Desde Estados Unidos, por otra parte, las alarmas sobre una posible invasión se ha intensificado desde los descarados ataques en Líbano. “Estoy muy preocupado por la posibilidad de que esto se salga de control”, dijo un alto funcionario de defensa a The Wall Street Journal, haciéndose eco de los comentarios que desde el martes han hecho otros asesores del Pentágono.