Las autoridades británicas anunciaron ayer que cerca de 180 efectivos del Ejército ayudarán a la policía en la investigación del envenenamiento que mantiene en estado crítico al ex espía ruso, Serguei Skripal, y su hija Yulia.
Según una fuente policial, citada por The Associated Press, los efectivos "tienen la capacitación y conocimientos necesarios" para colaborar con las diligencias de los detectives de la división antiterrorista.
La policía además fijó su atención en el sargento Nick Bailey, quien visitó la casa de Skripal y también se encuentra en estado grave, levantando la sospecha de que la toxina pudo haber estado presente en el domicilio del ex espía.
El ex jefe de la policía de Londres, Ian Blair, dijo a la cadena BBC que Bailey "estuvo en la casa, mientras que un médico que atendió a los pacientes al aire libre no ha sido afectado en absoluto. Podría haber algunas pistas ahí".
Otra hipótesis que manejan los investigadores, difundida por el diario The Independent, es que Skripal podría haber retomado su actividad en los últimos años como "freelance" para algunas agencias privadas fundadas por ex espías británicos.
Los trabajos del equipo a cargo de la investigación consideraron también el retiro de varios vehículos y objetos del lugar del ataque, agregó la policía. Además, la casa de Skripal, un auto, el cementerio donde está enterrada su esposa y su hijo, un restaurante y un pub se encuentran acordonados.
Otras 21 personas han recibido tratamiento médico a raíz del caso, pero la policía no ha revelado cuál toxina se utilizó. "Un laboratorio bien equipado y un químico analítico muy experimentado pueden hacerlo, pero no está al alcance de cualquiera en su cocina", dijo a France Presse el experto en armas químicas Richard Guthrie, sugiriendo el eventual apoyo ruso del que sospechan los británicos.
El canciller ruso Serguei Lavrov reiteró ayer que Moscú estaba dispuesto a colaborar. Sin embargo, agregó que "para investigar esos casos es necesario que no corran inmediatamente a las pantallas de TV para hacer denuncias infundadas".
La televisión estatal rusa se hizo parte del caso con una advertencia a los "traidores" y críticos del Kremlin. Kirill Kleimyonov, presentador de un conocido programa informativo en el Canal Uno ruso, dijo que "la carrera de traidor es una de las más peligrosas del mundo" y sugirió a los "traidores" no vivir en Londres.