Una nueva demostración de poder militar por parte de la China comunista de Xi Jinping en el Estrecho de Taiwán le recordó al mundo sobre una posibilidad alarmante: Beijing no ha dejado atrás la política conocida como “Una sola China”, bajo la cual reclama el territorio insular como propio, pese a autogobernarse democráticamente. En 24 horas, fueron desplegados 57 aviones y cuatro buques de guerra hacia la isla, demostrando que, si bien analistas no creen que el gigante asiático se embarcará en una invasión directa, su interés por anexar a Taiwán sigue intacto.
Anteponiéndose a ese escenario es que un destacado think tank independiente, con sede en Washington, realizó el más extenso simulacro de juegos de guerra hecho hasta la fecha sobre un eventual enfrentamiento entre las fuerzas chinas, estadounidenses, taiwanesas y japonesas, y el resultado no fue alentador. De concretarse una lucha directa en 2026, miles de bajas se contabilizarían en los bandos, sumada a un probable triunfo del país norteamericano que terminaría, sin embargo, con un Ejército tan menoscabado como el de China.
Simulaciones de guerra
El informe, al que accedió de forma anticipada CNN, fue realizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) ante la preocupación de líderes militares de Asia y Washington, quienes ven en la creciente tensión entre China y la isla una amenaza real.
Para aquello, desarrollaron 24 juegos de guerra que intentaban responder a dos preguntas claves: ¿tendría éxito la invasión china a Taiwán y a qué costo? A pesar de las complejidades alrededor de tamaño cuestionamiento, el CSIS aseguró en su informe que las respuestas son no y enorme, respectivamente.
Desde el think tank aseguraron que no querían que el informe, titulado La primera batalla de la próxima guerra, implicara que una batalla sea “inevitable, o incluso probable”, considerando que “los dirigentes chinos podrían adoptar una estrategia de aislamiento diplomático, presión en la zona gris o coerción económica contra Taiwán”, detallaron.
En la mayoría de los escenarios previstos por el organismo no gubernamental, la Armada estadounidense perdería al menos dos portaviones, así como entre 10 y 20 buques de combate de gran tamaño.
Según CNN, en el documento generado por el CSIS se afirma que “Estados Unidos y Japón perderían docenas de barcos, cientos de aviones y miles de miembros de sus Fuerzas Armadas. Tales pérdidas dañarían la posición global de Estados Unidos durante muchos años”, detallando que aproximadamente serían 3.200 los soldados estadounidenses que morirían en tres semanas de combate directo, lo que representa la mitad de las bajas humanas que la nación norteamericana tuvo en 20 años de combate en Irak y Afganistán.
En la vereda contraria, las fuerzas del gigante asiático también sufrirían considerables mermas. La estimación del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales es de alrededor de 10.000 soldados muertos en combate, 155 aviones de guerra y 138 buques importantes, cifra generada luego de 24 simulaciones. “China también sufre mucho. Su Armada es un caos, el núcleo de sus fuerzas anfibias está destrozado y decenas de miles de soldados son prisioneros de guerra”, fue la predicción basada en cifras.
El informe deja entrever que el conflicto directo sería entre las dos superpotencias político-militares, dejando a Taiwán y Japón envueltos en el conflicto de una manera u otra. El primero lo hace por razones obvias: sería en su territorio, ya sea marítimo o terrestre, donde se podrían dar algunos de los combates. El segundo, por el otro lado, se haría parte principalmente debido a las bases estadounidenses ubicadas en suelo nipón.
Con cifras que alcanzarían los 3.500 muertos, 26 destructores y fragatas de la Armada hundidas, las Fuerzas Armadas de la isla “se verán gravemente degradadas y abandonadas a la defensa de una economía dañada en una isla sin electricidad ni servicios básicos”, dijo el CSIS. Japón vería la pérdida de más de 100 aviones de combate y 26 buques de guerra, además de las bases del país norteamericano presentes en su territorio.
Las dudas sobre una eventual invasión china a territorio taiwanés son amplias, sin un consenso sobre la real disposición de Beijing de iniciar un conflicto de esa naturaleza. Así lo demostró un informe solicitado por el Congreso de Estados Unidos realizado durante 2022, el que afirmaba que “el Ejército Popular de Liberación ha incrementado las acciones provocadoras y desestabilizadoras en el Estrecho de Taiwán y sus inmediaciones, incluyendo un aumento de los vuelos en la zona de identificación de defensa aérea reclamada por Taiwán y la realización de ejercicios centrados en la posible toma de una de las islas periféricas de Taiwán”. Asimismo, dirigentes del Pentágono han calificado a China durante los últimos meses como una “amenaza de paso” para Estados Unidos, detalló CNN.
En una entrevista con el mismo medio, Dan Grazier, experto en política de defensa del Proyecto de Supervisión Gubernamental (POGO, por sus siglas en inglés), dijo que creía poco probable una invasión total de China contra la isla que reclama como propia bajo la política de “Una sola China”, argumentando que aquello podría interrumpir importaciones y exportaciones que atentarían contra su propia subsistencia.
“En mi opinión, los chinos van a hacer todo lo posible para evitar un conflicto militar con cualquiera”, explicó, agregando que lo más probable sería una batalla industrial o económica, en vez de un choque militar directo.
Una tensión constante
Corría el mes de agosto de 2022 cuando el mundo temió lo peor. Nancy Pelosi, entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, llegaba a Taiwán, convirtiéndose en la figura política de más alto rango en visitar la isla en 25 años, lo que desató, por tanto, la reacción militar más intimidante de China en el Estrecho de Taiwán en 30 años.
Desde aquel 2 de agosto, la relación entre Beijing y Taipei no se ha tranquilizado, como se pudo observar tras los 57 aviones y cuatro buques de guerra desplegados entre las 6 am del domingo y las 6 am del lunes, según detalló el Ministerio de Defensa Nacional de Taiwán en un comunicado emitido a primera hora del lunes. Del total de aviones, 28 volaron dentro de la zona de defensa aérea de Taiwán, y dos bombarderos H-6 con capacidad nuclear pasaron por el sur de la isla, agregó Reuters.
El objetivo de la incursión, aseguró el portavoz del Comando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación, Shi Yi, habría sido “practicar ataques terrestres y asaltos marítimos” para, supuestamente, “contrarrestar resueltamente las acciones provocadoras de fuerzas externas y de las fuerzas separatistas independentistas de Taiwán”. Desde la oficina presidencial de Taipei, afirmaron que China estaba haciendo “acusaciones infundadas”, agregando que la estabilidad de Asia y la zona era tarea conjunta de ambos gobiernos. A fines de diciembre, China también envió 43 aviones chinos a cruzar la línea divisoria no oficial entre sus territorios.
La batalla indirecta no se ha dado solo en el Estrecho de Taiwán, también se ha dado en mensajes políticos. En octubre de 2022, cuando Xi Jinping lograba un inédito tercer mandato al mando del Partido Comunista de China, prometió lograr la “reunificación pacífica” con la isla. Luego, en diciembre del mismo año, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmaba la Ley de Autorización de la Defensa Nacional, otorgando hasta 10.000 millones de dólares en ayuda a la seguridad de Taiwán en los próximos cinco años, permitiendo, además, la transferencia de armas al Ejército insular en caso de un ataque chino o de otra nación, en una política similar a la aplicada con Ucrania.
Frente a ese anuncio, desde Beijing afirmaron que la nación comunista “tomará medidas firmes y decididas para salvaguardar con firmeza su soberanía, seguridad e intereses de desarrollo”, en línea con su visión de que Taiwán es parte de China, y alentando a la preocupación de los funcionarios estadounidenses que ven una potencial invasión del gigante asiático a tierras taiwanesas.