“Henry Kissinger fue el principal arquitecto de la política estadounidense que contribuyó al desenlace de la democracia y el advenimiento de la dictadura en Chile”. Este es el lapidario balance que Peter Kornbluh, director de la sección Chile del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, hace sobre la figura del exasesor de seguridad nacional. “Sus siniestros esfuerzos en Chile, grabados en sus propios documentos secretos, serán siempre el talón de Aquiles de su legado”, comenta a La Tercera.
Kornbluh, que trabaja desde 1986 en el Archivo de Seguridad Nacional, es uno de los responsables en lograr que la CIA desclasificara más de 24 mil documentos sobre su intervención en Chile. Su investigación ha sido clave para conocer el grado de implicación estadounidense en el golpe de Estado contra Salvador Allende.
En junio de 1970, meses antes del triunfo de Allende en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de ese año, Kissinger ya dejaba en claro su opinión sobre el candidato socialista. “No veo por qué tenemos que esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo”, comentó durante una de las sesiones del “Comité 40″, un grupo de alto rango que supervisaba las operaciones encubiertas de Washington.
Según las transcripciones de llamadas telefónicas realizadas durante esa época, el Presidente Richard Nixon y Kissinger iniciaron sus planes para revertir los resultados de las elecciones apenas una semana después de que éstas fueran realizadas. Al mediodía del 12 de septiembre el asesor de seguridad nacional, en medio del informe verbal que le entregaba a Nixon sobre la situación internacional, le comentó: “El gran problema hoy es Chile”. A menos de una semana que Allende ganara las elecciones, Nixon ya le pedía a Kissinger “una evaluación de las opciones disponibles” para evitar que el político socialista se instalara en La Moneda.
Kissinger llamó al entonces director de la CIA, Richard Helms para discutir la realización de un golpe preventivo en Chile. “No dejaremos que Chile se vaya por el desagüe”, declaró Kissinger. “Estoy contigo”, respondió Helms.
Transcripciones de las conversaciones de la Casa Blanca y documentos desclasificados de la CIA muestran que Kissinger se reunió con el dueño de El Mercurio, Agustín Edwards, el 14 de septiembre de 1970, en Washington. En la cita, según señalan los archivos, ambos hablaron de la posibilidad de un golpe en Chile. De esta forma Edwards contó que antes de viajar a EE.UU. se había reunido con el general Camilo Valenzuela, que luego participaría en la operación en la que murió el jefe del Ejército, René Schneider.
Al día siguiente de ese encuentro, Nixon dijo que la elección de Allende “era inaceptable”, por lo que ordenó al director de la CIA iniciar acciones encubiertas para “hacer gritar a la economía para salvar a Chile” y gatillar un golpe de Estado que evite el ascenso de Allende.
Días después del golpe del 11 de septiembre de 1973, Kissinger ignoró la preocupación de altos funcionarios del Departamento de Estado sobre la masiva represión ejercida por el nuevo régimen militar de Augusto Pinochet. Así, ordenó que el embajador norteamericano manifestara a Pinochet sus deseos de “cooperar estrechamente y establecer una base firme para la relación más constructiva y cordial”.
En junio de 1976, cuando Kissinger se preparaba para reunirse con Pinochet en Santiago, su alto representante para América Latina, William D. Rogers, le aconsejó presionarlo para “mejorar las prácticas sobre DD.HH.” en Chile. En su lugar, según una transcripción desclasificada, Kissinger le dijo a Pinochet que su régimen estaba siendo víctima de una “propaganda de izquierda” sobre los DD.HH. “Queremos ayudar, no socavarte. Hiciste un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende”, le comentó.