El apoyo de Putin y Xi a Maduro tras las elecciones: los intereses de Rusia y China en Venezuela
En medio de las dudas sobre la transparencia de los comicios presidenciales, Moscú y Beijing han apoyado incondicionalmente al gobierno de Nicolás Maduro. Aunque comparten el deseo de ir en contra de Estados Unidos, sus motivaciones difieren entre lo económico y militar.
Moscú y Beijing fueron de los primeros en apoyar la supuesta victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela, a pesar de que la oposición presentaba cifras discrepantes y publicaba actas con resultados detallados que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aún no había divulgado. Aunque no fueron los únicos países en cuadrarse con el oficialismo, China y Rusia son dos de las principales potencias militares y económicas del mundo y mantienen una creciente rivalidad con Estados Unidos.
Venezuela posee la mayor reserva de petróleo crudo del mundo, ubicada principalmente en el sur del país, en la zona conocida como la “Franja del Orinoco”. Sin embargo, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), la empresa estatal de petróleo y gas natural fundada en 1976, está en ruinas debido a años de mala gestión y corrupción, según expertos. Y las sanciones estadounidenses han llevado a que Citgo Petroleum, una subsidiaria de PDVSA, opere de manera independiente desde 2019, con su propia administración y enfoque en el mercado norteamericano.
Esta independencia ha permitido a Citgo evitar las consecuencias directas de las sanciones y mantenerse protegida de los acreedores gracias a licencias especiales emitidas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Citgo sigue siendo crucial para Venezuela, ya que le brinda acceso al mercado petrolero norteamericano y ha sido una fuente importante de ingresos para PDVSA.
Su producción, que según todas las estimaciones debería rondar los tres millones de barriles diarios, hoy es de apenas 600.000, y depende en gran medida de empresas mixtas con socios españoles, rusos, iraníes e incluso estadounidenses, como Chevron. Estas operaciones están autorizadas por licencias especiales del Departamento del Tesoro, aunque el gobierno de Joe Biden ha amenazado con revocar estas licencias debido a las irregularidades en las elecciones venezolanas.
La ubicación de Venezuela en el flanco sur de Estados Unidos es estratégicamente importante para China y Rusia. Desde allí se puede vigilar el Caribe y América Central, lo que les permite influir en el tráfico de drogas y el flujo de refugiados hacia Estados Unidos, dos cuestiones muy sensibles en el país, según explica el diario suizo Neue Zürcher Zeitung (NZZ).
En el caso de China, la base de la relación diplomática ha sido mayoritariamente de carácter económico. En 2001, la firma del Acuerdo de Cooperación Estratégica Integral estableció la colaboración en el sector energético, incluyendo inversiones chinas en la industria petrolera venezolana y la compra de crudo a precios preferenciales.
También estableció el marco para futuros préstamos e inversiones chinas en infraestructura y desarrollo en Venezuela, marcando el inicio de una relación económica y estratégica sólida entre ambos países. En 2022, Venezuela vendió a China principalmente derivados del petróleo y minerales por un valor de US$ 703 millones, mientras que importó productos manufacturados de todo tipo por un valor de US$ 3.000 millones.
Venezuela ha recibido más préstamos de China que cualquier otro país de la región. Según el think tank Diálogo Interamericano, la cifra asciende a US$ 59.200 millones distribuida en 17 préstamos. Por otro lado, las inversiones de empresas chinas en Venezuela entre 2005 y 2024 ascienden a US$ 4.570 millones, casi todas en el sector energético, según el American Enterprise Institute, un centro de estudios de centroderecha con base en Washington.
Algunos analistas dicen que el régimen de Xi Jinping, al respaldar a Maduro, solo quiere proteger sus préstamos de 60.000 millones de dólares en Venezuela, así como garantizar el acceso continuo al petróleo del país. No obstante, y pese a este apoyo, Caracas dejó de pagar su deuda soberana en 2017 y suspendió todos los pagos de préstamos a sus acreedores, incluida China, en 2020. En repetidas ocasiones ha recurrido a Beijing para intentar aplazar aún más sus pagos.
De acuerdo con Christopher Sabatini, investigador del think tank británico Chatham House, el monto de deuda que Venezuela tiene con el gigante asiático no está del todo claro. Aunque sí se conoce que es tan alto que el país caribeño es incapaz de pagarlo. “En circunstancias privadas, los chinos han expresado su frustración por su responsabilidad con Venezuela”, indica a La Tercera el investigador.
“El Consejo de Relaciones Exteriores ha mencionado 30 mil millones de dólares de deuda, pero ese número ha sido cuestionado. Algunos dicen que está cerca de los 10 mil millones de dólares de deuda. Así que realmente no lo sabemos. Y la verdad es que, con China, hay diferentes formas de deuda en el sentido de que hay deuda estatal, hay una especie de deuda del sector semiprivado, hay deuda extranjera. Hay inversión directa. Es algo opaco”, explica.
China es el socio comercial más importante de Venezuela. Según datos del 2022 del Observatorio de Complejidad Económica, el gigante asiático es el principal destino de las exportaciones venezolanas (16,4%) y el principal origen de sus importaciones (31,4%). “China está jugando un juego a largo plazo. Está tratando de asegurar el acceso a recursos y de construir aliados estables, de una manera que sea tranquila”, añade Sabatini.
Hoy, Venezuela vende la mayor parte de su petróleo a China, para pagar deudas multimillonarias. “Es absolutamente imposible ahora pensar que el gobierno venezolano va a tener algún tipo de disidencia con China en ningún escenario. Esto le permite a China tener un pie político estratégico en América Latina que no desafía en términos militares a Estados Unidos, pero que Estados Unidos no puede controlar”, comenta a La Tercera Adrián Bonilla, académico en relaciones internacionales, exdirector ejecutivo de la Fundación EU-LAC y exdirector de la sede de Ecuador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
“China apoya a Maduro en Venezuela por la misma razón que apoya a Corea del Norte, Irán, Cuba y un puñado de otros regímenes despóticos alrededor del mundo. Crea problemas estratégicos para Estados Unidos y, en el caso de Venezuela, problemas muy cercanos al país. Es difícil ponerle precio a eso. Pero la evidencia muestra que China está dispuesta a pagar al menos 60.000 millones de dólares, sino mucho más”, escribió Steven W. Mosher, presidente del Population Research Institute y autor del libro The Devil and Communist China: From Mao Down to Xi en una columna publicada en el diario New York Post.
Además, “tienen la esperanza de que algún día paguen y, en segundo lugar, no quieren quedar mal o admitir que cometieron un error en prestarle tanto dinero a Venezuela. La producción de petróleo cayó muchísimo, entonces, China básicamente tuvo un error de cálculo sobre cómo respondería el gobierno venezolano, pero tampoco quiere admitirlo porque le haría daño a su prestigio como gran potencia”, explica a La Tercera Harold Trinkunas, subdirector e investigador principal del Centro de Seguridad y Cooperación Internacional del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales de la Universidad de Stanford.
Vínculo con Moscú
Las relaciones estrechas con Rusia ha sido una constante del chavismo desde su llegada al poder en 1999, pero han mutado con el tiempo. Ambos países firmaron su primer acuerdo importante en 2005, en el que establecieron una asociación estratégica en el sector energético y militar. Este acuerdo incluyó la cooperación en el desarrollo de la industria petrolera y gasífera venezolana, así como la venta de armas y tecnología militar a Caracas. El vínculo se ha fortalecido con el tiempo, y Moscú se ha convertido en un importante socio estratégico y proveedor de tecnología y armamento para el país sudamericano.
Según CNN en Español, el vínculo se inició en el plano militar, cuando Venezuela comenzó a comprar armamento a Rusia luego de que en 2006 Estados Unidos, su usual proveedor, frenara sus exportaciones de armas al país, al que acusaba de no cooperar en la lucha contra el terrorismo promovida por Washington. Especialmente entre 2007 y 2013, las compras de armas se multiplicaron.
Aunque los detalles de los acuerdos de Moscú y Caracas también han sido poco transparentes, según explica el medio La Voz de América. Ello, porque tanto las administraciones del expresidente Hugo Chávez como de Maduro han mantenido clasificados los contratos con el régimen de Vladimir Putin, justificando esta opacidad por razones de seguridad estatal, según ha dicho en reiteradas ocasiones el diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, considerado el “número 2″ del chavismo.
Hoy, “los intereses de Rusia en Venezuela no son económicos, porque no tiene transacciones importantes con Venezuela. Tienen que ver con su proyección global como potencia militar. De hecho, es uno de los principales abastecedores de sistemas de defensa a Venezuela. Aun así, lo que Venezuela ha comprado, que es significativo para estándares latinoamericanos, en términos globales es muy poco, ya que en Latinoamérica no hay una carrera armamentista”, sostiene Bonilla.
“Una de las razones por las que Maduro sobrevive es el apoyo ruso”, dijo Vladimir Rouvinski, politólogo ruso de la Universidad Icesi de Colombia, al diario The Washington Post. “Rusia se ve a sí misma como un gran constructor de un nuevo orden mundial y necesita a Maduro”.
Consultado por si cree que pudo haber intervención de estos países en las recientes elecciones presidenciales en Venezuela, Trinkunas explica que “uno tiene que ver a Rusia y China como países que habilitan las acciones del gobierno de Maduro, más no las controlan”.
Para Sabatini, “Rusia simplemente quiere echar gasolina a un fuego para crear más caos y perturbación. Quiere venderle al mundo esta idea de que la democracia es inestable, desordenada y peligrosa y todo eso. Y tener a Venezuela como una cabeza de playa de Rusia le da cierta ventaja. Rusia está en el negocio básicamente para crear caos en Occidente. Y Venezuela está muy en ese campo ahora mismo. Tener una alianza, incluso con un socio débil como Venezuela, es importante justo allí en la esfera de influencia de EE.UU.”, agrega.
Los expertos consultados por La Tercera se refirieron también a si la relación con China y Rusia ha traído algún beneficio para la economía venezolana. “Cero”, dice Sabatini. “Aunque, sí hay ciertos intereses dentro del régimen que se benefician por esa comercialización, y hay también una parte del sector privado que también se beneficia por haber participado en algunas de estas inversiones”, aclara Trinkunas.
Respecto a si la asociación de Venezuela con estos países podría traer riesgos para el resto de Sudamérica, Bonilla especula que “sí, si es que llegamos a un momento en que tengamos una confrontación entre Estados Unidos y estos dos aliados parecida a la que hubo en la Guerra Fría, en donde el tema ya no es solamente político o económico, sino que pasa a ser un tema de seguridad y defensa”. “Es un riesgo potencial, pero no es previsible en el corto plazo”, apunta.
Según una columna publicada por Brian Fonseca, director del Instituto de Políticas Públicas Jack D. Gordon de la Universidad Internacional de Florida, en la revista Americas Quarterly, “los países profundamente involucrados en Venezuela, como China y Rusia, pierden si no logran construir puentes con la oposición entrante rápidamente o permanecen atrincherados detrás de Maduro durante demasiado tiempo”.
“Por ejemplo, China ha interactuado con la oposición venezolana en el pasado para apuntalar sus intereses si la oposición llegara al poder, es decir, garantizar que Venezuela pague su deuda. Rusia, por otro lado, tiene intereses diferentes y le gustaría mantener a un adversario de Estados Unidos en el poder en Venezuela. Si Maduro cayera, ambos países probablemente se distanciarían rápidamente”, vaticinó.
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