Para el personal de la Casa Blanca y los altos funcionarios y periodistas visitantes, el brote de coronavirus en el círculo íntimo de la administración del Presidente Donald Trump se ha convertido en una novela en medio de una escasez de información y una creciente ansiedad, sostiene la prensa estadounidense. Más aún, después de que se conociera un memo interno de una agencia gubernamental que asegura que el brote de Covid-19 ha infectado a “34 empleados de la Casa Blanca y otros contactos” en los últimos días, es una indicación de que la enfermedad se ha extendido entre más personas de las que se conocía anteriormente en el 1600 de la Avenida Pennsylvania, en Washington.
Con fecha del miércoles y obtenido por ABC News, el memo se distribuyó entre los altos directivos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), una rama del Departamento de Seguridad Nacional y responsable de administrar la respuesta nacional al desastre de salud pública. No estaba claro en el memo a qué se referían “otros contactos”, precisó la cadena de televisión, que previamente había informado que un total de 24 asesores de la Casa Blanca y sus contactos se habían infectado. “Las nuevas cifras subrayan tanto la creciente crisis en la Casa Blanca como los extremos a los que los funcionarios gubernamentales han llegado para bloquear la información sobre la propagación del brote”, dijo ABC News.
“Un número cada vez mayor de asesores y aliados de Trump informan resultados positivos, lo que genera preocupaciones sobre el alcance del brote”, destacó, por su parte, el portal Politico. La primera en anunciar su positivo fue Hope Hicks, una de las asesoras más próximas a Trump el jueves pasado. La madrugada del viernes fue el turno del propio Trump y de la primera dama, Melania Trump.
Desde entonces ha habido un goteo de casos que han incluido al también asistente del Presidente, Nicholas Luna, y a la portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany. También han resultado infectados los senadores republicanos Mike Lee y Thom Tillis, la exasesora Kellyanne Conway, el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, y el gerente de la campaña de reelección de Trump, Bill Stepien. Los últimos casos positivos dados a conocer incluyen a Stephen Miller, el principal asesor en inmigración del Mandatario, y al vicecomandante de la Guardia Costera, el almirante Charles W. Ray.
Cuando Trump regresó a Washington el lunes, después de permanecer tres días internado en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, en Bethesda, se quitó la mascarilla de inmediato antes de ingresar a la Casa Blanca, lo que generó la preocupación de que su comportamiento pudiera poner en riesgo al personal, a los trabajadores del complejo presidencial y a los agentes del Servicio Secreto.
El martes, la directora de Comunicaciones de la Casa Blanca, Alyssa Farah, dijo que la sede de gobierno estaba “tomando precauciones” para detener la propagación del virus y que quienes aún trabajan en el Ala Oeste “se sienten cómodos”. Pero el miércoles, aparecieron imágenes que mostraban a varios asesores de la Casa Blanca interactuando muy cerca unos de otros sin mascarillas, denunció ABC News.
Aunque es complicado determinar el origen del brote, la mayoría de los contagiados asistieron el sábado 26 de septiembre a la ceremonia de nominación de la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema. Y casi todos los invitados no lucían mascarillas. Esta semana el diario The New York Times calificó como evento “superpropagador” la ceremonia realizada en el Rose Garden de la Casa Blanca.
A pesar de las revelaciones casi diarias de nuevas infecciones por coronavirus entre los cercanos de Trump, “la Casa Blanca está haciendo pocos esfuerzos para investigar el alcance y la fuente de su brote”, señaló el periódico. Según el Times, la administración decidió no rastrear los contactos de invitados y miembros del personal en la celebración del Rose Garden, “donde al menos ocho personas, incluido el Presidente, pueden haberse infectado”, dijo al diario un funcionario de la Casa Blanca familiarizado con el tema.
En cambio, Washington ha limitado sus esfuerzos a notificar a las personas que estuvieron en contacto cercano con Trump en los dos días previos a su diagnóstico de Covid-19. También ha eliminado del proceso a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que tienen el conocimiento y los recursos más amplios del gobierno para el rastreo de contactos, precisó el Times.
Además, no está claro con qué frecuencia se han realizado pruebas a los miembros de la Casa Blanca que asistieron al evento en el Rose Garden o qué prueba han utilizado. Según el portal Axios, pasaron días sin comunicación interna del jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, sobre protocolos y procedimientos. Recién el domingo un memo interno instruyó a los miembros del personal a quedarse en casa si tenían síntomas y comunicarse con su proveedor de atención primaria.
Algunos expertos dijeron al Times que estaban particularmente preocupados por los cocineros, jardineros, guardias de seguridad, taquígrafos, equipo de limpieza y otros que tienden a ser olvidados. “No son solo las 400 personas que trabajan en la Casa Blanca. Son sus familias con las que regresan a casa, es con quienes pueden haber estado en contacto, sus hijos” y los contactos de los niños en la escuela, señaló el Dr. Joshua Barocas, experto en salud pública de la Universidad de Boston, que ha asesorado a la ciudad de Boston sobre el rastreo de contactos. “La necesidad de un rastreo de contactos extenso, aunque solo sea para proteger a las comunidades vulnerables que han sido removidas en segundo o tercer grado, es enormemente importante”, destacó.