Ariel Bernstein era un soldado de infantería israelí de 20 años la última vez que su país luchó contra Hamas en las calles de la Franja de Gaza. La guerra, recordó, “fue como perseguir fantasmas”.
Durante dos de las siete semanas de la lucha de 2014, Bernstein y su compañía se refugiaron en una casa rural palestina donde esquivaron los disparos de francotiradores de Hamas, observaron a los militantes que saltaban de túneles ocultos bajo sus pies e intentaron en vano salvar la vida de un camarada después un mortífero ataque con misiles de Hamas.
“Se volvió espeluznante y extraño”, dijo Bernstein, quien fue uno de los primeros soldados israelíes en ingresar a Gaza ese año. “Para nosotros, fue una gran trampa”.
El jueves, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, se reunió con soldados concentrados cerca de la frontera de la Franja de Gaza y les informó que pronto les ordenaría entrar en batalla. La posible invasión enfrentaría a uno de los ejércitos más fuertes del mundo contra defensores altamente motivados que están energizados por su exitoso ataque sorpresa el 7 de octubre, cuando los combatientes de Hamas mataron a más de 1.400 personas y tomaron a más de 200 rehenes.
Los ataques humillaron a un sistema de seguridad que se enorgullecía de mantener una inteligencia impecable y una preparación constante. La determinación de Israel de contraatacar pondrá a prueba la capacidad de su ejército para prevalecer en lo que promete ser un campo de batalla urbano caótico y claustrofóbico. Las selvas, los pantanos y las cimas de las montañas son entornos de lucha brutales, pero la complejidad de las ciudades puede frustrar incluso a las fuerzas de élite.
“El terreno es más desafiante que cualquier otro”, dijo Liam Collins, un coronel retirado del Ejército estadounidense que sirvió en las Fuerzas Especiales. “La mayoría de los militares detestan tanto la guerra urbana, que su doctrina es evitarla”.
Israel ha pasado casi dos semanas golpeando la Franja de Gaza. Ha lanzado miles de bombas sobre miles de objetivos, arrasando barrios enteros, derribando edificios de departamentos de gran altura y matando a líderes de Hamas. El objetivo de los ataques aéreos es socavar la capacidad de los combatientes de Hamas para defender la Franja de Gaza cuando las tropas y los tanques israelíes entren en ella.
Israel ha prometido matar a todos los involucrados en el ataque, desde sus máximos líderes hacia abajo. Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 3.750 palestinos (en su mayoría mujeres y niños) ya han sido asesinados, y eso es antes de que las tropas terrestres israelíes ingresen al territorio. Durante la siguiente fase, las fuerzas de Israel enfrentarán el tipo de campo de batalla que temen los soldados.
En los años transcurridos desde la última vez que Bernstein y el Ejército israelí lucharon en Gaza, los combatientes de Hamas han desarrollado una red más sofisticada de túneles (conocida desde hace mucho tiempo como el “Metro de Gaza”) que podría darles una ventaja a los insurgentes.
El laberinto subterráneo debajo de la Franja de Gaza, que tiene aproximadamente 40 kilómetros de largo y 13 kilómetros de ancho, se extiende por unos 800 kilómetros. Algunos túneles están a más de 60 metros bajo tierra, por lo que pueden resistir bombardeos desde arriba. Muchos están equipados con luces, almacenes, suministros y armas que permiten a los combatientes de Hamas permanecer ocultos bajo tierra durante días, si no semanas.
“La guerra de túneles y la guerra urbana son intrínsecamente difíciles”, dijo Brian Michael Jenkins, asesor principal del think tank en seguridad Rand y experto en terrorismo. “Muchas de las ventajas que tendrá un ejército moderno se ven degradadas por un entorno urbano”.
Los túneles también representan un nuevo enigma para Israel: probablemente estén siendo utilizados para ocultar de Israel y otros países a muchos de los hombres, mujeres y niños que Hamas secuestró durante el ataque del 7 de octubre.
Las familias de esos rehenes imploran al gobierno israelí que haga todo lo posible para liberar a sus seres queridos. Los líderes israelíes están trabajando para asegurar un acuerdo, pero los funcionarios dijeron que no es probable que retrasen una ofensiva por mucho tiempo si las conversaciones se estancan, como se esperaba. Hamas dice que algunos de los rehenes ya han sido asesinados por ataques aéreos israelíes.
Si bien los líderes militares israelíes dicen que el ataque de Hamas los tomó por sorpresa, aportarían un poder de fuego abrumador a la lucha en Gaza. El arma más avanzada de Hamas es su arsenal de hasta 15.000 cohetes que ahora utiliza contra Israel diariamente. El sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro de Israel es en gran medida capaz de neutralizar la amenaza, por ahora. Pero si la guerra se prolonga, Israel podría quedarse sin los misiles utilizados para derribar los cohetes de Hamas del cielo.
En el terreno, Israel llevaría unidades de artillería, tanques, vehículos blindados de transporte de personal, francotiradores, drones, equipos controlados a distancia, enormes excavadoras, helicópteros y aviones de combate a su campaña militar más grande hasta la fecha contra Hamas. Los combatientes de Hamas generalmente están armados con misiles guiados antitanques, granadas propulsadas por cohetes y bombas al borde de las carreteras.
El Ejército israelí tuvo una idea de lo que Hamas aportaría a la lucha cuando recogió las armas de los militantes muertos involucrados en el ataque del 7 de octubre. Las armas incluían poderosas bombas perforantes colocadas al borde de las carreteras, capaces de hacer estallar vehículos blindados israelíes.
A la complejidad se suman los pequeños drones del campo de batalla que Hamas utilizó durante su ataque sorpresa para lanzar granadas sobre los centros de comunicaciones israelíes, impidiendo su respuesta militar. Los drones, a menudo modelos comerciales económicos, fueron una herramienta vital para las tropas ucranianas a la hora de repeler el ataque ruso a Kiev el año pasado.
Muchos soldados israelíes se entrenan para la guerra urbana en una base militar a unos 19 kilómetros de la Franja de Gaza, donde el ejército construyó una ciudad simulada de Medio Oriente destinada a ponerlos a prueba. La ciudad falsa, construida en 2005 y conocida como “Baladia”, incluye callejones estrechos, mezquitas, imponentes edificios de departamentos y casas con trampas explosivas.
Los soldados israelíes que se espera que se dirijan a Gaza tienen experiencia luchando contra militantes en calles estrechas y callejones de Cisjordania. Las fuerzas israelíes han pasado meses luchando contra militantes ligeramente armados casa por casa en las ciudades cisjordanas de Naplusa y Yenín.
Los combatientes de Hamas tienen más poder de fuego que los militantes de Cisjordania y están mejor entrenados.
“Israel tiene mucha experiencia en guerra urbana, pero la escala en Gaza es mucho mayor”, dijo un excomandante de una compañía israelí que luchó en Gaza en 2014. “La escala de la ciudad, la escala de su armamento y la escala de su disposición”.
Israel ha librado cuatro guerras contra Hamas desde que el grupo tomó el poder de la Autoridad Palestina en 2007, pero los soldados israelíes no han luchado dentro de la Ciudad de Gaza desde 2009. Incluso entonces, sólo lucharon en los bordes. En 2014, la mayoría de las fuerzas israelíes avanzaron sólo unos cientos de metros hacia Gaza. Durante esas siete semanas, el Ejército israelí perdió 67 soldados.
“Lo más importante será cuando tengas que ir de puerta en puerta”, señaló el excomandante de la compañía israelí. “Una vez que entras en un área urbana, cualquier ventaja de una fuerza grande disminuye”.
La Franja de Gaza está repleta de dos millones de residentes encerrados por fronteras cerradas con Israel y Egipto, y por el mar Mediterráneo. Los ataques militares israelíes ya han obligado a más de un millón de palestinos a huir de sus hogares y han empujado a Gaza a lo que el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que es “al borde de un abismo”.
El teniente coronel Peter Lerner, portavoz militar israelí, comentó a CNN el sábado que Israel estaba ordenando a 1,1 millones de palestinos que abandonaran todo el norte de la Franja de Gaza, incluida la Ciudad de Gaza, “para permitirnos diferenciar entre los palestinos no involucrados y la organización terrorista Hamas”.
La táctica, a veces denominada creación de una “zona de combate estéril”, da a los militares más margen de maniobra para utilizar una fuerza abrumadora. Pero muchos palestinos en el norte de la Franja de Gaza no pueden salir porque son ancianos, están discapacitados o están hospitalizados, lo que hace imposible que la zona quede completamente libre de civiles. Muchos se niegan a irse porque temen que no les permitan regresar. Hamas ha desalentado a los civiles a abandonar el enclave.
Antes de que Bernstein ingresara a Gaza como soldado de infantería en 2014, señaló, los oficiales israelíes le dijeron a él y a su compañía que tendrían reglas de enfrentamiento laxas.
“El ejército te dice como soldado que todos los que ves son terroristas, pero cuando vas allí ves que no es así”, dijo Bernstein, ahora estudiante de la Universidad de Bolonia, en Italia, que trabaja como investigador para Breaking the Silence, un grupo de veteranos militares israelíes que documenta abusos contra los derechos humanos en el Ejército israelí. “Incluso si los militares dicen que no hay civiles dentro, la realidad es diferente”.
Nir Dinar, portavoz del Ejército israelí, indicó que los riesgos para los soldados en Gaza son grandes y que siempre se les señala que sigan las reglas de la guerra.
“Cualquiera puede causar una amenaza”, afirmó. “Los soldados son conscientes de que durante los combates en las zonas urbanas hay civiles. Esperamos que todos los no combatientes abandonen el área por su propia seguridad”.
Las operaciones militares exitosas en terreno urbano, como se conoce formalmente a los combates, requieren un amplio entrenamiento y preparación de las tropas. Las fuerzas estadounidenses en Irak pasaron años aprendiendo a operar en zonas de batalla urbanas como Faluya y Mosul, desarrollando armas y tácticas especializadas.
Steve Walsh, que era teniente coronel del Cuerpo de Marines en Faluya, dijo que las fuerzas estadounidenses se prepararon para el asalto durante dos o tres meses y utilizaron el tipo de tecnología que tendrá Israel, como óptica térmica, sensores y drones.
A pesar de tener una supremacía aérea constante y completa, la batalla -la más intensa en 26 años de servicio- fue “a menudo un combate muy complicado y muy cuerpo a cuerpo”, señaló.
“A menudo lo que se necesitaba para matar a los malos era simplemente fuerza a la antigua usanza, un escuadrón de marines con granadas siguiendo a través de un agujero que un tanque acababa de abrir en la pared de una casa”, agregó.
La guerra urbana se considera un terreno ideal para los francotiradores. Los francotiradores dicen que los edificios dan cobertura y distorsionan el sonido, lo que hace más difícil rastrearlos. Hamas utilizó francotiradores para matar a un soldado israelí en una escaramuza en 2018.
Un buen francotirador generalmente puede disparar tres tiros antes de ser localizado y puede realizar reconocimientos, dijo Walsh, quien fue instructor en la escuela de francotiradores de la Marina en Quantico, Virginia. “El combate urbano generalmente es a distancias cortas, cuerpo a cuerpo y personal”, agregó.
La guerra urbana está sujeta a restricciones al uso de la fuerza impuestas por las leyes internacionales de la guerra. Esas limitaciones, combinadas con amenazas generalizadas, ejercen una enorme presión sobre los soldados.
Incluso cuando las ciudades están prácticamente vacías de civiles, un asalto urbano puede requerir tres veces más tropas que en condiciones menos peligrosas. En terreno abierto, los atacantes generalmente quieren tener alrededor de tres tropas por cada defensor, mientras que en condiciones urbanas la proporción puede ser de 5 o incluso 10 a 1, dijo John Spencer, presidente de Estudios de Guerra Urbana en el Madison Policy Forum, un think tank.
Destruir edificios, como ha estado haciendo Israel, puede eliminar algunos centros de mando y control. Eso complica las operaciones defensivas, pero también crea escombros que pueden impedir una invasión terrestre.
Para despejar el camino para las tropas, las Fuerzas de Defensa de Israel utilizan topadoras Caterpillar D9 muy modificadas: enormes excavadoras revestidas con varias toneladas de armadura, ventanas a prueba de explosiones y escudos protectores. Algunos D9 se pueden operar de forma remota para evitar poner en riesgo a los conductores.
Los escombros han sido un problema para los atacantes en combates urbanos pasados, incluso durante el asedio nazi de Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial. Los bombarderos alemanes demolieron gran parte de la ciudad, con el objetivo de matar a las fuerzas soviéticas. La ruina resultante dio a las tropas soviéticas más escondites y obstaculizó el uso de tanques por parte de los alemanes en la prolongada batalla, que Alemania perdió.
En los últimos años, las fuerzas rusas involucradas en combates urbanos han tratado de socavar a los defensores arrasando ciudades, incluidas Grozny en Chechenia y Mariupol en Ucrania. Sin embargo, incluso una ciudad arrasada puede frustrar un asalto militar. Después de que Rusia arrasara Mariupol, una ciudad donde los combatientes ucranianos utilizaban túneles debajo de una gigantesca planta siderúrgica, Rusia tardó casi tres meses en tomar control de ella.
La batalla tuvo un costo significativo: entre el 80% y el 90% de los edificios de la ciudad resultaron dañados o destruidos. Los funcionarios locales exiliados estimaron que unas 22.000 personas murieron en una ciudad que antes de la guerra tenía una población de 430.000 habitantes.