Hace poco más de dos años, Juan Guaidó recibió un aluvión de aplausos del oficialismo y la oposición estadounidenses cuando el entonces Presidente Donald Trump elogió durante su informe de gobierno al líder de la oposición venezolana, a quien describió como un “hombre muy valiente” que llevaba sobre sus hombros las esperanzas democráticas de todo un país.
No obstante, en una señal de cómo ha caído su futuro político y qué tan rápidamente pueden cambiar los cálculos geopolíticos de Estados Unidos, el venezolano de 38 años no fue invitado a la Cumbre de las Américas, a pesar de que el gobierno del actual mandatario, Joe Biden, se ha focalizado en la necesidad de promover la democracia y ha insistido en que aún reconoce a Guaidó como presidente interino de Venezuela.
A pesar de que tampoco fue invitado a la cumbre, el hombre que Guaidó ha tratado de sacar del poder, el Presidente Nicolás Maduro, está saboreando una especie de victoria. En un inusual viaje a Turquía, Maduro -quien es blanco de sanciones estadounidenses y está acusado en un caso judicial de narcotráfico- denunció la decisión del gobierno estadounidense de excluirlo de la cumbre a él y a sus aliados -Cuba y Nicaragua-, calificando la decisión como una “puñalada” en la espalda a la cooperación regional.
“Esta es una clara victoria para Maduro”, opinó Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas. “Ha visto a aliados asumir su causa en la cumbre mientras evita que su principal rival, a quien Washington reconoce como presidente, asista”.
En lo que puede ser interpretado como un intento de controlar los daños, Biden habló el miércoles con Guaidó. Fue la primera vez que los dos líderes conversaron y durante la llamada, que duró alrededor de 17 minutos, Biden reiteró su apoyo al líder opositor, cuyo reclamo a la presidencia en 2019 derivó de que entonces era el jefe de la Asamblea Nacional de Venezuela.
“El Presidente Biden expresó su apoyo a las negociaciones lideradas por Venezuela como el mejor camino hacia una restauración pacífica de las instituciones democráticas, elecciones libres y justas, y respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los venezolanos”, dijo un comunicado de la Casa Blanca “Ambos discutieron el papel que pueden desempeñar Estados Unidos y otros socios internacionales para apoyar una solución negociada a la crisis de Venezuela. El Presidente Biden reafirmó que Estados Unidos está dispuesto a calibrar la política de sanciones según sea informado de los resultados de las negociaciones que empoderan al pueblo venezolano para determinar el futuro de su país”.
Sin embargo, tras semanas de silencio de la Casa Blanca sobre si Guaidó sería invitado o no, la llamada ofreció poco consuelo al movimiento prodemocrático de Venezuela. “No queremos ir a una fiesta donde no fuimos invitados”, dijo uno de los enviados de Guaidó a condición de mantener su nombre en el anonimato, debido a lo delicado de los temas diplomáticos. El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, restó importancia a la idea de que Estados Unidos estaba despreciando a un aliado incondicional.
Al hablar en el avión Air Force 1 camino a la reunión hemisférica en Los Ángeles, Sullivan reiteró que la decisión de no invitar a nadie del equipo de Guaidó y, en cambio, involucrar a activistas de la sociedad civil de Venezuela fue de carácter táctico para alentar las negociaciones entre Maduro y sus oponentes, lo que podría conducir, “en última instancia, un futuro mejor para el pueblo venezolano”.
La posible presencia de Guaidó en la cumbre pareciera que también irritó a muchos aliados del gobierno izquierdista venezolano, incluyendo al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que decidió no acudir a la reunión debido a la exclusión de Maduro y de los presidentes de Cuba y Nicaragua.
Un funcionario mexicano confirmó que su gobierno pidió a Estados Unidos que excluyera a Guaidó de la lista de invitados. El funcionario, que pidió el anonimato por tratarse de acuerdos diplomáticos, dijo que otros países habían hecho lo mismo.
Los líderes izquierdistas de Bolivia, Granada, Honduras, San Cristóbal y Nieves, y San Vicente y las Granadinas se unieron a la decisión de México. También se quedaron en sus países, aunque no en solidaridad con Maduro, los mandatarios de El Salvador y Guatemala, al igual que el Presidente de Uruguay, que estuvo expuesto a Covid-19.
Más allá de esto, la presión extranjera no fue lo único que provocó que Biden decidiera no invitar a Guaidó. Desde que la guerra entre Rusia y Ucrania provocó un aumento en los precios de la gasolina, entre otros productos, Estados Unidos ha comenzado a revaluar su política con respecto a Venezuela, un país que se encuentra en la cima de las reservas de petróleo más grandes del mundo, pero cuyo declive en la producción de este durante décadas se ha visto agravado por sanciones estadounidenses.
En marzo, funcionarios estadounidenses encabezados por Juan González, director para el hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional, viajaron a Caracas para reunirse con Maduro. Entonces, como ahora, Guaidó se mantuvo al margen y los funcionarios estadounidenses no se reunieron con él durante el viaje de varios días. El objetivo de las conversaciones era tenderle a Maduro la posibilidad de un alivio de las sanciones a cambio de retomar las negociaciones en México con sus opositores, algo que hasta ahora no ha sucedido.
Mientras tanto, Guaidó sigue luchando por el cambio en su país. Aunque sus apariciones en la calle son menos frecuentes y las multitudes disminuyeron mucho desde que lanzó el desafío a Maduro en 2019, todavía conllevan riesgos importantes. El sábado, sus partidarios fueron recibidos en la ciudad occidental de Maracaibo, a poca distancia de Colombia, con un aluvión de sillas de plástico voladoras y puñetazos de los aliados de Maduro.
“Los violentos se quedaron con las manos vacías”, dijo Guaidó a un pequeño grupo de simpatizantes entre gritos de “¡Libertad, Libertad, Libertad!”, después de la estridente trifulca. “Seamos claros: no vamos a dar un solo paso atrás”.