El peso de la historia se posó sobre los hombros de Gustavo Petro cuando el 7 de agosto de 2022 asumió como Presidente de Colombia en una ceremonia llena de símbolos. No era para menos: exguerrillero del M-19, exalcalde de Bogotá y político curtido en la denuncia de los vínculos entre el paramilitarismo y la política, se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia del país.
Pero este lunes, al cumplir su primer año de gobierno, Petro se encuentra en medio de un gigantesco escándalo judicial y político, lo que marca uno de los arranques de mandato, con la excepción del de Ernesto Samper, más controvertidos de que se tenga registro, según destaca el diario colombiano El Heraldo.
El principal “talón de Aquiles” del líder izquierdista llegó por un flanco inesperado: su familia. Su hijo mayor, Nicolás Petro Burgos, que aspiraba con seguir la carrera política de su padre, fue imputado por la Fiscalía por lavado de activos y enriquecimiento ilícito. Petro Burgos fue detenido el 29 de julio y anunció que colaboraría con la investigación el 1 de agosto.
Así, según destaca CNN en Español, el 3 de agosto fue, quizá, uno de los días más duros para el Presidente Petro. En un documento, firmado bajo juramento, su hijo Nicolás sostuvo ante el fiscal Mario Andrés Burgos que acepta los cargos en su contra por los delitos de enriquecimiento ilícito y lavado de activos. Además, se comprometió a entregar información a las autoridades en las que demostraría que parte del dinero que recibió de exnarcotraficantes y políticos corruptos habrían ingresado a la campaña presidencial de su padre en 2022.
“Recibo con dolor, a nivel personal, las informaciones sobre presuntas irregularidades en el desarrollo de la campaña presidencial en la costa. En cuanto a la institución, sin vacilación alguna, afirmo y reitero que nadie puede estar por encima de la ley y que la justicia debe aplicarse de manera imparcial, con el debido proceso y todas las garantías del debido proceso y las garantías constitucionales”, afirmó Gustavo Petro este viernes mediante un comunicado.
Pero el escándalo cobró nuevos ribetes este sábado, cuando Nicolás Petro habló por primera vez del caso en una entrevista con revista Semana. El dato más relevante, sin duda, es que asegura que ni su padre ni el gerente de la campaña, Ricardo Roa Barragán (hoy cabeza de la estatal Ecopetrol), sabían del ingreso de dineros procedentes de Santander Lopesierra, conocido como el “Hombre Marlboro”, y de Gabriel Hilsaca, y tampoco del uso que se le dio en campaña en la costa Caribe.
“Ni mi papá ni el gerente de la campaña; Ricardo Roa, sabían de los dineros que recibimos Daysuris (la expareja de Nicolás Petro) y yo de Santander Lopesierra y de Gabriel Hilsaca. Obviamente, no sabían que parte de esos aportes yo los utilizaba para la campaña. Es importante hacer esa aclaración, pero hay algunas circunstancias”, señaló Petro Burgos en la primera entrevista que concede tras convertirse en testigo de la Fiscalía.
En todo caso, el hijo del mandatario prefirió no referirse a otra línea de investigación dentro del caso que apunta a establecer si ingresó plata de forma irregular procedente de dos contratistas. Cuando se le preguntó si el presidente sabía de recursos que vinieran del empresario Euclides Torres, Nicolás Petro dijo: “Bueno, eso no puedo comentarlo, pues estoy en un proceso de negociación con la Fiscalía. Hay muchos hechos, muchas personas, muchas situaciones que son materia de reserva”.
Pero en la misma entrevista, Petro Burgos advirtió a su padre. La periodista Vicky Dávila le recuerda que había dicho que “él quería que yo me inmolara por él”, en alusión al mandatario. “La única persona por la que me inmolaría sería por mi hijo”, responde el hijo mayor de Petro. Y reitera: “Ni por mi papá ni por nadie. Solo por mi hijo. Bueno, seguramente esa será la noticia del día, habrá memes en las redes sociales y todo, pero sí, no me voy a inmolar ni por mi papá ni por nadie. Solo por mi hijo”.
Crisis de gobernabilidad
Según el diario El Colombiano, la confesión que hizo Nicolás Petro Burgos ante la Fiscalía sobre la filtración de dineros cuestionados a la campaña presidencial de su papá, agudizó la crisis de gobernabilidad con la que lidia la Casa de Nariño en el Congreso y podría terminar de implosionar lo que queda de la coalición de gobierno.
Esta ruptura definitiva podría materializarse por cuenta del portazo que planea darle al presidente la Alianza Verde, el partido que más le había demostrado lealtad a la fecha, pero que ahora se reunirá para evaluar la posibilidad de dar un giro a la independencia, según lo confirmó la senadora Angélica Lozano, quien es partidaria de ese distanciamiento.
Y la posible rebelión de los verdes no es la única situación adversa que está enfrentando el gobierno en el Capitolio, ya que, al interior de otras colectividades como el Partido Conservador y el Liberal, que antes eran aliadas suyas, están pidiendo endurecer el control político y las investigaciones que se adelantan contra Petro. Entre tanto, desde sectores de oposición se propuso incluso llevarlo a un juicio político, señala el medio colombiano.
Con esta nueva crisis política a la vuelta de la esquina se empezó a desinflar la propuesta en la que ha insistido el presidente de construir un “gran acuerdo nacional” entre las fuerzas de distintas vertientes y, de paso, podrían seguir enredándose las ambiciosas reformas sociales que han estado estancadas por falta de consensos en el Legislativo.
Petro ha perdido las mayorías necesarias en el Congreso para sacar adelante varias reformas como la laboral, la reforma a la salud, a la seguridad social y a la justicia, entre otras. El Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, Dejusticia, analizó bajo 70 temas o indicadores la acción del primer año de gobierno de Petro y concluyó que más del 66% “son propuestas que aún no despegan o representan situaciones que se han agravado”.
Además, el presidente colombiano ha modificado su equipo varias veces durante el primer año de su mandato, en sintonía con los cambios en su discurso y en las alianzas legislativas. El primer equipo, diseñado para dar un mensaje de moderación y conciliación, ya casi no existe: solo quedan 7 de 18 ministros.
En ese escenario, algunos de quienes lo apoyaron en su candidatura presidencial hoy tienen reparos sobre su desempeño en la Casa de Nariño. “Habiendo votado por el Presidente Petro en segunda vuelta quiero decir que este gobierno ha sido muy decepcionante. Que la agenda social que se le prometió a la gente de hacer cambios profundos en la política colombiana no ha tenido prioridad. Por el contrario, se ha quedado embolatada, enredada en los pactos con la política tradicional. No hay un mes sin que haya un escándalo de corrupción que afecte profundamente al gobierno. Las reformas tampoco han recogido la agenda de las movilizaciones sociales de los últimos años”, le dijo a CNN la representante de la Cámara por el partido de izquierda Dignidad y Compromiso Jennifer Pedraza.
“Parálisis estratégica”
Para Vicente Torrijos, profesor colombiano de Ciencia Política, “el gobierno Petro vive una notable paradoja: con la votación más decisiva de la historia, siendo el primer gobierno de izquierda, y con respaldo mayoritario en el Congreso, sus reformas están enmarañadas y los escándalos de corrupción lo han afectado sensiblemente en materia de opinión pública”. “Técnicamente, el gobierno se encuentra en un momento de ‘parálisis estratégica’: no puede avanzar fluidamente, y apelar al pasado histórico ya no le resulta productivo”, explica a La Tercera.
Sobe lo que viene para Colombia, Torrijos dice que “a nivel estructural, el gobierno permanecerá durante los próximos tres años inmerso en diversos procesos jurídicos por presunta corrupción y eso lo llevará a un cierto grado de inmovilismo”. “Inmovilismo que tratará de superar mediante movilizaciones populares que, en todo caso, ya no serán tan inspiradoras como lo fueron durante la campaña que le llevó a la Presidencia”, advierte.
“Y a nivel coyuntural, ya se sabe que las negociaciones con los grupos armados ilegales serán muy prolongadas, así que los resultados serán tardíos, sin que puedan ponerse oportunamente a prueba como para serle útiles en materia de aprobación, o de opinión pública”, sostiene el académico.
Al respecto, algunos analistas consideran que la iniciativa conocida como “Paz Total”, una de las columnas vertebrales del gobierno, es uno de los principales talones de Aquiles del Presidente Petro. “La paz total es el principal objetivo de Petro, pero va a ser su principal dolor de cabeza de aquí a que termine. Porque es imposible que lo logre realmente. Total, imposible. Paz imposible. Estamos apenas empezando a implementar lo que se acordó entre el gobierno del Presidente Santos y las FARC”, explica el analista político Jaime Honorio González a CNN en Español.
En declaraciones al mismo medio, el director de la fundación Seguridad y Democracia, Alfredo Rangel, comentó: “En materia de seguridad el balance de este gobierno es francamente nefasto. La inseguridad ha aumentado en el país, la extorsión está disparada y el secuestro también, las masacres han aumentado. El fortalecimiento de los grupos violentos ilegales en muchas regiones del país es enorme. Prácticamente se ha detenido la erradicación forzosa de la coca. Nunca antes en Colombia, ni siquiera en los tiempos de Pablo Escobar, habían existido tantas hectáreas sembradas de hoja de coca y tanta producción de cocaína”.
Las turbulencias del gobierno, sin embargo, no han llegado a reflejarse en la economía del país, destaca France 24. Durante el primer año de Petro, el dólar ha llegado a su precio más bajo en meses; el déficit fiscal se mantiene estable y se proyecta una reducción de un punto porcentual respecto al 2022 para llegar al 4,3% del PIB; la inversión extranjera alcanzó los 12.169 millones de dólares, significativamente más que en el primer año de gobierno de Iván Duque, el predecesor conservador de Petro.
El desafío de las elecciones de octubre
Con todo, los desafíos para Petro, cada vez de más alto calado, se siguen acumulando mientras sus bases permanecen fieles y la oposición lucha por encontrar de cara a las elecciones regionales del 29 de octubre, un termómetro crucial para medir las expectativas de los colombianos.
“Los apoyos legislativos (de Petro) se debilitan progresivamente y su propia coalición de izquierda se verá comprometida, sobre todo, si los resultados en las elecciones territoriales del 29 de octubre le son adversos, como aparentemente lo serán”, apunta Torrijos.
“Será un plebiscito. El país el 29 de octubre casi que va a vivir la primera vuelta presidencial del año 2026. El país va a salir en las regiones a decirle al gobierno si está de acuerdo o no con lo que está planteando. Las encuestas demuestran que no es así. El 61% del país dice que vamos por mal camino. Y en los hechos ha quedado evidente: discusiones políticas e ideológicas, pero no realizaciones por parte del gobierno nacional y eso es bastante preocupante ya cumpliendo un año”, sostiene Hernán Cadavid, representante de la Cámara por el partido opositor Centro Democrático, en declaraciones a CNN en Español.
En resumen, según Torrijos, “todo esto se traducirá en una creciente complejidad para que el petrismo logre la continuidad de su proyecto político en las elecciones presidenciales del 2026″.