Un contingente de policías de fuerzas especiales de Kenia llegará a Haití en las próximas semanas para ayudar a combatir la violencia de las pandillas, según informó la semana pasada el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. Se espera que alrededor de 1.000 agentes kenianos se unan a la misión, junto con oficiales de Chile, Jamaica, Granada, Paraguay, Burundi, Chad, Nigeria y Mauricio.
La iniciativa, apoyada por EE.UU., busca estabilizar Haití, que ha sufrido un aumento de la violencia desde el asesinato de su presidente Jovenel Moïse en 2021. El vacío de poder aumentó la influencia de decenas de bandas armadas que operan en el país, incluidos grupos poderosos que controlan la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe. Las pandillas se han vuelto más autónomas, obteniendo ingresos de secuestros, extorsión y tráfico de drogas, y fortalecieron su control sobre la infraestructura del país, incluyendo comisarías y puertos.
El viernes pasado, el presidente de Kenia, William Ruto, precisó que se espera que los miembros de la policía de su país lleguen a Haití en unas tres semanas, según afirmó en una entrevista con la BBC durante su visita oficial de Estado en Washington. Según varias fuentes, unos 400 soldados kenianos (de los 1.000 previstos) deberían llegar antes de finales de mes. Aunque, no se ha hecho público ningún calendario, por razones de seguridad para evitar que las bandas se preparen, de acuerdo con el medio Haiti Libre.
Según documentos vistos por CNN, el 23 de mayo era la fecha prevista para la llegada de una primera partida de 200 policías de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) dirigida por Kenia en Haití. El lunes pasado por la noche, un pequeño grupo adelantado de oficiales kenianos aterrizó en Puerto Príncipe, cuando el aeropuerto de la ciudad reabrió después de casi tres meses de cierre debido al levantamiento de pandillas. La primera ola de oficiales proviene de una unidad paramilitar de élite que ha combatido a insurgentes islamistas en la frontera oriental de Kenia con Somalia.
Antony Blinken dijo que la reapertura del principal aeropuerto internacional de Haití era una clara señal de progreso y anticipó que las aerolíneas estadounidenses reanudarían los vuelos allí “en los próximos días”. Al comparecer en Washington ante el comité de Asuntos Exteriores del Senado el martes pasado, Blinken afirmó que había una “oportunidad ahora” de lograr una estabilidad duradera después de décadas de agitación en el país caribeño que está “al borde de convertirse en un Estado totalmente fallido” sin apoyo internacional.
Para Kim Ives, editor del periódico Haïti Liberté, la declaración de Blinken sobre un “Estado fallido” es “típica de cómo Estados Unidos justifica sus intervenciones militares en todo el mundo. Los desafíos que enfrenta Haití hoy son el resultado directo de las políticas de austeridad neoliberales, así como de los golpes de Estado y las ocupaciones militares que Washington ha llevado a cabo en Haití durante los últimos 40 años”.
Explicó además a La Tercera que la intervención militar “no resolverá los problemas de Haití ni restablecerá la seguridad. Esto queda muy claro en las dos últimas ocupaciones militares en los últimos 30 años. Al contrario, las invasiones han empeorado las cosas. Pero el mantra del ‘Estado fallido’ es lo que Estados Unidos emplea para justificar su intervención, cuyo único objetivo es preservar a Haití como una neocolonia norteamericana”.
En septiembre pasado, varias bandas formaron la alianza “Vivre Ensemble” (Viviendo Juntos), pero se desintegró tras un robo de drogas al líder de la pandilla Johnson André, conocido como Izo. Cuando la alianza revivió en febrero, prometió derrocar al primer ministro Ariel Henry y resistir a las fuerzas de seguridad extranjeras, antes de liberar a miles de presos en un intento de desestabilizar aún más al país.
Según afirmó el jueves el presidente Joe Biden, Estados Unidos contribuirá en la misión con dinero, apoyo logístico y equipo. En respuesta a una pregunta sobre por qué las tropas estadounidenses no participarían, Biden aludió a intervenciones anteriores de Estados Unidos allí, sugiriendo que el objetivo de que las tropas estén ausentes es evitar la tensa historia de la intervención norteamericana en el país profundamente atribulado, según informó The New York Times.
“Concluimos que el hecho de que Estados Unidos despliegue fuerzas en el hemisferio simplemente plantea todo tipo de preguntas que pueden ser fácilmente tergiversadas por lo que estamos tratando de hacer”, dijo Biden durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca con el presidente William Ruto, de Kenia. “Estamos en una situación en la que queremos hacer todo lo que podamos sin que parezca que Estados Unidos, una vez más, está dando un paso al costado y decidiendo que esto es lo que se debe hacer”, añadió.
Según informó The Associated Press, un equipo de funcionarios de policía de Kenia que evaluaba la preparación para el despliegue regresará a casa debido a un retraso por cuestiones logísticas. Así, el equipo recomendó posponer el despliegue. Un alto funcionario keniano, que prefirió no ser identificado, indicó que las bases aún están en construcción y se necesitan recursos cruciales, como vehículos, antes de que puedan desplegarse los primeros 200 agentes de policía de Kenia.
Consultado por cuáles son las principales diferencias entre la actual misión multinacional que será liderada por Kenia y las intervenciones anteriores en Haití, el profesor emérito de Africología de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee y editor asociado del Journal of Haitian Studies, Patrick Bellegarde-Smith, considera que realmente es “más de lo mismo”.
“La policía de Kenia encabeza el esfuerzo, junto con cierta ayuda de otros países. Parece que Jamaica, Bahamas, Barbados y otros podrían contribuir con soldados de sus Fuerzas Armadas o de la policía a este esfuerzo. Pero, a decir verdad, se trata de una iniciativa estadounidense, orquestada por Estados Unidos y probablemente pagada en su totalidad por Estados Unidos, como lo fueron la mayoría de las intervenciones anteriores”, dijo Bellegarde-Smith a La Tercera.
“Las intervenciones de 1994 y 2004 fueron fuerzas de ‘mantenimiento de la paz’ del Capítulo 7 desplegadas, comandadas y supervisadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. El despliegue de hoy es una operación puramente dirigida por Estados Unidos, aunque Washington finge que la fuerza está dirigida por Kenia, que no es más que su representante altamente remunerado. El Consejo de Seguridad de la ONU bendijo la MSS, pero de ningún modo es una fuerza de la ONU”, concuerda Ives respecto al rol de Estados Unidos.
Bellegarde-Smith proyecta que la intervención de las fuerzas lideradas por Kenia probablemente resulte en “ganancias a corto plazo, posiblemente desastre a largo plazo. Kenia podría cansarse después de que algunos de sus policías y mujeres murieran en combate. El desorden conduce a la migración. Los haitianos no son noruegos ni suecos, por lo que nunca han sido bienvenidos en Estados Unidos, sin importar las circunstancias, especialmente cuando huyen de dictadores del agrado de Estados Unidos”.
Ives prevé que habrá “enfrentamientos violentos entre la fuerza del MSS y los grupos armados haitianos, lo que resultará en un aumento de las muertes y una creciente ira popular cuando las condiciones de vida empeoren y la seguridad no mejore realmente, excepto en ciertas áreas más prósperas”.