En las elecciones para el Parlamento Europeo, podría decirse que ganó el statu quo. A pesar de que la gran mayoría de los medios internacionales enfatizó en las últimas semanas alrededor del avance de la extrema derecha, y a pesar de que, en efecto, los dos grupos europeos “nacionalistas-populistas” aumentaron en escaños, la agrupación que celebró con más entusiasmo este domingo fue el centroderechista conservador Partido Popular Europeo.
Esto, no solo porque son la primera fuerza política de la Cámara –posición que ostentan desde hace cinco legislaturas–, sino también porque aumentaron en 4 escaños (186 en total) y porque todo el resto de los grupos de su coalición (S&D, Renovar y Los Verdes) perdieron bancas. Al final, podría decirse que la “amenaza” de la extrema derecha terminó fortificando al grupo de Ursula von der Leyen, la actual presidenta de la Comisión Europea.
Hablándoles a los medios la noche del domingo, la misma Von der Leyen anunció que lo primero que hará su grupo político es buscar una alianza con los socialistas de S&D y los liberales de Renovar: Con esto, se continuaría con la mayoría que ha gobernado Europa en los últimos cinco años, aunque con menor presencia de Los Verdes. El trato, de momento, lo están aceptando en S&D, la segunda fuerza en la Eurocámara, que de 154 escaños en 2019 pasó a 135 escaños en esta ocasión.
El cabeza de lista de la coalición, Nicolas Schmit, anunció ya que su partido está abierto a continuar con la alianza, en miras a que no gobiernen fuerzas que no sean “pro-democráticas”. Así, se refería a CRE (Conservadores y Reformistas) e ID (Identidad y Democracia), los grupos “nacionalistas populistas” que, en esta ocasión, consiguieron 73 y 58 escaños, respectivamente.
Eso sí, la extrema derecha aumentó su presencia en el Parlamento Europeo, y ahora es más difícil ignorarla que antes. Esta lección llega particularmente fuerte en los dos países más poblados de la Unión, Alemania y Francia, donde tanto el canciller Olaf Scholz como el presidente Emmanuel Macron sufrieron importantes derrotas. En el caso alemán, el Partido Social Demócrata (SPD) de Scholz llegó tercero (con el 13,9% de los votos), por debajo de Alternativa para Alemania (AfD), de extrema derecha, con el 15,9% de los sufragios, y el partido de centroderecha CDU/CSU, que obtuvo un 30%.
En Francia la situación fue más complicada: pocos minutos después de que los resultados se publicaran, Macron dio la gran sorpresa de la noche disolviendo la Asamblea Nacional y llamando a elecciones legislativas, lo que tendrá lugar el 30 de junio y el 7 de julio. El partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, consiguió el 31,4% de los votos, duplicando a la lista oficialista, que logró un 14,6%.
La jugada de Macron va guiada por un razonamiento muy sencillo: por lo visto, Francia quiere un cambio, así que habrá que votar. Si se trata o no de una estrategia bien calculada o el suicidio político del presidente, eso habrá que verlo después de las legislativas, pero sus consecuencias pueden ser desastrosas para lo que queda del quinquenato macronista. Si las encuestas ya indican que la mayoría la alcanzaría la extrema derecha combinada, eso significaría que en Francia habría un gobierno de “cohabitación”, con presidente de un partido y primer ministro de otro. Y es este último el que nombra al resto de los ministros.
Un análisis de The European Correspondent indica al respecto: “El hecho de que la Agrupación Nacional gane en julio les daría la oportunidad de formar el nuevo gobierno. Con las próximas elecciones presidenciales recién en 2027, Macron apuesta a que darles tiempo en el poder les haga perder su ‘aura’ ganadora”.
Pero volviendo al resto de Europa, el gran ganador sigue siendo el Partido Popular Europeo (PPE), que está teniendo más prominencia que nunca en la Cámara. Ya en campaña, Von der Leyen se había referido a su grupo como “el ancla de la estabilidad” del continente, lo que se condice muy bien con la tendencia conservadora de sus miembros. Roberta Metsola, compañera de grupo de la presidenta de la Comisión, ya había indicado en otra ocasión que, pasara lo que pasara, el centro sería clave en cualquier coalición futura que gobernara Europa.
Desde The European Correspondent, analizan que los grandes perdedores de la noche fueron Los Verdes y Renovar. “El PPE sigue al mando y, en todo caso, su influencia no ha hecho más que crecer. Las pérdidas de Renovar y los resultados aún más devastadores para Los Verdes/ALE significan que el PPE ahora puede mirar en ambas direcciones: izquierda y derecha”, apuntó el medio. El grupo socialista no sufrió tanto como lo previsto, ya que perdió solo 19 escaños, así que se podría decir que el establishment fue el principal ganador de estas elecciones, contra los partidos más nuevos que habían brillado en las elecciones de 2019.
La eurodiputada verde Tineke Strik reaccionó a los resultados de su grupo con un llamado al centro: “La clave está en manos del PPE: ¿Mirarán a la extrema derecha o no?”. La pérdida de relevancia de este partido es uno de los grandes hitos de estas elecciones: de 74, pasaron a tener 53 escaños.
Así, si hace cinco años la ecología parecía ser uno de los grandes intereses de los europeos, esta vez pasó a un segundo plano. Una encuesta de Focaldata publicada por Reuters y realizada el 6 de junio, justo el día que empezaron las elecciones, muestra que “mejorar la economía y reducir la inflación” fue la prioridad más alta para los votantes europeos, en las primeras elecciones continentales pospandemia.
“Los conflictos internacionales y la guerra” fueron la segunda preocupación más importante, seguida de “la inmigración y los solicitantes de asilo”, en la encuesta, que se realizó a 6 mil ciudadanos de los cinco países más grandes de la UE por población (Alemania, Francia, Italia, España y Polonia), y Suecia.
Los encuestados colocaron “actuar sobre el cambio climático” en quinto lugar de la lista de cosas que influyen en su voto, detrás de “reducir la desigualdad”, que ocupó el cuarto lugar. Como era de esperar, el cambio climático preocupaba más entre los votantes de Los Verdes. A pesar de eso, incluso en electores de grupos que se han opuesto a medidas ambientales, como la extrema derecha de Identidad y Democracia, el tema fue considerado “muy importante” o “importante” para el 58% de sus votantes.