Menos de una semana después del asesinato del líder político de Hamas, Ismail Haniyeh, en Teherán y del alto comandante de Hezbolá en Beirut, Fuad Shukr, todo Medio Oriente se encuentra esperando una represalia de parte de Irán o de alguno de sus grupos subsidiarios, contra de Israel, a quien ellos responsabilizan de los ataques, lo que acrecienta los temores de una guerra regional más amplia.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, emitió una orden para que Irán ataque directamente a Israel, según dijeron al diario The New York Times tres funcionarios iraníes informados sobre la orden. Y el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Nasser Kanaan, dijo el lunes que “Teherán no está interesado en intensificar los conflictos regionales, pero es necesario castigar” a Israel.
Irán emitió el lunes un NOTAM (aviso de operaciones de vuelo) para el centro, oeste y noroeste del país, aconsejando a las aeronaves que cambien sus rutas.
Durante la misma jornada, el general Michael Kurilla, jefe del Comando Central de Estados Unidos, llegó a Israel para coordinar los preparativos defensivos para contener el ataque previsto. Por su parte, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Sergei Shoigu, arribó a Teherán. Las superpotencias son ahora parte del juego.
El asesinato de Haniyeh se produjo al día siguiente de que un ataque israelí en Beirut matara a Fuad Shukr, un alto mando de Hezbolá, la milicia apoyada por Irán en Líbano. Ese asesinato aumentó las tensiones que ya estaban en alza entre Israel e Irán y sus aliados en la región. El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, dijo la semana pasada que su conflicto con Israel había entrado en una nueva fase y amenazó con una gran represalia en respuesta al asesinato.
Hezbolá lleva meses participando en ataques de represalia contra Israel, lo que ha suscitado temores de que la región se esté inclinando hacia una guerra más amplia. Hezbolá ha disparado miles de cohetes y aviones no tripulados contra Israel, afirmando que estaba actuando en solidaridad con Hamas, que también cuenta con el apoyo de Irán. Israel ha tomado represalias y ha evacuado a decenas de miles de sus ciudadanos en el norte de Israel, cerca de la frontera con Líbano.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo el domingo que su país estaba “en una guerra de múltiples frentes contra el eje maligno de Irán” y estaba “preparado para cualquier escenario, tanto ofensivo como defensivo”.
El lunes, Hezbolá e Israel intercambiaron fuego transfronterizo, y un ataque aéreo israelí mató a dos personas en el sur de Líbano, según el Ministerio de Salud de ese país. Los ataques no fueron parte de la gran represalia con la que Hezbolá ha amenazado, pero los civiles en Líbano e Israel siguen preparándose para una posible guerra total. De hecho, la Organización Mundial de la Salud informó el lunes que había entregado 32 toneladas de suministros médicos de emergencia a Líbano en caso de un conflicto más amplio.
Según declaraciones de altos funcionarios iraníes y artículos publicados en los medios de comunicación del país, parece que el régimen todavía está tratando de formular su respuesta. Teherán debe responder a la humillación que percibe. Esto, debido a que el asesinato de Haniyeh ocurrió cuando fue invitado por la Guardia Revolucionaria para la investidura del nuevo presidente iraní.
En una columna en el diario israelí Haaretz, el periodista Zvi Bar’el, señaló que “Israel, Irán y Hezbolá están atrapados en una guerra de humillación, y parece que la humillación puede hacer que no ‘piensen correctamente’”.
“Si se suponía que los asesinatos tenían un valor añadido en forma de restablecimiento del poder de disuasión, la aprensión por la respuesta demuestra que el poder de disuasión no aumentó, sino que puede haber disminuido. El asesinato del líder político de Hamas, Ismail Haniyeh, en suelo iraní no puede separarse de la amenaza estratégica que entraña, la que tiene a Israel mordiéndose las uñas esperando la decisión de Teherán”, escribió.
Gaza y sus rehenes se han convertido en un problema secundario, por no decir marginal, un daño colateral de la “gran” guerra que se acerca a su punto de ebullición, apunta. Sólo es interesante Para Zvi Bar’el, “la respuesta retórica de Teherán al asesinato de Haniyeh indica un cambio fundamental en la estrategia iraní, que depende del establecimiento de un ‘anillo de fuego’ que supuestamente proteja a Irán de un ataque directo y genere focos de fuego regionales y locales. Irán eludió su anillo de fuego en abril, cuando atacó directamente a Israel, convirtiéndose en un objetivo principal, pero especificó que se trataba de una respuesta única que no apunta a desencadenar una guerra total”.
“El supuesto de trabajo que guía los sistemas defensivos y ofensivos israelíes y estadounidenses es que Irán también atacará objetivos en Israel esta vez, presumiblemente junto con sus aliados. La intensidad de la retórica se interpreta como la voluntad y disposición iraníes de ampliar el círculo de combate. Sin embargo, en el camino hacia el lanzamiento de drones y misiles contra Israel, y a pesar de la intensidad de su humillación, Irán está obligado a examinar racionalmente el precio que podría exigirle un ataque de ese tipo, es decir, cómo responder sin cometer suicidio, perder sus activos estratégicos o dañar la eficacia de sus aliados y el poder del anillo de fuego para servirle en el futuro. Esto se debe a que cada uno de estos satélites tiene un papel central en el país en el que opera, antes de su misión de represalia prevista contra Israel”, añadió.
Por ejemplo, las milicias chiitas en Irak no son sólo grupos militares armados que atacan objetivos estadounidenses e israelíes. Estas milicias se financian con el presupuesto de Defensa iraquí. Como fuerza militar que opera junto con el Ejército regular, estas milicias sirven a los líderes políticos chiitas en Irak y les dan más poder, lo que a su vez beneficia a Teherán, explicó el analista.
En este sentido, en febrero, después de que un ataque de estas milicias a una base estadounidense en Jordania provocara una respuesta masiva de Estados Unidos contra sus bases, Jamenei, envió al comandante de la fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, Esmail Ghaani, a Bagdad para ordenar a sus líderes que dejaran de atacar objetivos estadounidenses. Esto se debió a su necesidad de preservar a las milicias.
De manera similar, Irán ha coordinado hasta ahora con Hezbolá las operaciones de este último, ya que la relevancia que tiene la organización en la protección de los intereses iraníes en Líbano y Siria ha superado cualquier otra consideración.
A juicio del periodista israelí, Amos Arel, “un ataque desde Líbano podría tener como blanco objetivos militares y estratégicos en el norte y el centro del país e incluir un intenso fuego de una magnitud sin precedentes en Israel. La amenaza de Líbano es actualmente más peligrosa que la amenaza de Irán, habida cuenta de la enorme cantidad de misiles de que dispone Hezbolá, muchos de ellos guiados con precisión, así como de la proximidad a Israel”.
Los houtíes pueden ser la excepción a esta regla, ya que no son una organización dentro del Estado, sino el Estado mismo, al menos en la parte de Yemen que conquistaron en 2014, dijo el periodista israelí. Inicialmente, Irán no los vio como uno de sus agentes e incluso les aconsejó que no tomaran el control de Yemen. Pero los acontecimientos sobre el terreno convirtieron a los houtíes, que no son chiitas ortodoxos, en un agente iraní, aunque no obedecen automáticamente las órdenes de Teherán.
“Por lo tanto, Irán debe considerar cuidadosamente cómo las esperadas respuestas israelíes y estadounidenses a cualquier ataque contra Israel afectarán a cada uno de estos países, y especialmente a Líbano e Irak”, indicó Zvi Bar’el.