El naufragio este miércoles de un barco pesquero que transportaba personas de manera presuntamente irregular impactó no solo a un país, sino que a parte importante de la comunidad internacional. Ocurrido al suroeste de la península del Peloponeso, frente a las costas de Grecia, ya se convirtió en el hecho más mortífero de este tipo en lo que va del año, y de confirmarse cifras entregadas por BBC, el panorama podría empeorar.
Hasta ahora se había confirmado el deceso de 78 y el rescate de 104 personas que viajaban al interior del barco que, según investigaciones preliminares, habría presentado una falla que lo mantuvo flotando en la Fosa de Calipso del mar Jónico (de unos 4.000 metros de profundidad) por unos minutos antes de zozobrar, pese a que se le ofreció ayuda para acercarlo al puerto de Kalamata, la que habría sido rechazada por quienes dirigían la embarcación.
Según la BBC, que se basó en los relatos de sobrevivientes –todos hombres, hasta el momento–, eran transportadas hasta 750 personas previo al desastre provocado, en parte, por una tormenta que azotaba las costas griegas durante el miércoles. Según ellos, en el barco había entre 50 y 100 niños, en una cifra que varió entre los rescatados. También había mujeres a bordo, pero no existe siquiera rastro de ellas ni de los menores.
Manolis Makaris, médico jefe del Hospital General de Kalamata que atendió a los rescatados, dijo al medio británico que “ellos (los sobrevivientes) nos dijeron que había niños en el fondo del barco. Niños y mujeres”, relató. “Uno me dijo que había unos 100 niños, el otro unos 50, así que no sé la verdad, pero son muchos”, aclaró luego.
Sobre el número total, sin embargo, los que lograron ser salvados no mostraron dudas. “El número exacto de personas que viajaban en el barco era de 750. Es la cifra exacta que todo el mundo nos dijo. Esta es la cifra exacta que todos me han comunicado al respecto”, dijo Makaris.
En tanto, el portavoz del gobierno griego, Ilias Siakantaris, aseguró que existían informes aún no confirmados de la presencia de hasta 750 personas. “No sabemos qué había en la bodega..., pero sabemos que varios contrabandistas encierran a la gente para mantener el control”, dijo a la emisora pública ERT. Las fotografías publicadas por la Guardia Costera Helénica muestran a un maltrecho barco pesquero repleto de personas en la cubierta, utilizando prácticamente todo el espacio disponible.
“Es desgarrador y sencillamente inaceptable que estas personas, que buscaban seguridad y un futuro mejor, hayan muerto en las fronteras de la Unión Europea en 2023″, señaló en un comunicado el director de operaciones de la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR), Frido Herinckx. Podría ser “una de las peores tragedias migratorias de la historia”, cerró.
Stella Nanou, del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), planteó que “podría tratarse de la peor tragedia marítima de los últimos años en Grecia”, dijo a la radiotelevisión pública griega ERT. Según voluntarios de la Cruz Roja Helénica, la posibilidad de rescatar a más personas son cada vez más escasas, consignó Deutsche Welle.
El mismo medio afirmó que tres de los hombres rescatados con vida fueron interrogados bajo la sospecha de ser los presuntos traficantes de personas a cargo de la embarcación. ERT, en tanto, detalló que se han efectuado entre 11 y 12 detenciones en la Autoridad Portuaria de Kalamata. Los guardacostas han sido criticados por no ayudar a pesar de que su asistencia fuera rechazada durante la madrugada del miércoles, en que finalmente naufragó el barco.
La tragedia desnudó un problema mucho más profundo. La ruta utilizada por el barco pesquero es el recorrido migratorio más mortífero del mundo y demuestra, según una columna del corresponsal europeo de The Guardian, Jon Henley, “la incapacidad de Europa para afrontar uno de sus mayores retos”.
El registro de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que contabiliza los migrantes desaparecidos desde 2014, calcula que 27.000 personas que pretendieron cruzar el Mediterráneo han muerto o desaparecido en el intento, consignó el periódico británico. De ellas, más de 21.000 ocurrieron en la llamada ruta del Mediterráneo central, agregó, espacio que abarca desde Libia o Túnez hacia el norte, hasta Grecia o Italia, dos de los destinos de entrada al continente desde Asia, África y Medio Oriente.
Cronología de una tragedia
“Mis parientes estaban en el barco”, comentó Aftab, un hombre que viajó desde Reino Unido hasta Kalamata cuando se enteró de que cientos de las personas que iban en su interior estaban desaparecidas. Al menos cuatro de sus parientes paquistaníes estaban a bordo, recogió BBC. “Encontramos a uno de los familiares en (el centro de rescate). Pero aún no hemos podido localizar a los demás”, le dijo a la cadena británica.
Fue una verdadera crónica de muerte anunciada. La embarcación se hundió a las 2.04 hora local del miércoles, a unos 80 km al suroeste de Pilos. Poco menos de 25 minutos antes, los guardacostas recibían un aviso de que el motor había fallado, a las 1.40. En ese lapso, el transporte marítimo desapareció por completo, iniciando un operativo de rescate que se vio obstruido por los fuertes vientos que había en ese momento.
La primera señal de aviso llegó de parte de la activista por los derechos humanos ítalo-marroquí Nawal Soufi, quien fue contactada por personas al interior del barco el martes por la mañana. Cerca de las 14.00 del mismo día, los guardacostas griegos se percataron de la presencia del pesquero, sin recibir solicitudes de ayuda, aseguraron según su cronología oficial.
El Ministerio de Transportes de Grecia se puso en contacto con ellos en numerosas ocasiones, relató BBC, recibiendo como respuesta que solo quería cruzar hacia Italia. En tanto, Alarm Phone, una línea de ayuda de emergencia dedicada a migrantes que se ven en situación de riesgo en el mar, registró múltiples llamadas de socorro desde la embarcación, cerca de una hora después de que los guardacostas se contactaran con ellos por primera vez.
Cerca de las 18.00 del martes, otra embarcación comercial se acercó para entregar agua y alimento, y una segunda hizo lo propio horas más tarde. A través de un post de Facebook, Nawal Soufi aseguró que la situación se “complicó” cuando un barco de rescate se acercó y amarró una cuerda al pesquero para intentar remolcarlo. Según una versión inicial, debieron desistir de su intento luego de que surgiera el temor de que se volcara, alejándose de la embarcación que luego se hundiría.
Según el portavoz de los guardacostas, Nikos Alexiou, intentaron convencerlos de que pidieran ayuda, y “se quedaron por si nos necesitaban para salvar a gente”, consignó BBC. Aquí, las versiones fueron variando durante el día, como se puede apreciar en el artículo original del mismo medio, puesto que, según algunos rescatados, habría sido en el proceso de remolcar al barco donde este se hundió.
Este jueves, el exprimer ministro griego Alexis Tsipras visitó el puerto para hablar con los sobrevivientes y entender qué salió mal. “Los guardacostas griegos pidieron al barco que les siguiera, pero no pudieron”, detalló un traductor. “Los guardacostas lanzaron entonces una cuerda, pero como no sabían cómo tirar de ella, el barco empezó a balancearse de derecha a izquierda”, continuó explicando. “El barco de los guardacostas iba demasiado rápido, pero la embarcación ya se inclinaba hacia la izquierda, y así fue cómo se hundió”, relataron.
Síntoma de un problema mayor
Cuando Mohamed Sanoh, de Guinea, decidió embarcarse junto a nueve primos y amigos hacia las costas de Italia, lo hicieron a sabiendas de que el viaje podía salir mal, pero aun así lo hicieron. Juntaron miles de dólares para embarcarse en un buque que alcanzó a viajar cinco de las 10 horas previstas en el itinerario, cuando los guardias fronterizos de Túnez los atraparon y obligaron a regresar a tierra, relató a The Wall Street Journal.
Ahora, están intentando juntar nuevamente el dinero para hacerlo una vez más. “¿Qué conseguiremos quedándonos aquí?”, dijo al periódico estadounidense. “No hay trabajo, ni dinero, ni oportunidades”.
Su historia dista de ser la única, considerando que el peligroso viaje por el Mediterráneo hacia suelo europeo alcanzó su nivel más alto en seis años. En febrero de este año, otras 90 personas -incluidos 34 niños- murieron luego de que su embarcación de madera naufragara frente a Calabria, a unos cientos de metros de la costa italiana.
El mayor número de muertes registradas fue en 2016, cuando una ola de personas huyendo de la guerra civil siria decidió arriesgarse y cruzar el peligroso lugar, lo que se refleja en que de los 27.000 decesos contabilizados desde 2014 en el Mediterráneo por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 21.000 han ocurrido en la ruta central.
Un informe publicado por el mismo organismo, citado por The Guardian, reveló que en dicha ruta han muerto al menos 441 personas ahogadas solo entre enero y marzo de este año, convirtiendo al período de tres meses en el más mortífero desde 2017.
Entre abril y mayo, y sin considerar el reciente hecho en las costas griegas, otras 600 personas están muertas o desaparecidas, lo que da una cifra de 1.039 migrantes, al menos en cuanto a números oficiales se trata, considerando que muchos hundimientos nunca se registran.
La OIM ha criticado a países mediterráneos por su poca colaboración en el asunto migratorio, con ONG que han visto retrasado su trabajo de búsqueda por obstaculizaciones estatales. Italia, detalló The Guardian, ha impuesto severas restricciones e incluso ha incautado embarcaciones humanitarias, mientras que Grecia se ha enfrentado a duras críticas internacionales –todas negadas por Atenas– tras ser acusados de empujar de vuelta a Turquía a migrantes que llegaban a sus tierras, impidiendo ilegalmente la solicitud de asilo.
Si bien las cifras migratorias están lejos de las registradas entre 2015 y 2016, la discusión también está cruzada por la “sobrecarga” a la que se enfrentan países de la “primera línea” europea a la hora de recibir los flujos de personas, como lo son precisamente Italia y Grecia, en desmedro de las naciones del norte, el centro y el este. En ese grupo hay naciones como Hungría y Polonia que se niegan a recibir un solo refugiado.
La discusión sobre la conformación de un pasillo humanitario está lejos de terminar, pero durante la semana pasada los líderes de la UE llegaron a un acuerdo para un nuevo pacto de migración y asilo que incluye multas de cerca de 22.000 dólares por persona contra los países miembro que se nieguen a acoger refugiados. En tanto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que se está considerando el envío de 1.000 millones de euros de ayuda financiera a Túnez para hacer frente a la crisis económica –y, por ende, migratoria– que empuja a salir a sus ciudadanos.