“¿Es un jet o una bomba?", pregunta en un video Abdullah Al-Mohammad. “Una bomba, cuando suene nos vamos a reír”, responde Salwa, de tres años a su padre para después sonreír, mientras en las afueras se escuchan explosiones. Ese era el juego que día a día esta familia siria construía para que la menor no se asustara con los constantes bombardeos, especialmente después que perdieron su casa en Saraqib ante el avance del conflicto armado y se trasladaron a la casa de un amigo en Sarmada, Idlib. El video se hizo viral en las últimas semanas y el gobierno de Turquía contactó a la familia para sacarlos de Siria.

El padre de Salwa, de 32 años, inventó la ilusión para que la niña perdiera el miedo al ruido de las bombas que caían frecuentemente en la zona. Así, ella debía adivinar si el ruido provenía de un avión o de una bomba.

Ante el reconocimiento generado en las redes sociales, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan contactó a la familia y ayer, Abdullah, Salwa y su madre cruzaron la frontera de Siria a través del paso de Cilvegozu para establecerse en Turquía.

“Estamos lejos de la guerra, no hay explosiones, no hay aviones, no hay muerte. Es un sitio nuevo, no tengo trabajo, pero estoy feliz".

Abdullah Al-Mohammad, padre de Salwa

Desde esta semana la familia es parte de los 3,5 millones de refugiados sirios que viven en territorio turco. A pesar de que el país no otorga la residencia, Salwa y sus padres recibieron la tarjeta de refugiados.

Abdullah al-Mohammad y su hija Salwa, de tres años.

En conversación con la agencia Anadolu, el padre de Salwa aseguró que no tiene trabajo, pero que decidieron no regresar a Siria hasta que la guerra se acabe.

El video viralizado alcanzó más de 2,7 millones de visualizaciones y fue comparado con la película “La Vida es Bella”. Un amigo turco de la familia, Mehmet Algan fue quien dio a conocer lo “exhaustos” que estaban de ver a su hija crecer en medio de la guerra.

Salwa junto a su madre y juguetes

La agencia Anadolu publicó fotografías de la niña riendo con un avión de juguete en la mano, mientras recorre la localidad turca de Reyhanli donde fueron recibidos por algunos amigos.

Sin embargo, el “final feliz” de Salwa junto a su familia no ha llegado para todos los sirios que cada día se acumulan en la frontera del lado de Siria esperando cruzar para buscar un lugar seguro.