El “cordón sanitario”, como se conoce en el país a la cooperación del resto de fuerzas políticas para impedir el acceso de Alternativa para Alemania (AfD) a las instituciones, no funcionó esta vez. Hace una semana el partido ganó las elecciones de la comarca de Sonneberg, en el estado de Turingia, al este de Alemania, logrando introducir a su primer político al frente de un órgano local de gobierno.
La victoria de Robert Sesselmann no solo lo convierte en líder de uno de los 294 distritos de la mayor economía de Europa, sino que representa un hito para su colectividad, que ha alcanzado máximos históricos en las encuestas nacionales: la extrema derecha gobernará un distrito por primera vez desde la Segunda Guerra. Aunque los partidos de ultraderecha han ganado terreno en toda Europa, la fuerza de AfD es especialmente sensible en Alemania debido al pasado nazi del país.
La AfD, con la que los principales partidos de Alemania se niegan oficialmente a cooperar debido a sus puntos de vista radicales, ganó una segunda vuelta en el distrito de Sonneberg, de alrededor de 57.000 habitantes, luego que Sesselmann obtuviera el 52,8% de los votos, derrotando a su rival Jürgen Köpper, miembro de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), que solo obtuvo el 47,2% de los sufragios. Tras la primera vuelta, en la que ningún candidato consiguió la mayoría absoluta, las grandes formaciones políticas, incluidos el Partido Social Demócrata de Alemania (SPD) del canciller Olaf Scholz, Los Verdes y hasta Die Linke (La Izquierda), apoyaron sin éxito a Köpper.
En su cuenta de Twitter, el partido de extrema derecha celebró su victoria: “Enhorabuena a nuestro primer Landrat (líder de un condado), Robert Sesselmann. Vendrán más. ¡Estamos recuperando nuestro país!”. “Estamos camino de ser un partido de masas. Podemos hacer historia el año que viene”, dijo Sesselmann en su triunfal noche electoral del 25 de junio, rodeado de sus jefes: Tino Chrupalla, copresidente de AfD, y Björn Höcke, líder de AfD en Turingia y jefe de Sesselmann en el Parlamento de ese estado federado.
Turingia, donde se encuentra el distrito de Sonneberg, fue una de las primeras bases de poder del Partido Nacionalsocialista de Adolf Hitler, después de que este pasara a formar parte del gobierno en 1930. Desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949, es la primera vez que un partido de extrema derecha gana una elección local.
El presidente del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Josef Schuster, expresó su profunda conmoción. “Este es un punto de inflexión que las fuerzas políticas democráticas de este país no pueden simplemente aceptar”, dijo al medio RND. También considera que “no todos los votantes de AfD son extremistas, pero este partido y su candidato claramente lo son”.
Por su parte, Charlotte Knobloch, sobreviviente del Holocausto y presidenta de la Comunidad Judía de Munich, afirmó que los votantes en Sonneberg habían tomado “una decisión peligrosa”, pero agregó que los funcionarios a nivel federal y estatal también tenían responsabilidad por el resultado.
Desde el mundo político, el actual gobernador del estado de Turingia, Bodo Ramelow, del partido La Izquierda, afirmó que el éxito de AfD en Sonneberg demostraba que el populismo de extrema derecha visto en Estados Unidos, Francia y otros países europeos también ha calado en Alemania.
Friedrich Merz, líder de la CDU, acusó al partido ecologista Los Verdes, que forma parte del gobierno federal de Olaf Scholz, de alienar a los votantes al exigir medidas duras contra el cambio climático. Haciéndose eco del discurso de la AfD, Merz dijo que su partido centraría sus ataques en los Verdes.
La colíder del partido verde, Ricarda Lang, por su parte, advirtió contra una “guerra cultural de derechas”. “Ahora será tarea de todos los partidos democráticos impedir una normalización de la AfD, porque está claro que sigue siendo una amenaza para la democracia”, declaró.
En cuanto al gobierno alemán, el portavoz del canciller Olaf Scholz declinó comentar directamente el resultado de las elecciones de Sonneberg, pero dijo que era importante tomarse en serio las preocupaciones de la gente y entablar “debates civilizados”. “Nuestro país está formado por valores como la justicia, la tolerancia, la decencia y el respeto”, declaró Steffen Hebestreit a la prensa en Berlín. “Esto debe cultivarse y practicarse una y otra vez”.
Según Reuters, el triunfo en Sonneberg es el último éxito del partido, que está en medio de una ola de descontento popular con la incómoda coalición del canciller socialdemócrata Olaf Scholz con Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP), que está plagada de luchas internas por la política y el presupuesto.
“Este triunfo es una marca fuerte, un mensaje simbólico de lo que está pasando con la política alemana, de cierta decepción que hay en algunos sectores de la población, especialmente en el este, con la política del gobierno actual. Pero también con la falta de claridad y explicación de un proyecto propio por parte de la oposición, que sería el partido que lideraba Angela Merkel cuando estaba en el gobierno y ahora lidera Friedrich Merz en la CDU”, comenta a La Tercera Franco Delle Donne, doctor en Comunicación por la Freie Universität Berlin y coautor del libro Factor AfD: El retorno de la ultraderecha a Alemania (2017).
“Bajo vigilancia”
Formado hace una década como un partido antieuro, la popularidad de AfD aumentó después de la crisis migratoria de 2015 y entró al Parlamento en 2017, convirtiéndose en la oposición oficial.
La colectividad de extrema derecha se opone a las sanciones económicas contra Moscú por la guerra de Ucrania y cuestiona que la actividad humana sea una causa del cambio climático. De hecho, Sesselmann, abogado de 50 años, hizo campaña en Sonneberg sobre cuestiones nacionales más que locales, con carteles en los que se leía: “Acabar con el euro”, “Proteger las fronteras” y “Por las negociaciones de paz y contra las sanciones (a Rusia)”.
Sesselmann se impuso, pese a que la agencia de inteligencia nacional dijo el mes pasado que el extremismo de extrema derecha suponía la mayor amenaza para la democracia en Alemania y advirtió a los votantes sobre el respaldo a la AfD.
El líder regional del partido en Turingia, Björn Höcke, forma parte del ala más radical de la AfD, y está “bajo vigilancia” desde 2021 por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, nombre que reciben en Alemania los servicios de inteligencia del Ministerio del Interior. La institución acusa a la colectividad de “infracciones del Estado de Derecho y de los principios democráticos” y de “revisionismo histórico”.
“Björn Höcke es una persona que tiene expresiones antisemitas, que a veces recuerdan a cierto discurso nacionalsocialista”, señala Delle Donne. Sin embargo, destaca que “el partido ha podido todavía evitar, si se quiere, tener ese estigma al menos generalizado de toda la sociedad, de que son lo mismo o son muy cercanos o defienden la ideología nacionalsocialista”.
El jefe de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución advirtió recientemente sobre “paralelos asombrosos” entre el presente y las décadas de 1920 y 1930, que vieron un aumento en el extremismo político y el autoritarismo que culminó en la dictadura nazi, destacó Euronews.
Tras la victoria de Sesselmann las interrogantes se multiplican y para los partidos políticos de Alemania el desafío es enorme. No porque AfD haya ganado en Sonneberg, sino porque a nivel federal, según lo que indican las encuestas, la ultraderecha pelea por el segundo lugar.
Si este domingo se celebraran elecciones legislativas en Alemania, la oposición cristianodemócrata obtendría el 29% del voto, la AfD el 19% y los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz quedarían relegados a un tercer puesto con el 17%, según el último sondeo mensual elaborado por el instituto Infratest Dimap para la televisión pública ARD. En tanto, los actuales socios de coalición de gobierno, los verdes y los liberales, obtendrían respectivamente un 15% y un 6%, mientras que La Izquierda, con un 4%, se quedaría por debajo del umbral necesario para acceder al Bundestag (la Cámara Baja del Parlamento).
Tan sólo unas semanas atrás, los socialdemócratas y la ultraderecha se encontraban empatados en el segundo puesto, pero la AfD ha continuado desde entonces con un rasante ascenso a valores récord en los 10 años desde su fundación en 2013.
Un 52% de los ciudadanos entrevistados por el instituto Infratest Dimap se manifestaron a favor de mantener el conocido como “cordón sanitario”, mientras que un tercio se pronunció en contra. La oposición a esta práctica es más elevada en los Länder de la antigua Alemania oriental (un 40% la rechaza) y en la franja de edad de entre 35 y 49 años (en torno al 45%), mientras que entre los mayores de 65 años un 58% está a favor de mantener dicho “cordón”.
Norbert Röttgen, un importante legislador de la CDU, describió la encuesta como “un desastre” y “una señal de alarma para todos los partidos del centro”. Dijo que su propio partido de centroderecha debería preguntarse por qué no se ha beneficiado tanto de la desilusión de los votantes con el gobierno actual, que reemplazó a una coalición encabezada por Angela Merkel.
Daniel Günther, ministro-presidente de Schleswig-Holstein, estado federado en el norte del país, y reconocida figura de la CDU, manifestó la necesidad de ofrecer un discurso de centro que no se pierda en “escandalizarse por cuestiones secundarias que no nos llevan más lejos como sociedad”.
Y luego agregó una frase fundamental: “Actualmente no estamos logrando transmitirle a la gente qué haríamos de forma distinta”. Esta frase de Günther refleja una necesidad, no solo de su partido, sino de todo el espectro político democrático. Se trata de dar cuenta de la existencia de proyectos en competencia que puedan brindar soluciones concretas y no narrativas antidemocráticas y reduccionistas, destacó France 24.
“Normalización” del partido
“Además de la decepción y descontento que explica en parte el fenómeno”, sostiene Delle Donne, “la normalización del partido en tanto una opción política tiene mucho que ver con el crecimiento” de AfD. “Cada vez se reduce la espiral del silencio, ese miedo, esa vergüenza de decir que voy a apoyar a AfD. Y eso genera una normalización del partido en el sentido en que se lo piensa como un partido votable más allá del enojo”, explica.
“Y la otra cara de la normalización es la normalización narrativa y de la agenda de AfD”, prosigue. “Cuando escuchamos a miembros de partidos del centro, de partidos de la centroderecha, de la centroizquierda o de la izquierda, incluso de la izquierda poscomunista, diciendo frases, estableciendo marcos interpretativos, hablando de los temas en los términos en los que habla la ultraderecha, lo que se está consiguiendo es la normalización de su agenda y, por consiguiente, un impacto positivo hacia ellos, en términos de legitimar sus posiciones y sus dichos. Y ese es el gran peligro que vive Alemania”, advierte Delle Donne.
Por mientras, la AfD sigue ganando terreno. Los sondeos son tradicionalmente favorables para el partido en lo que otrora fue la extinta República Democrática de Alemania (RDA). En Sajonia, Turingia y Brandeburgo, tres Länder del este teutón, AfD va camino de ganar las elecciones que esos estados federados celebran el año próximo, según las encuestas.
“En el este del país hubo una encuesta que le dio 32%, nueve puntos por encima del segundo. Si Alemania fuera dos países, AfD tendría el primer lugar en el este”, asegura Delle Donne. “Pero todo esto no significa que de las elecciones salga ganador. En un parlamentarismo el que gana es el que logra formar gobierno. Entonces, claramente, al menos por ahora, ningún partido tiene pensado pactar, negociar con AfD”, aclara.
Pero el experto cree que “todo esto junto hace pensar que AfD va a tener unos buenos resultados, no significa que vaya a ser gobierno, pero va a condicionar la formación de gobierno, va a condicionar la política y la agenda”. “Y va a generar muchas discusiones internas en algunos partidos, porque hay sectores dentro de algunos partidos que piensan que tal vez habría que empezar a pensar en la opción de tener un diálogo con el partido de derecha radical”, señala.
Quizá por ello la AfD planea incluso presentar un candidato a canciller en las elecciones federales de 2025. El colíder de la colectividad, Tino Chrupalla, declaró que la elección de Sesselmann en Sonneberg era sólo “el comienzo de una larga serie de éxitos”.