Rachel Trafford abre una serie de puertas en HMP Dovegate, una prisión de alta seguridad de categoría B en Staffordshire, Inglaterra. A medida que se adentra en el recinto penitenciario, se oyen ladridos de perros. Pero no se trata de los clásicos guardianes entrenados para infundir miedo a los prisioneros y disuadir a eventuales fugitivos. Son cachorros: los jóvenes alumnos del proyecto Restart Dogs. En noviembre de 2021, Dovegate se convirtió en la primera prisión de adultos de Inglaterra en impartir un curso de adiestramiento canino a tiempo completo.
Con un equipo de adiestradores profesionales -y voluntarios de acogida que cuidan de los cachorros por las tardes y los fines de semana-, el programa entrena perros de asistencia para la comunidad. Al mismo tiempo, proporciona a hombres que cumplen condenas importantes los conocimientos y cualificaciones necesarias para convertirse en adiestradores y cuidadores de perros.
“Capacitamos a prisioneros/infractores adultos para que se conviertan en entrenadores de perros de asistencia durante su tiempo cumpliendo sentencias en prisiones, ayudando a crear una identidad social cambiada”, se lee en el sitio web de Restart Dogs.
“Al proporcionar un entrenamiento moderno y basado en refuerzo positivo a los perros del programa, los prisioneros promueven el bienestar animal responsable y un entrenamiento canino efectivo sin violencia ni confrontación, lo que lleva a los estudiantes a una mayor empatía, autorregulación, habilidades sociales, compasión, responsabilidad y respeto”, agrega.
Los perros de asistencia ayudan a las personas discapacitadas en tareas cotidianas, como descargar lavadoras o abrir puertas. Su adiestramiento puede llevar hasta dos años. Dentro de la prisión, cada día de la semana, los nueve reclusos del programa aprenden a inculcar a los perros determinados comportamientos -como cargar- mediante el refuerzo positivo.
Cuando Trafford, la directora general y fundadora de Restart Dogs, habla de la psicología del adiestramiento canino, podría estar refiriéndose al sistema penitenciario: “El castigo suprime los malos comportamientos, pero no ayuda a crear comportamientos positivos”, afirma la conductista a cargo del proyecto. “La única forma de crear una nueva vía neuronal es seguir recompensándola”.
Dan, anteriormente traficante de drogas dentro de la cárcel, tuvo la oportunidad de hacer parte del proyecto, lo que lo animó a dejar las drogas “de la noche a la mañana”. “Lo que realmente va a reducir la probabilidad de que reincida es no querer reincidir”, afirma. “Hay que reducir el deseo de consumir drogas con una actividad significativa. Esto me mantiene con los pies en la tierra”. Las cualificaciones obtenidas en el curso y el conjunto de habilidades que está aprendiendo dibujan un panorama de lo que podría ser una vida alejado de la delincuencia cuando deje la prisión. “Ahora hay un grupo de presos de los que no tenemos que preocuparnos”, apunta Trafford.
“No consumen drogas, no tienen incidentes, son fáciles de manejar en los pabellones. Normalmente, en toda la población reclusa se hacen pruebas aleatorias de drogas. Si están en nuestro programa, es obligatorio. Si fallan, están fuera”, asegura Trafford. A pesar de ello, sólo un preso fue expulsado del programa, en sus primeros días. Como dice la encargada del proyecto con delicadeza, “necesitaban hacer un poco más de trabajo personal”.
Las propias directrices del College of Policing sobre programas de adiestramiento de perros para reclusos señalan que “en general, las pruebas sugieren que la intervención ha reducido la delincuencia”, basándose en la limitada información sobre iniciativas como Restart Dogs y un puñado de programas emergentes similares.
La primera perra graduada del programa, Nika -adiestrada en parte por Dan-, fue puesta al cuidado de Alfred Peterken, un joven con autismo, en 2022. “Nika es brillante”, dice Tabitha Peterken, la madre de Alfred, en declaraciones a la revista Positive News. “Cuando siente que se está produciendo una crisis... si se prolonga demasiado, se lo lleva fuera. Hemos podido sentarnos en cafés y tomar algo, cosa que antes no hacía”, añade.
Trafford ampliará el programa a una tercera prisión, Fosse Way, cerca de Leicester, en noviembre, y está creando una organización benéfica para ayudar a los presos recién liberados a poner en marcha sus propias empresas de adiestramiento canino. Dado que su condena finaliza en diciembre de 2024, presos como Dan tendrán la oportunidad de continuar con su trabajo al salir de la cárcel.