Una investigación de la cadena BBC reveló que el régimen del presidente Daniel Ortega, de Nicaragua, ha lucrado en los últimos dos años con más de cinco millones de migrantes que desean ingresar a Estados Unidos de manera irregular. Con este mecanismo, los migrantes acortan su ruta hacia el país de destino, mientras el gobierno autocrático de Ortega logra presionar a Washington e ingresar grandes cantidades de dinero.
Según explica el reportaje, el beneficio para los migrantes que utilizan Nicaragua como puerta de entrada es evitar cruzar el Tapón del Darién, una peligrosa selva entre Panamá y Colombia, que no cuenta con carreteras y es considerada como el “eslabón perdido” de la Carretera Panamericana. Es un lugar altamente biodiverso, siendo un entorno favorable para la migración irregular y el tráfico de drogas debido a su densa vegetación.
Los migrantes de regiones sin conexión terrestre -como el Caribe, Asia y África- utilizan Nicaragua como plataforma para llegar al país norteamericano, ya que el gobierno del presidente Daniel Ortega exime de visado a las principales nacionalidades que emigran a EE.UU. La forma en que llegan estos migrantes, entre los que se encuentran mujeres y menores de edad, es a través de los vuelos “chárter” o privados, que son facilitados por una aerolínea libia y arriban al aeropuerto de Managua, la capital del país.
“Ahora se ha abierto el espacio aéreo nicaragüense para cualquier aerolínea. Y siempre hay un porcentaje difícil estimar de cuántos de esos migrantes son personas traficadas para fines de explotación sexual, explotación laboral o si hay menores de edad, ya que las autoridades nicaragüenses no se preocupan por determinar si realmente vienen acompañados de sus padres, si están con su voluntad o si están en una alta vulnerabilidad de caer en estas redes del crimen organizado”, explica a La Tercera Félix Maradiaga, becario del National Endowment for Democracy y presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua.
El Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. emitió una alerta sobre la explotación de servicios de transporte por redes de tráfico de migrantes a mediados de mayo pasado, señalando que Managua se ha convertido en un punto de desembarco clave. Pero aún con la advertencia, han seguido llegando aviones: el 18 de mayo, un vuelo chárter de Ghadames Airlines proveniente de Benghazi, Libia, aterrizó en Managua con 356 migrantes que buscaban llegar a Estados Unidos.
La página de Aviación Civil de Nicaragua no reportó la llegada de dicho vuelo, de acuerdo con el diario nicaragüense La Prensa. “Hay una relación directa de los traficantes de personas de los grupos ilícitos organizados en toda esta mafia internacional que simplemente les pagan a las autoridades nicaragüenses la coima, porque no hay otra manera de definirlo. No es un proceso ni transparente ni es un proceso tampoco normal”, denuncia Maradiaga.
“El régimen está buscando cualquier tipo de ingreso para sostener la dictadura”, asegura Ivannia Álvarez, activista opositora y directora de redes ciudadanas del observatorio de investigación y fiscalización ciudadana Urnas Abiertas. Sobre cuánto dinero ha ingresado Ortega con este negocio, señala: “No creo que haya un dato exacto, porque en Nicaragua no hay información pública, ni siquiera del presupuesto nacional, no se sabe cómo se distribuye”.
Para Maradiaga, “la dictadura de Daniel Ortega se ha convertido en un aparato promotor del tráfico indocumentado de personas e incluso de colaborar con el crimen organizado, al darles a los traficantes de personas una especie de protección especial en Nicaragua”.
“El crimen organizado es indispensable cuando hablamos de migración irregular, sobre todo los grupos armados e irregulares que controlan el Tapón del Darién, como el Tren de Aragua, por ejemplo, que ha sido puesto como una preocupación en la agenda de EE.UU.”, precisa a La Tercera Alexa Zamora, activista nicaragüense y ganadora del Premio Martin Luther King de Democracia y Derechos Humanos en 2019.
Consultada sobre la efectividad de esta ruta hacia EE.UU. y el riesgo de deportación en los países previos al objetivo, Zamora explica que los aliados de Ortega en la región, como Honduras, facilitan el tránsito. “Lo puede decir cualquier nicaragüense que haya salido por una vía irregular para salvaguardar su vida: no es necesariamente difícil pasar de Nicaragua a Honduras. La permeabilidad de la frontera, sobre todo en Centroamérica, es bastante alta. Por otro lado, Ortega ha tenido la habilidad de mantener a Nicaragua fuera de la discusión en el Consejo de Seguridad del Sistema de Integración Centroamericano, incluso en lo que atañe a materia migratoria”, explica.
Desde el regreso de Ortega al poder en 2007, su régimen colaboró estrechamente en materia de seguridad con Estados Unidos, controlando el tráfico de drogas y personas. Esa cooperación duró hasta 2018, cuando Washington impuso sanciones tras protestas masivas en el país centroamericano. Consultado por cuál es la principal motivación para el régimen de mantener este millonario negocio, Maradiaga explica que “sin lugar a dudas es la intención de la dictadura de Ortega de desafiar las sanciones de Estados Unidos, que lo han debilitado. Él toma esto como un arma política para desafiar a Estados Unidos”.
“No hay que perder de vista que Ortega en su radicalización tiene un odio histórico hacia Estados Unidos. Siempre ha tenido un discurso profundamente antinorteamericano y no ha tenido reservas en asociarse por ejemplo con Corea del Norte, con Irán, con Rusia, con China o incluso con los talibanes de Afganistán, y con cerrar misiones consulares de Nicaragua en ciudades con una alta densidad de migrantes nicaragüenses”, explica el presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua.