Estos días, Grecia se debate en una batalla estival entre toallas, por un lado, y tumbonas (reposeras) y hamacas, por otro. En plena temporada turística, el “movimiento de las toallas”, como se conoce en Grecia, es el apodo con el que los medios de comunicación griegos describen a un grupo de ciudadanos que se moviliza desde este verano para defender las playas públicas.

Turistas visitan la playa de Dassia en la isla de Corfú, Grecia, el 30 de junio de 2022. Foto: Reuters

El movimiento se inició el mes pasado en la popular isla turística de Paros, en el archipiélago de las Cícladas. En su página de Facebook, sus representantes afirman estar “preocupados por el expolio de las playas de Paros por empresas que explotan parte del litoral”. Estos ciudadanos griegos denuncian de hecho la privatización “sin control” de numerosas playas, en particular por parte de bares que instalan tumbonas en la arena. Estos últimos a veces incluso levantan vallas y cobran por el derecho a bañarse. En resumen, el movimiento de las toallas reclama que se respete la legislación griega y el libre acceso al mar. Incluso en las zonas ultra turísticas.

Un movimiento que se ha extendido

Las consecuencias de este movimiento ya son visibles. En la pequeña playa de Santa María, en Paros, por ejemplo, las tumbonas han desaparecido. Pero, sobre todo, el movimiento se ha extendido. Empezando en Paros, se ha extendido a otras islas que también sufren los excesos del turismo de masas, como Naxos, Mykonos y Santorini. El movimiento también se extendió hacia el norte, a las costas de la región continental de Calcídica.

Una vista aérea muestra la playa de Agios Prokopios, en la isla de Naxos, Grecia, el 8 de agosto de 2023. Foto: Reuters

Por ello, en un comunicado de prensa publicado a principios de mes, el ministro griego de Economía pidió más controles en las playas y sanciones para las privatizaciones sin base legal.

Una situación recurrente

El año pasado, en Mykonos, RFI recogía testimonios gente quejándose, como el de una treintañera que se lamentaba de que, frente a un bosque de tumbonas, ya no tenía libre acceso a una playa donde ella y sus amigas guardaban muchos recuerdos de su adolescencia. Entonces, todo el mundo podía sentarse en la arena, sin restricciones. También en Rodas, hace unos meses, antes de los incendios, varios vecinos se quejaban de ciertos puestos de ventas playeros que se estaban expandiendo sin autorización legal y que, según ellos, privaban a los habitantes de una parte de su isla.