Una ciudad que se presenta a sí misma como un lugar multicultural, algo que se evidencia, por ejemplo, en el hecho de que ha recibido a 110.000 refugiados entre 1979 y 2018 y celebra fervientemente el día de Juneteenth o día de la Libertad, que conmemora el fin de la esclavitud en EE.UU. en 1865. Pero lo cierto es que en lo más profundo de Minneapolis, por debajo de esta multiculturalidad, se esconden “raíces racistas” que explotan de vez en cuando. El último estallido se debe al asesinato de George Floyd, a manos de la policía.

Es la ciudad en la que se crió Prince y donde nació el “Minneapolis Sound”, donde el número de teatros per cápita es mayor a casi cualquier otra ciudad del país y donde también el 32% de los ciudadanos negros vivía por debajo de la línea de pobreza hasta 2016, mientras que solo el 6,5% de los blancos estaba en ese rango.

“Sigue habiendo una brecha racial extraordinaria para los habitantes de Minnesota cuando se trata de resultados educativos y atención médica”, sostiene The New York Times. Las familias negras de la ciudad del estado de Minnesota, con casi 430.000 habitantes, tienen una de las tasas de propiedad de vivienda más bajas del país. Además, antes de la pandemia, el 10% de los residentes negros de las Twin Cities o Área Metropolitana de Minneapolis-Saint Paul estaba desempleado en comparación con el 4% de los blancos.

Por otro lado, la fuerza policial, predominantemente blanca, ha sido acusada por décadas de prácticas racistas.