El rey Carlos III, que está recibiendo tratamiento contra el cáncer, ha elogiado a las personas que “extienden la mano de la amistad, especialmente en tiempos de necesidad”, y se ha hecho eco del compromiso de servir a la nación que hizo el monarca británico en su coronación el año pasado.
Carlos pronunció estas declaraciones en un mensaje grabado que se transmitió en el antiguo servicio religioso del Jueves Santo en la catedral de Worcester, en el centro de Inglaterra, el que el rey de 75 años se perderá debido a su enfermedad.
“En este país, somos bendecidos por todos los diferentes servicios que existen para nuestro bienestar”, dice en el mensaje que fue grabado junto con una lectura de la Biblia a principios de este mes.
“Pero más allá de estas organizaciones y su personal desinteresado, necesitamos y nos beneficiamos enormemente de aquellos que nos extienden la mano de amistad, especialmente en momentos de necesidad”.
La grabación se realizó antes de que su nuera, Kate Middleton, la princesa de Gales y esposa de su hijo mayor, el príncipe Guillermo, emitiera un mensaje de video en el que revelaba que estaba recibiendo quimioterapia preventiva después de que le descubrieron cáncer tras una cirugía abdominal en enero.
Si bien Carlos se perdió el evento del jueves, se unirá a otros miembros de su familia el domingo en un servicio reducido del Domingo de Pascua en el Castillo de Windsor, su primera aparición pública en un evento real desde que se reveló en febrero que padecía una forma de cáncer no revelada.
Como lo ha hecho en otros compromisos recientes, la reina Camilla sustituyó al rey en el tradicional servicio de Jueves Santo, presentando a 75 hombres y 75 mujeres, para marcar la edad del rey, con dos pequeñas bolsas que contienen obsequios simbólicos de monedas especialmente acuñadas.
La costumbre, que se remonta a siglos atrás, reconoce a los destinatarios por su destacado servicio cristiano en todo el país.
“Es para mí una gran tristeza no poder estar con todos ustedes hoy”, dice Carlos en su mensaje. “Este acto de adoración aquí en la Catedral de Worcester me recuerda la promesa que hice al comienzo del servicio de coronación, de seguir el ejemplo de Cristo, no para ser servido, sino para servir.
“Eso siempre he intentado hacer y sigo haciendo con todo mi corazón”.