La Gran Sinagoga de Bucarest, Rumania, honró la memoria del diplomático chileno Samuel del Campo, mediante la inauguración de una placa, por haber salvado la vida de 1.200 judíos polacos y rumanos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Del Campo fue cónsul de Chile en Bucarest entre 1941 y 1943, tiempo durante el cual ayudó a cientos de judíos que recurrían a él y, en especial, a los procedentes de Chernowitz. En esa ciudad rumana, con mayoría polaca, se creó un gueto en octubre de 1941, desde donde más tarde comenzaron deportaciones al campo de concentración de Transnistria, en la frontera oriental de Moldavia con Ucrania, consigna la agencia EFE.
La labor de Del Campo recuerda la del empresario alemán Oskar Schlinder, quien salvó la vida a 1.200 judíos, empleándolos como trabajadores en sus fábricas de utensilios de cocina y munición, ubicadas en las actuales Polonia y República Checa.
El consulado de Chile, con Del Campo a la cabeza, comenzó a expedir pasaportes chilenos para que los judíos obtuvieran la protección del gobierno. “Hizo cartas de protección para los judíos polacos, validaciones de pasaportes con la estampa de la República de Chile y, finalmente, dio consejo legal positivo sobre cómo protegernos de todo tipo de pasos antisemitas del gobierno de Rumania”, indicó a EFE Eliyahu Rosenthal, profesor y sobreviviente del Holocausto.
“Realmente tuvimos a alguien que se preocupó por nosotros”, añadió Rosenthal, que en esa época tenía solo ocho años.
De la documentación procedente del Consejo de Ministros de Rumania se calcula que hubo unos 1.200 judíos que obtuvieron el pasaporte chileno en esos años, y muchos de ellos fueron ayudados por Del Campo.
Después de 1943, Chile y Rumania rompieron relaciones diplomáticas y Suiza pasó a ser el representante de los intereses de los chilenos en el país.
“Del Campo vio en Rumania un problema en el que había gente que necesitaba colaboración, ayuda, necesitaba escapar de un régimen que asomaba como absolutamente totalitario y actuó más allá de las instrucciones del momento”, indicó a EFE en 2017 el entonces director general de Política Exterior de la Cancillería de Chile, Milenko Skoknic.
En ese sentido, el diplomático chileno Jorge Schindler del Solar -que escribió el libro La diplomacia más allá del poder. La inédita historia de Samuel del Campo: Chile y el Holocausto, donde se relata la historia de Del Campo- dijo en una entrevista con el portal El Maule Informa en julio pasado que “en el Chile de la época imperaba una política migratoria que, de ser muy restrictiva a principios de los años 30, pasó a ser derechamente antisemita al concluir esa década. Dicha política se acentuó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, llegándose a establecer la prohibición de otorgar visas a personas que tuviesen un abuelo o abuela judíos”.
“De acuerdo al subsecretario de Relaciones Exteriores (1944) Marcelo Ruiz Solar, el ser judío ‘no era una religión’, sino que ‘una raza’, y bastaba ser ‘un cuarto judío’ para que se denegara la visa para viajar a Chile. Samuel del Campo, que era el encargado de negocios y el cónsul de nuestro país en Rumania conocía perfectamente esta ‘doctrina” y sus respectivas instrucciones, por lo que no contó con el respaldo de las autoridades en Santiago”, añadió.
“Mediante completos informes políticos, él intentó infructuosamente sensibilizar al gobierno de la época, en 1942, con la persecución y exterminio de los judíos europeos y justificar así su acción en favor de los perseguidos. Fue en vano”, sostuvo Schindler del Solar.
Schindler del Solar indicó que a fines de 1942, junto a su secretario particular, Del Campo abandonó Rumania, ya que el mismo primer ministro Michail Antonescu le advirtió que ese país no podía garantizar más su seguridad personal, ya que la Gestapo alemana estaba tras él. “Cruzando Bulgaria, viajó en auto a Turquía. En Ankara se presentó a la embajada de Chile para anunciar su llegada, conforme las reglas. Sin embargo, desde Santiago se le exigía presentarse en Suiza, país al que no podía llegar sin cruzar territorios ocupados por los alemanes”, añadió.
Posteriormente, a Del Campo lo acusaron de vender pasaportes timbrados con el sello de la embajada de Chile. “Recordemos que nuestro país había aceptado proteger y representar los intereses (en Rumania e Italia) de la Polonia ocupada por los alemanes y, por tanto, de sus ciudadanos. Entre estos se encontraban miles de judíos polacos que huían de los nazis. Tener un documento timbrado por Chile era un pasaporte a la vida, ya que impedía ser deportado a los guetos o a los campos de concentración”, indicó Schindler del Solar.
Luego, Del Campo se trasladó a París, donde murió en 1960. En 2017 fue reconocido como “Un justo entre las Naciones” por el Museo del Holocausto en Jerusalén.
Samuel del Campo nació en 1882 en la ciudad de Linares, en el seno de una familia acomodada. Estudió ingeniería en Europa y en 1918 comenzó a trabajar en la embajada chilena en París como inspector de publicidad para la venta de salitre.
Previo a ser designado en la legación chilena en Rumania, sirvió en varios cargos diplomáticos en Bélgica y Francia.