Todo vuelve al origen. Hace 244 años fue el estado que vio nacer a los Estados Unidos de América. Allí se firmó ese 4 de julio ese 1776 la declaración de Independencia. Y hoy puede ser el estado que tenga la llave definitiva para conocer el desenlace de los comicios de mañana y si Donald Trump seguirá o no siendo presidente de EEUU por cuatro años más.
Hay que recordar que poco importa en ese país el voto nacional para predecir el ganador de los comicios presidenciales –Al Gore y Hillary Clinton obtuvieron más votos que sus contrincantes en 2000 y 2016 respectivamente, pero ninguno fue mandatario de Estados Unidos y hoy Joe Biden está arriba por más de 7 puntos. Allí lo que vale, como sabemos, es quien obtiene más votos en el Colegio Electoral. Y para lograrlo hay que ganar estados, no el voto nacional. Están los estados que aportan un gran número de electores, como California, Texas y Nueva York y aquellos que apenas entregan unos pocos, como Alaska, Montana y Vermont. Y el objetivo es lograr sumar más de 270.
Pero como varios estados tienen una larga historia de respaldo a uno u otro partido y virtualmente no varían en el tiempo, todo se termina reduciendo a un puñado de territorios, los llamados swing states, que cambian de una elección a otro o al menos muestra más variación a lo largo del tiempo. Y eso permite a los candidatos limitar sus apuestas y concentrar sus esfuerzos en aquellos “battleground states” o estados campo de batalla.
El problema es que muchas de esas certezas y lógicas se derrumbaron en 2016. Estados que tradicionalmente votaban demócrata, hace cuatro años cambiaron bando. Sucedió en Wisconsin, que no apoyaba a un republicano desde hacía 36 años o Michigan, que no lo hacía desde 1988. Y por supuesto también pasó con Pennsylvania que venía votando por los demócratas inalterablemente desde 1992. Esas sorpresas de 2016 llevaron a las encuestadoras a revisar sus muestras y ponderaciones y hacer ajustes. Y hoy, aseguran, todo está arreglado.
Si efectivamente esta vez podemos confiar en los sondeos, habría que pensar que ahora sí Wisconsin y Michigan apoyarán a Joe Biden; que en Florida la diferencia de ambos está dentro del margen de error, por lo que es difícil predecir el ganador, y que finalmente será Pennsylvania el Estados que termine convirtiéndose en el “santo grial” de esta elección. Después de todo allí la ventaja de Biden en los sondeos está sólo levemente por sobre el margen de error (+4 en promedio). Por algo, Trump y Melania pasaron el fin de semana haciendo campaña allí y Biden está desde ayer en el Estado que lo vio nacer y se quedará hasta el mismo martes. Todo se juega en Pennsylvania.
Es verdad, comentan los demócratas más optimistas, que si Biden gana en Florida, la elección estaría decidida y ya poco importará lo que suceda en Pennsylvania. Pero el principal asesor de la campaña de Donald Trump Jason Miller, no duda que el mandatario se llevará ese estado y todos los estados en disputa en el sur. Suceda o no eso, el hecho es que hoy nadie sabe a ciencia cierta qué sucederá en Florida. Si de tendencias se trata, ese estado se ha inclinado por los republicanos en cinco de las últimas ocho elecciones presidenciales. Pero en 2008, cuando Obama ganó la presidencia con Biden de compañero de fórmula, los demócratas se llevaron el Estado.
Por ello, si los 29 electores de Florida –el cuarto estado con más electores- se van para Trump, y no hay sorpresas en el llamado Cinturón de Óxido del noreste de EEUU y gana Biden, ambos candidatos quedarán con 259 votos electorales y serán los 20 electores de Pennsylvania los que carguen la balanza hacia uno u otro candidato.
El problema es que si eso sucede varios expertos advierten que es posible que no tengamos resultados la noche de la elección, porque las cifras finales de ese estado pueden demorarse. Sin tradición de voto por correo, este año por la pandemia Pennsylvania se sumó a esa opción en forma importante y se determinó que se contabilizarán en algunos condados los votos que lleguen después del martes, siempre que hayan sido timbrados en el correo el 3 de noviembre. Además, el conteo de los votos por correo sólo comenzará una vez que concluya la elección y no antes como sucede en estados con larga tradición de ese tipo de voto. Todo ello deja una interrogante sobre cuándo conoceremos el ganador en ese estado.
Lo único que podría cambiar eso para Biden, incluso si Florida apoya a Trump, es que la elección de mañana traiga otras sorpresas, como que Texas vote demócrata –no lo hace desde 1976- y sus 38 electores se vayan para Biden. Una posibilidad que algunos no descartan, considerando que en un estado donde ganó por 9 puntos en 2016, Trump esté hoy arriba sólo por 1,5 puntos. Si eso sucede, el actual Presidente tendrá poco que hacer para evitar una derrota.