Este lunes se supo definitivamente cómo se formaría la segunda vuelta de las presidenciales de Guatemala, en miras a encontrar al sucesor del derechista Alejandro Gianmattei. La sorpresa la dio el socialdemócrata Bernardo Arévalo de León, que llegó segundo sin que ninguna la encuesta lo vaticinara, asegurándose un puesto en el balotaje.
Quien no sorprendió tanto fue Sandra Torres Casanova, que aún sin haber sido presidenta antes, ha estado varias veces en el balotaje. Esta vez, la ex primera dama, del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), se llevó el 15,73% de los votos, superando el 11,83% de Arévalo, del Movimiento Semilla.
Según indican los análisis, Arévalo ganó en las zonas urbanas de Guatemala, mientras que Torres se hizo fuerte en el campo. El candidato del oficialismo, Manuel Conde, quedó tercero con un 7,83% de las preferencias.
El fundador de Transparencia Internacional, Manfredo Marroquín, comentó a RFI: “Es una sorpresa completa y no lo anticipó ninguna de las encuestas. Esta sorpresa tiene su origen en que fueron excluidos candidatos que tenían simpatías y preferencias y que eran vistos como antisistema y de alguna manera el partido Semilla y Arévalo quedaron prácticamente solos en ese espectro antisistema y eso favoreció mucho su votación”.
De los resultados, de todas maneras, el verdadero ganador fue el abstencionismo, que superó el 40%. Con esto en mente, y la lejanía que tanto Torres como Arévalo tienen del 50% necesario para ganar la presidencia, “cualquier cosa podría pasar” el 20 de agosto en el balotaje.
No solo el abstencionismo fue alto, sino también el voto nulo, que superó incluso a Torres, con un 17% de las preferencias. Marroquín comenta al respecto: “Si a eso se suman los votos en blanco del 7%, esa opción sacó el 24%. Eso sumado a la abstención. Lo que vemos es un rechazo total al sistema. Un sistema que ha sido dominado por lo que aquí en Guatemala se conoce como el pacto de corruptos, que es un grupo de políticos realmente muy corruptos cuya agenda era el enriquecimiento y generar impunidad y eso provocó un cansancio enorme en la población, un cansancio que estaba escondido porque no lo reflejaban las encuestas”.
De todos modos, la abstención es históricamente alta en Guatemala: el año 2019, cuando Gianmattei fue elegido, la primera vuelta contó con un 38% de abstención, y el balotaje un 58%. Se habla de un hartazgo generalizado por la corrupción en el país centroamericano, además del bloqueo a tres candidatos –Carlos Pineda, Thelma Cabrera y Roberto Arzú–, a los que las encuestas daban altas posibilidades, y que promovieron el voto nulo a modo de protesta.
La sorpresa de la noche, Bernardo Arévalo, no aparecía entre los primeros candidatos en las encuestas. Exdiplomático y sociólogo de 64 años, es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente popularmente electo del país, que vino directamente después de la Revolución de 1944, y que es considerado como uno de los mejores mandatarios de la historia del país.
Diputado por Movimiento Semilla, y más cercano a una izquierda moderada, Arévalo señaló en su conferencia de prensa poselecciones: “Creo que los votantes están hartos y cansados de un sistema político que ha sido copiado por los mismos viejos grupos, y están buscando una alternativa decente”. Su partido, más bien joven, contrasta con el movimiento de su rival, Sandra Torres.
Empresaria de 67 años, Torres intenta ser presidenta de Guatemala por tercera vez consecutiva, habiéndolo intentado en 2015 y 2019, y no pudiendo participar en las elecciones de 2011, ya que era la esposa del entonces Presidente Álvaro Colom.
La vida política de Torres comenzó en 2003, como confundadora de la Unidad Nacional de la Esperanza, con su exmarido. Aunque en su inicio se definía como socialdemócrata, la mayoría de los analistas la ubican más en la centroderecha, en miras a conquistar el voto más conservador del país.
Además del oficialismo, quienes también perdieron estas elecciones fueron las encuestas, que hasta hace días vaticinaban que el segundo lugar sería entre el exdiplomático Edmond Mulet, y la hija del dictador Efraín Ríos, Zury Ríos. Arévalo, según los sondeos, llegaba octavo. Al final, Ríos y Mulet se ubicaron en sexto y quinto lugar, respectivamente.