A finales de noviembre, los presidentes Gabriel Boric y Emmanuel Macron se encontraron en Santiago y en Valparaíso, donde hicieron una declaración conjunta por la protección de los océanos. En miras a la COP de los océanos que tendrá lugar en 2025 en Niza, la diplomacia francesa busca encontrar aliados en lo relativo a la protección del mar.

Olivier Poivre d’Arvor es escritor, y fue nombrado por el presidente galo como enviado especial para la Conferencia de los Océanos de las Naciones Unidas. Con una trayectoria ligada a las cuestiones marítimas, el diplomático comenta dos puntos en común entre las posiciones chilenas y francesas, y muestra su respaldo a que futuras COP del océano ocurran en territorio nacional.

La presidenta de la Cámara de Diputados, Karol Cariola, y el presidente del Senado, José García Ruminot, reciben al presidente de Francia, Emmanuel Macron, en su visita al Congreso, el 21 de noviembre de 2024: Foto: Sebastián Cisternas/Aton Chile

Mi primera pregunta tiene que ver con su reciente visita a Chile. Porque usted vino en noviembre acompañando al presidente Macron, y junto al presidente Boric hicieron una “declaración sobre los océanos”. En ese sentido, ¿cuáles son las principales áreas de cooperación entre los dos países, tan lejanos entre sí, en lo que respecta a la protección del mar?

Primero, claramente, Chile es un país que, teniendo una costa pacífica importante, una costa marítima, realmente tiene un destino marítimo y polar fuertemente vinculado a los asuntos de la Antártica.

Y para nosotros es muy importante, ya que estamos organizando la conferencia de junio de 2025, la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano, el trabajar con varios países de todo el mundo que estén comprometidos con la protección del océano, que sostengan posiciones valientes y no solo palabras, sino acciones realmente concretas. Y Chile es uno de esos países, que no son tan numerosos. Pienso en particular en la ratificación del llamado “Tratado de Alta Mar”, el Tratado BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction), que su país ratificó muy rápidamente, lo que nos convenció, por otra parte, a mí y al presidente de la República, de conceder todo nuestro apoyo a la candidatura de Valparaíso para poder albergar la secretaría de esta futura conferencia de las partes, esta futura COP, que se celebrará tan pronto como se ratifique el tratado y que permitirá a lo largo de los años, a través de reuniones, organizar toda una red de áreas marinas protegidas en alta mar.

Actualmente hay varias solicitudes de países que quisieran albergar esta secretaría, pero realmente pensamos que Chile, por su ejemplaridad, por su deseo de cambiar realmente las cosas en el ámbito del mar y su protección, merece ser el lugar, y Valparaíso en particular, donde nos reunamos cada año o cada dos años para trabajar en esta COP, esta Conferencia de las Partes en Alta Mar.

Hablando del BBNJ, el Tratado Internacional para la Protección de Alta Mar, que fue en septiembre de 2023, ya ha sido firmado por 105 países, entre ellos Francia y Chile, y debe entrar en vigor en 2025. ¿Qué consecuencias puede tener para los dos países este tratado?

Escuche, este tratado es muy importante porque representa el primer acto de jurisdicción, el primer acto de derecho sobre un territorio considerable, que representa la mitad de la superficie del globo, la mitad. El 60% del espacio marítimo es lo que llamamos Alta Mar, que por el momento no era de nadie, que era de libre circulación, y que esperamos que pueda ser una zona de protección, y que podamos desarrollar áreas marinas protegidas en esta parte del mar, realmente juntos, toda la comunidad internacional. Esto, pensando en un desarrollo armonioso y sostenible de esta inmensa superficie del mundo, que representa un capital de recursos considerable.

Es el granero líquido del mundo, con grandes desafíos en términos de sostenibilidad y recursos minerales, recursos energéticos y recursos pesqueros. Para los países, es la posibilidad de compartir, en proporción a su distancia y a su tamaño, los beneficios que pueden obtener las empresas que quieran funcionar. Es todo un trabajo de copropiedad, en cierto modo, de este espacio, que tendrá que organizarse a través de estas COP.

Cada país construirá colectivamente una red de áreas marinas protegidas. Pero antes de eso debemos lograr la implementación de este tratado. Este tratado solo podrá implementarse si 60 países, luego de firmarlo, ratifican y depositan sus instrumentos de ratificación en las Naciones Unidas en Nueva York, y en ese momento el tratado puede entrar en vigor.

Y por eso me alegró mucho que Chile ratificara rápidamente. Nosotros también lo hicimos, hace exactamente un mes. Y ahora necesitamos encontrar a los 43 países que faltan, para que antes de Niza podamos considerar que el tratado puede entrar en vigor.

Olivier Poivre d'Arvor y Emmanuel Macron durante una cumbre climática en Brest. Foto: Archivo

En la misma dirección, le pregunto: ¿qué puede venir después de esta declaración entre Francia y Chile? ¿Qué consecuencias puede haber para los dos países?

En primer lugar, se trata de elegir a sus amigos, de distinguir dentro de la comunidad internacional los países con los que tienes objetivos comunes.

Tomemos, por ejemplo, el caso muy concreto de la explotación de los fondos marinos. Tenemos una posición muy clara promoviendo una moratoria sobre la explotación de los fondos marinos. Entonces, verás, son las posiciones acá las que son importantes. Y somos una treintena de países los que proponemos esta moratoria, de los 180 países presentes en la autoridad internacional de los fondos marinos, y solo hay 32 países, incluido Chile, con los que estamos defendiendo este punto de vista. Ese es un elemento.

Segundo elemento, creemos mucho, tanto Chile como Francia, en la ciencia. Y me alegró ver que junto al Presidente Boric hay ministros que son científicos y que conocen bien estos temas. Por lo tanto, estamos a favor de la creación de una especie de GIEC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) de los océanos, una plataforma que informará a los ciudadanos, pero especialmente a los líderes políticos, sobre el estado de los océanos. Hoy en día, si quieres saber cómo está el océano, es muy complicado. Hay que buscar por todas partes muchos datos y sumarlos y contrastarlos de distintas fuentes.

Allí lo que proponemos es crear un panel internacional de expertos sobre la sostenibilidad del océano, que se llamaría IPOS, y que permitirá dar a los líderes, jefes de gobierno y de Estado, la información que será útil para hacer decisiones sobre el uso de su costa, por ejemplo. Y esperamos que este mecanismo pueda presentarse en Niza, tal vez adoptarse y, sobre todo, ser útil a partir del otoño de 2025.

Por lo tanto, todo lo que pueda permitir que nuestras universidades, de ambos lados, trabajen juntas es extremadamente importante, incluso a través de la inteligencia artificial. Obviamente también existe toda la cooperación en el ámbito antártico, en particular para abogar por la obtención de áreas marinas protegidas. Estamos luchando por tres proyectos de áreas marinas protegidas, uno del lado de Chile y Argentina, otro en el centro, el mar de Weddell, y el otro del lado de la estación francesa de Dumont d’Urville.

Y ese es el proyecto de la Antártida Oriental. Y juntos intentamos garantizar que estas zonas marinas protegidas sean aceptadas en un marco como el de la CCAMLR (Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos), que se reúne cada año en Australia. Ahí lo tienes, ese es otro elemento más.

También apoyamos mucho la candidatura de Chile para organizar, quizás con Corea del Sur, la conferencia número 4, la que vendrá después de nosotros. Y entonces nos parecía importante ahora, ya que quizás Chile sea coorganizador de esta próxima conferencia en 2028, iniciar la cooperación para preparar el camino de Niza, sea a Valparaíso o a Santiago.

El embajador Olivier Poivre d'Arvor en una conferencia climática en Brest. Foto: Archivo

En este sentido, hablando de la conferencia de la ONU, quería preguntarle también sobre la conferencia de Niza, en junio de 2025, sobre los océanos. ¿Qué podemos esperar de este evento? ¿Qué compromisos o declaraciones se esperan para esta cumbre?

Esta es una conferencia que tiene lugar 10 años después de los acuerdos climáticos de París. Digo, han pasado 10 años desde la COP21 sobre el clima en París. Necesitamos poder hacer algo tan importante para el océano como lo que se hizo entonces.

Y para ello debemos reconocer que la situación global más bien está empeorando. La COP29 sobre el Cambio Climático, en Azerbaiyán, no fue muy satisfactoria. En la COP16 de Biodiversidad, en Colombia, el acuerdo fue relativamente débil. Y recientemente, las discusiones sobre el Tratado sobre el Plástico en Busán, Corea del Sur, acaban de fracasar y, por lo tanto, vemos que en muchos temas medioambientales, y en particular en relación con el océano, las negociaciones se están estancando.

Entonces, nuestro primer objetivo es obtener estas 60 ratificaciones, por ejemplo, para el BBNJ, pero también avanzar en la negociación sobre el plástico, tener un cierto número de acuerdos sobre pesca ilegal o no declarada, y lograr avances significativos en términos de compromiso con el transporte marítimo global.

También nos gustaría poder hacer un balance, durante Niza, del compromiso de los países de proteger el 30% de sus zonas económicas exclusivas de aquí a 2030, para ver dónde estamos. Y muchos otros acuerdos que son realmente importantes para tener un recurso vivo que se reproduzca y que no sea un océano agotado, como es el caso hoy. En este sentido, vemos que hay muchas cosas que discutir, muchos tratados diferentes, acuerdos que podemos alcanzar o que deseamos alcanzar en Niza.

¿Cuáles son para usted, en este caso, los principales desafíos que enfrenta la humanidad o la comunidad internacional en general respecto de los océanos, y qué problemas para los océanos pueden surgir en los escenarios geopolíticos que estamos viviendo ahora?

Creo que hay diferencias con el tema del clima, que es un tema difícil, donde en última instancia existe un problema real de calentamiento, tal vez 4 °C para finales del año 2100, y finalmente, aparte del cese de toda explotación de hidrocarburos, hay relativamente pocas soluciones. Por eso las COP sobre el clima tienen un lado algo desesperado: estamos dando un pequeño paso adelante, pero es realmente difícil luchar contra el cambio climático.

Por otro lado, la degradación del océano es realmente algo mucho más sencillo. El océano trata de soluciones más que de problemas. Ofrece muchas soluciones. Ofrece comida, ofrece ocio con turismo azul, ofrece la posibilidad de transportar cables submarinos, de encontrar nuevas energías. En verdad, los méritos del océano son considerables en términos físicos y químicos. Entonces, solo hay que tener un poco más de cuidado, pero para tener más cuidado hay que conocer.

Este no es solo un tema para los científicos de la acidificación de los océanos o del oxígeno. Es un tema político. Y así, la idea es tener alrededor de la mesa, en Niza, un centenar de tomadores de decisiones, jefes de Estado, de gobiernos, de organizaciones internacionales.

El embajador Olivier Poivre d'Arvor destaca que Chile tiene un destino marítimo y polar, fuertemente vinculado a los asuntos de la Antártica.

Usted no es solo embajador de Francia por el océano, sino también por los polos. Tanto Francia como Chile firmaron y participaron en la redacción del Tratado Antártico. En ese sentido, ¿cuál es la situación de ese tratado en este momento y qué desafíos puede haber alrededor de este?

El Tratado Antártico sigue siendo un tratado extraordinario, que se inventó en un momento complicado, después de la Guerra Fría, y que está funcionando bien. Funciona bien porque permite preservar esta tierra de cualquier actividad industrial o militar, y de facto funciona. No hay ningún problema particular entre los diferentes países que están representados. Algunos países tienen más dificultades que otros a la hora de definir áreas marinas protegidas.

Es cierto que China y Rusia, desde hace varios años, nos están desafiando y diciéndonos, bueno, no, no está lista, no está lista. Estas tres áreas marinas protegidas que queremos establecer están tardando porque están bloqueadas en el marco de la CCAMLR, esta organización que depende del Tratado Antártico.

En 2048, este tratado puede ser puesto en duda. Personalmente escribí una novela que habla de eso, que se llama “Dos veranos al año”, y en esta novela cuento cómo los pájaros salvaron el Tratado Antártico porque los hombres quisieron, en 2048, usarlo finalmente como lugar de recursos, krill, pescado, tal vez la oportunidad de hacer bases militares o bases de explotación de minerales. Y, más allá de la ficción, existe una amenaza real.

Hay que tener mucho cuidado con la Antártida. Si la capa de hielo se derrite, la elevación a casi 60 metros sobre el nivel del mar es enorme. Es gigantesco. No sucederá mañana, pero nunca se sabe.