Este martes la Casa Blanca se convertirá en el escenario de la firma de un acuerdo entre Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein que alteran los equilibrios en Medio Oriente y con los cuales el Presidente Donald Trump cuenta para mostrarse como un “pacificador” a siete semanas de las elecciones en las que buscará un segundo mandato.
Trump organizó una ceremonia donde participará el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien establecerá formalmente relaciones diplomáticas con esos dos países árabes, en el primer logro de ese tipo desde los tratados de paz con Egipto y Jordania en 1979 y 1994 respectivamente.
Previo a la firma del documento, Trump dijo que, “estamos muy avanzados con unos cinco países, cinco países adicionales”, dijo desde el Despacho Oval junto con el primer ministro israelí. “Tenemos al menos cinco o seis países que se van a unir a nosotros muy pronto, ya estamos hablándoles”, añadió sin nombrar esos Estados.
“Pienso que Israel no está más aislado”, afirmó.
Emiratos y Bahrein tienen en común con Israel la animosidad hacia Irán que también es el enemigo número uno de Estados Unidos en la región.
“Espero que el acuerdo hará disminuir la tensión y promoverá el diálogo” en la región, dijo el ministro de Estado de Asuntos Exteriores emiratí, Anuar Gargash, durante una conferencia de prensa virtual previa a la ceremonia afirmando que este acuerdo no está “dirigido contra nadie”.
Desde hace años, varios estados árabes petroleros cultivan discretos lazos con autoridades israelíes pero esta normalización de relaciones ofrece muchas oportunidades, especialmente económicas, a países que buscan superar los perjuicios causados por la pandemia.
“Es un logro de primera clase”, dijo David Makovsky del centro de estudios Washington Institute for Near East Policy. Subrayó que para los israelíes eso “no implica la misma asunción de riesgos” como los que afrontó Menahen Begin “cuando le dejó el Sinaí” a Egipto o Yitzhak Rabin cuando accedió negociar con Yasser Arafat la creación de un Estado palestino.
La “visión para la paz” presentada a comienzos de año por Trump, que apuntaba a resolver el conflicto palestino-israelí, está aún lejos de haber alcanzado el éxito. La Autoridad Palestina la rechaza y le niega a Trump el papel de mediador por haber tomado decisiones favorables a Israel.
“Día oscuro”
El primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, dijo que este martes será “un día oscuro” para el mundo árabe cuyas “fracturas” y “divisiones” criticó.
Los palestinos convocaron a manifestar contra los acuerdos. Dicen haber recibido “una puñalada en la espalda” propinada por esos países árabes que aceptaron acordar con Israel sin esperar el nacimiento de un Estado Palestino.
Pero el gobierno de Trump siempre ha dicho que quiere sacudir a la región al acercar a Israel y los árabes hacia una suerte de sagrada alianza contra Irán. Esos acuerdos perfilan un cambio de época y parecen relegar a un segundo plano la cuestión palestina, como esperaba la Casa Blanca.
Según Makovsky, Oriente Medio pasa a ser “una nueva región” en la cual, en un hecho inusitado, la Liga Árabe se negó a condenar la decisión de las dos monarquías del Golfo.
“Los palestinos quieren esperar hasta ver qué pasa en las elecciones estadounidenses, pero cuando la polvareda se asiente deberán repensar su posición”, estimó.
Los acuerdo son una victoria para Netanyahu y aproximan a Israel a su objetivo de ser aceptado en la región.
Para Trump, que hasta ahora tenía pocos resultados diplomáticos que ofrecer a los electores, los acuerdos son un éxito reconocido hasta por sus adversarios demócratas.
Desde el acuerdo israelo-emiratí alcanzado el 13 de agosto al que siguió el logrado con Baréin la semana pasada, el bando republicano de Trump no ha escatimado superlativos para elogiar su acción y hasta creen que pueden valerle el Premio Nobel de la Paz.
Pese a todo, ya han surgido divergencias sobre las condiciones que rodean el acuerdo con Emiratos.
Trump afirmó el martes que no tendría “ningún problema” en vender aviones de combate F-35 a Emiratos Árabes Unidos, un caza que desde hace tiempo Abu Dabi quiere tener para convertirse en una potencia militar regional.
Una venta a la que se opone Israel, el único país de la región que posee estos cazas estadounidenses, que presiona para mantener su abrumadora ventaja tecnológica frente a sus vecinos árabes.
A los ojos de países del Golfo, Israel aceptó “terminar con la permanente anexión de territorios palestinos”. Sin embargo, Netanyahu dijo que no “renunció” a anexar vastas extensiones de Cisjordania sino que solamente las “pospuso”.