Naruhito asumió formalmente el miércoles como emperador de Japón, un día después de la abdicación de su padre, y se comprometió a trabajar en busca de la unidad de su pueblo al comienzo de la era Reiwa que marca un nuevo reinado en la nación asiática.
La pareja real Akihito y Michiko, los antiguos emperadores, renunciaron al trono el martes luego de tres décadas en sus puestos, en una sencilla ceremonia. Naruhito, de 59 años, ascendió al Trono de Crisantemo en un evento que marca la primera parte de un proceso tradicional en el que su esposa y otras mujeres de la realeza no podían participar.
El primer emperador nacido después de la Segunda Guerra Mundial, y el primero en ser criado sólo por sus padres, expresó gratitud por su trabajo y dijo que tenía una "percepción de solemnidad" ante el rol que está tomando.
"Me comprometo a pensar siempre en mi pueblo y a cumplir con mis deberes como símbolo del Estado japonés y de la unidad del pueblo, de acuerdo a la Constitución", dijo Naruhito esbozando una sonrisa.
Naruhito estaba acompañado por su hermano y heredero, el príncipe Akishino, durante una ceremonia que duró apenas cinco minutos.
Su esposa, la emperatriz Masako, no estaba en la sala, de acuerdo con el protocolo que prohíbe la presencia de mujeres de la realeza, pero por primera vez en la historia una mujer observó el evento: Satsuki Katayama, quien estuvo presente en representación del Gabinete del primer ministro Shinzo Abe.
Masako, que vestía un vestido largo blanco y llevaba una tiara, ingresó a la habitación en la segunda parte de la ceremonia junto a otras mujeres adultas de la realeza.
En vista de los antecedentes de Naruhito y su esposa Masako, una exdiplomática de 55 años, existen muchas expectativas de que la pareja sea preponderante en la comunidad internacional y se muestre más cercana a las vidas de los japoneses.
La última sucesión imperial se produjo en 1989 tras la muerte del padre de Akihito, Hirohito.
Pero esta vez la atmósfera era más festiva. Japón estaba plagado de carteles que celebraban el comienzo de la era Reiwa, en medio de un feriado sin precedentes de 10 días.
El martes por la noche se llevaron a cabo múltiples eventos de celebración en bares y restaurantes de Japón, donde los clientes esperaron la llegada de la medianoche y muchos se congregaron en lugares públicos para ver espectáculos de fuegos artificiales.