En histórico giro, EE.UU. reclasificará la marihuana como una droga menos peligrosa
Aunque se mantendrá como una sustancia controlada, la DEA quitará a la marihuana de su lista de drogas más duras, categoría en la que se encontraba, a nivel federal, junto a la heroína y el LSD. La decisión podría tener desde implicancias económicas hasta políticas, considerando que se trata de una promesa de campaña de Biden, que busca la reelección ante Trump.
En una modificación catalogada como histórica por la prensa estadounidense, la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos, más conocida como la DEA, por sus siglas en inglés, bajará de escalafón en lista de drogas duras a la marihuana, según señaló The Associated Press. La decisión es el mayor cambio de política en torno a la clasificación de estupefacientes en más de 50 años. También se trata del último obstáculo normativo para que pueda entrar en vigor la iniciativa.
Si bien la medida debe ser revisada aún por la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, el gobierno de Joe Biden, Presidente de Estados Unidos, se ha declarado a favor de la medida en múltiples ocasiones, incluso judiciales. Vale detallar que esto no legalizaría el uso de la droga para uso recreativo a nivel nacional, pero sí reconocería los usos médicos del cannabis -permitiendo, por ejemplo, su estudio clínico, algo que no se puede hacer en la actualidad- y admitiría que tiene menos potencial de abuso que otras drogas más peligrosas.
En la nación norteamericana, la calificación de la marihuana a nivel federal es muy distinta a la que se da a nivel estatal, considerando que 38 de ellos ya han legalizado la marihuana medicinal, mientras que 24 la han legalizado para su empleo recreacional.
Si la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, según sus siglas en inglés) da su visto bueno, la DEA procederá a recabar comentarios de la población acerca del plan. Con esto, este estupefaciente pasaría de la clasificación actual como droga de la Lista I, donde comparte escalafón con la heroína y el LSD, a la Lista III, junto a la ketamina y algunos esteroides anabolizantes, siguiendo una recomendación del Departamento de Salud y Servicios Humanos, consignó The Associated Press.
Las drogas de la Lista III siguen siendo sustancias controladas y sujetas a reglas y regulaciones, y las personas que trafican con ellas sin permiso aún podrían enfrentar un proceso penal federal, agregó la agencia de noticias.
La modificación no significa una legalización total a nivel nacional de la marihuana, pero trae consigo importantes cambios. Por un lado, en cuanto a los recursos destinados a la lucha contra el narcotráfico, lo que se podría destinar a la persecución de otras drogas, como el fentanilo, admiten incluso las voces más críticas de la medida.
Pero también conlleva cambios a nivel económico, donde empresas extranjeras podrían empezar a operar en tierras estadounidenses, señaló Reuters. De hecho, las acciones de las principales compañías del rubro subieron hasta un 6% en la bolsa.
Otra vertiente es la política, escenario en el que Joe Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, se habían empeñado en tratar durante su período presidencial. A meses de la elección que enfrentará al expresidente Donald Trump y el propio mandatario demócrata, la decisión fue leída por medios locales como un mensaje a los jóvenes, donde la marihuana está más normalizada y el apoyo flaquea, pero también a la población negra.
Sobre lo primero, un sondeo realizado por la firma Gallup durante el pasado otoño del hemisferio norte, detalló que el 70% de los adultos, ni siquiera solo de los jóvenes, apoyaba la legalización de esta droga. Esto representa el nivel más alto hasta la fecha por la empresa de encuestas, y más del doble que el 30% que la respaldaba en 2000, informó The Associated Press.
Respecto a lo segundo, datos de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) señalan que la población negra se ha visto afectada de manera desproporcionada por la aplicación de leyes sobre drogas relacionadas con la marihuana en las últimas décadas. Según sus cifras, los miembros de las comunidades negras tienen 3,6 veces más probabilidades que los blancos de ser arrestados por posesión de marihuana, a pesar de tener tasas de consumo similares.
La semana pasada, 21 demócratas, incluido el líder de la mayoría en el Senado, el congresista Chuck Schumer, de Nueva York, enviaron una carta a la administradora de la DEA, Anne Milgram, y al fiscal general, Merrick Garland. En ella, argumentaron que la marihuana debería ser eliminada de la lista de sustancias controladas y, en su lugar, ser regulada como el alcohol, consignó The Associated Press.
“Es hora de que la DEA actúe”, escribieron los legisladores. “Ahora mismo, la Administración tiene la oportunidad de resolver más de 50 años de política fallida y racialmente discriminatoria sobre la marihuana”, añadieron.
El propio Biden se ha mostrado a favor de este tipo de medidas. En octubre de 2022, indultó a miles de estadounidenses condenados a nivel federal por tenencia de marihuana, política que mantiene hasta la actualidad.
Durante diciembre pasado, dijo: “Los antecedentes penales por consumo y posesión de marihuana han impuesto barreras innecesarias al empleo, la vivienda y las oportunidades educativas (…). Demasiadas vidas se han visto truncadas por nuestro enfoque fallido de la marihuana. Es hora de que corrijamos estos errores”.
No todos se han mostrado tan entusiastas al respecto. El principal argumento es que la reclasificación no es necesaria y podría provocar efectos secundarios perjudiciales. Así lo cree Jack Riley, exadministrador adjunto de la DEA, quien advierte que siga siendo un estupefaciente que funcione como “droga de entrada” a otras más duras.
Sin embargo, sí admitió que “en lo que respecta a que podamos utilizar nuestros recursos para combatir otras drogas importantes, eso es positivo”, añadiendo también que el fentanilo es responsable de más de 100.000 muertes al año en Estados Unidos.
Otra preocupación es la administrativa, puesto que si la marihuana efectivamente entra a la Lista III, seguirá estando regulada por la DEA, pero los cerca de 15.000 dispensarios de cannabis de EE.UU. tendrían que registrarse en el organismo estatal como farmacias normales. Esto los llevaría a tener que cumplir una lista de estrictos requisitos, lo que se resisten a hacer, aseguró The Associated Press. Y la DEA, por otro lado, tampoco está preparada para gestionar ese nivel de control.
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