Buzos de un departamento local de bomberos de Brasil hallaron este domingo una mochila y un notebook en una zona remota de la Amazonía, donde el experto indígena Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips desaparecieron hace una semana, informaron los bomberos.
La mochila se encontraba atada a un árbol que estaba parcialmente sumergido, dijo un bombero a los reporteros en Atalaia do Norte, la ciudad más cercana a la zona de búsqueda, la cual se ubica cerca del territorio indígena del Valle del Javarí. En la zona es temporada de inundaciones en la región y parte de la selva se encuentra anegada.
Agentes de la Policía Federal trasladaron los objetos en bote hacia Atalaia do Norte por la tarde.
La asociación indígena local, para la que Pereira trabajaba al momento de su desaparición, confirmó que los buzos de los bomberos encontraron una mochila, pero no podían determinar en este momento a quién pertenecía. En el área sólo hay algunas comunidades ribereñas de bajos recursos, en donde es inusual hallar dispositivos como las computadoras portátiles.
Orlando Possuelo, miembro de la asociación indígena -conocida como UNIVAJA- dijo a los periodistas que, cerca del lugar donde se encontró la mochila, los voluntarios indígenas también localizaron una lona que había estado en el bote usado por los desaparecidos y una camiseta que pertenecía a Pereira.
“Ahora, la esperanza es que encontremos al menos parte de los cuerpos”, declaró.
Anteriormente, la policía encontró rastros de sangre en la embarcación de un pescador, que es el único sospechoso detenido, y materia orgánica de aparente origen humano dentro del río. A ambos materiales se les realizan análisis forenses, dijeron las autoridades aunque no se han dado a conocer más detalles.
Pereira, de 41 años, y Phillips, de 57, fueron vistos por última vez el 5 de junio cerca de la entrada al territorio indígena, que colinda con Perú y Colombia. Ambos volvían solos en una embarcación sobre el río Itaguaí hacia Atalaia do Norte, pero nunca llegaron.
El área ha sido lugar de conflictos violentos entre pescadores, cazadores furtivos y agentes del gobierno. La violencia ha ido en aumento en un momento en que grupos del narcotráfico se disputan el control de las vías navegables para el trasiego de cocaína, aunque no se tiene conocimiento de que el Itaguaí sea una ruta de contrabando.
Las autoridades han dicho que una de las principales líneas de investigación policial sobre la desaparición apunta a una red internacional que les paga a los pescadores pobres para pescar ilegalmente en la reserva del Valle de Javarí, el segundo territorio indígena más grande de Brasil.
Una de las presas más valiosas es el arapaima, el pez escamado de agua dulce más grande del mundo. Un ejemplar puede pesar hasta 200 kilogramos (440 libras) y alcanzar los tres metros (10 pies) de longitud. El pez se vende en ciudades cercanas, incluyendo Leticia, Colombia; Tabatinga, Brasil; e Iquitos, Perú.
El único sospechoso del que se tiene conocimiento en el caso de las desapariciones es el pescador Amarildo da Costa de Oliveira, también conocido como Pelado, quien se encuentra bajo arresto. Según versiones de indígenas que estuvieron con Pereira y Phillips, les apuntó con un fusil el día anterior a su desaparición.
El sospechoso niega haber cometido delito alguno y dijo que la policía militar lo torturó para intentar obtener una confesión, según indicó su familia a The Associated Press.
Pereira —que anteriormente encabezó la oficina local de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), una agencia gubernamental— participó en varias operaciones contra la pesca ilegal. En esos operativos, las normas indican que se debe decomisar y destruir todo equipo de pesca, mientras que los pescadores son multados y detenidos brevemente. Solo los indígenas pueden pescar legalmente en sus territorios.
“El motivo del crimen es una disputa personal sobre las inspecciones pesqueras”, especuló el alcalde de Atalaia do Norte, Denis Paiva, sin dar más detalles.
La agencia AP tuvo acceso a la información que compartió la policía con los jefes indígenas. Pero aunque algunos policías, el alcalde y otras personas de la región vinculan la desaparición de Pereira y Phillips con la “mafia pesquera”, la policía federal no ha descartado otras líneas de investigación, como el narcotráfico.
El pescador Laurimar Alves Lopes, quien vive en las márgenes del Itaguaí, dijo a la AP que dejó de pescar en territorio indígena después de que lo detuvieran en tres ocasiones. Dijo que tuvo que soportar golpizas y hambre dentro de la cárcel.
Lopes, padre de cinco hijos, mencionó que solo pesca cerca de su casa para alimentar a su familia, y no con fines comerciales.
“Cometí muchos errores, me robé muchos pescados. Cuando ves a tu hijo muriendo de hambre vas a obtenerlo donde tengas que ir. Así que iba allí para robar peces de forma que pudiera mantener a mi familia. Pero luego dije: ‘Voy a ponerle fin a esto, voy a sembrar’”, declaró durante una entrevista en su embarcación.