Manifestantes y policías se enfrentaron este domingo en Hong Kong por segundo día consecutivo, sumiendo en el caos la zona comercial y de negocios de la ciudad y avivando el temor a más incidentes violentos antes del Día Nacional de China, el 1 de octubre.
La policía antimotines lanzó un líquido azul -utilizado para identificar a los participantes en las protestas- desde un camión equipado con cañón de agua y también arrojó varias rondas de gas lacrimógeno, después de que los manifestantes lanzaran bombas incendiarias a los agentes y causaran daños en el complejo de oficinas del gobierno.
Fue una repetición de los enfrentamientos ocurridos el sábado, dentro de un ciclo ya habitual desde que comenzaron las protestas en junio contra una reforma de las extradiciones. Si bien la propuesta ya se ha retirado, la oposición a esa medida ha derivado en demandas de reformas democráticas.
Los manifestantes tenían previsto marchar mañana, esto pese a que la policía prohibió la manifestación. De hecho, los carteles llamaban a considerar el 1 de octubre como un "Día de Luto".
El gobierno hongkonés ya ha reducido sus planes de celebración para el Día Nacional, cancelando un espectáculo anual de fuegos artificiales y trasladando un acto oficial para celebrarlo bajo techo.
Pese a los temores de seguridad, el gobierno indicó que la jefa de gobierno, Carrie Lam, liderará una delegación de unas 240 personas que irá a Beijing hoy para participar en las celebraciones.
Los choques de este domingo comenzaron por la tarde, cuando la policía lanzó latas de gas lacrimógeno para dispersar a la gente reunida en la zona comercial de Causeway Bay. Pero miles de personas se reagruparon y marcharon por una importante avenida hacia las oficinas del gobierno, paralizando el tráfico.
"Muchos jóvenes sienten que no van a tener futuro por el poder de China", dijo Andy Yeung, de 40 años, mientras llevaba a su hijo pequeño en un coche. "No hay esperanza para Hong Kong. Si no nos levantamos, no habrá esperanza".
La manifestación, que continúa con meses de marchas reclamando reformas democráticas en el territorio semiautónomo chino, formaba parte de una serie de protestas "contra el totalitarismo" convocadas en 60 ciudades de todo el mundo.
La directora ejecutiva del gobierno celebró el jueves un acto de diálogo con la comunidad en un intento de desactivar tensiones, pero no logró convencer a los manifestantes, que prometieron seguir hasta que se satisfagan sus protestas, incluidas elecciones directas al gobierno de la ciudad y supervisión sobre la policía.
Antes de los choques del domingo, cientos de partidarios de Beijing se reunieron en un centro cultural para expresar sus simpatías por el gobierno chino. Muchos vestían de rojo y llevaban carteles y banderas chinas, coreando "soy ciudadano de China", el himno nacional y "cumpleaños feliz" a China. Más tarde subieron la colina en bus hasta el Victoria Peak para repetir los cánticos.