El pasado 20 de mayo, cuando faltaban menos de dos semanas para las elecciones presidenciales realizadas este domingo en México, un grupo de 250 intelectuales y académicos de ese país manifestaron su apoyo a la candidata de la opositora coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, argumentando que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pretendían “extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio, lo que significa una grave amenaza contra la democracia”.
Según los firmantes del manifiesto, esto “implica la continuidad de la corrupción política y una creciente inseguridad que ha dejado buena parte del país a merced del crimen organizado. Se agrega la amenazante militarización del territorio, que se ha convertido en parte del problema y no de la solución”, advirtieron. Por ello, “frente a una uniformidad gris y autoritaria del obradorismo, apoyamos la pluralidad multicolor de la oposición. Por estas razones, llamamos a votar por Xóchitl Gálvez”.
Entre quienes suscribieron esta declaración estaba el destacado historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze, quien días antes, en una columna publicada por La Tercera, ya expresaba sus temores frente al eventual triunfo de la candidatita oficialista, Claudia Sheinbaum. “¿México dejará de ser una democracia?”, se preguntaba en su título.
“Si Sheinbaum muestra una disposición a cambiar el rumbo y propicia una reconciliación nacional, la democracia mexicana se habrá salvado. Si se empeña en el libreto, tendrá que negociar con el Congreso, en una tensión permanente arbitrada por la Suprema Corte y volcada en las calles, las plazas, y las redes sociales, encendidas por una polarización aún más explosiva que la actual. Resultado, la democracia podrá respirar, no descansar”, escribió. A juicio de Krauze, “por más arduo que parezca, la democracia debe prevalecer. Pero el peligro es real e inminente. México puede dejar de ser una democracia”.
En conversación con La Tercera, Krauze se refiere al “pavor” que le generan ciertas propuestas de campaña de Sheinbaum, como que haya dicho que va a supeditar a la Suprema Corte de Justicia al Poder Ejecutivo. A su juicio, el rol que AMLO pueda jugar en su gobierno “dependerá de ella”. “Pero no le va a ser fácil, porque López Obrador no tiene ningún deseo de irse a su casa a plantar mangos y naranjas”, aseguró.
Previo a las elecciones, varias encuestas mostraban el favoritismo de Claudia Sheinbaum. Sin embargo, usted mostró sus dudas frente a estos sondeos. ¿Por qué?
Las encuestas ya no son confiables, porque existe una gran insatisfacción y una creciente conciencia en sectores amplísimos de la sociedad y del territorio mexicano de que vivimos en México una situación de violencia, de desorden y de destrucción institucional muy grave. Por ello, a mi juicio, ates de las elecciones, se trataba de un pronóstico reservado.
Usted, junto a otros intelectuales y académicos, había manifestado su apoyo a Xóchitl Gálvez, la candidata opositora. ¿Por qué?
Yo, junto con muchas otras personas distintas, nos pronunciamos abiertamente por la candidatura de Xóchitl Gálvez. Una mujer que empezó de verdad desde muy abajo, con inmenso esfuerzo. De extracción parcialmente indígena. Tiene una biografía admirable, pero además resultó ser una candidata de una fuerza interna, de una empatía con la gente muy notable. Entonces, por eso yo tenía fe de que esa candidatura la llevara a la presidencia. Y, por supuesto, lo primero que ella habría hecho, desde luego, además de revertir, de tratar de reconstruir mucho de lo destruido, sería tender la mano, tenderla a quienes no votaron por ella, para dar inicio a una etapa de reconciliación nacional y de reconstrucción.
¿Qué significa para México en este momento tener por primera vez una mujer al mando del país, en este caso a Sheinbaum?
Debería ser una razón de optimismo, porque México es un país que se ha caracterizado por algo, por un rasgo horrible, que es un machismo y que ha derivado en una cantidad de femicidios y de maltrato histórico a la mujer, que son una de las grandes vergüenzas nacionales. De modo que, en principio, debería de ser una causa de optimismo y de alegría. Pero, por supuesto, eso también va a depender de qué clase de gobierno haga la presidenta ganadora.
Usted hablaba justamente de rasgos de la sociedad mexicana, del machismo, de los femicidios. En ese sentido, ¿cree que la sociedad mexicana está preparada, efectivamente, para tener una mujer como presidenta?
Sí, sí lo creo. Y creo que si en este país, tradicionalmente, manejado por políticos hombres, por caudillos y por presidentes puede ser una señal de progreso histórico. Con Claudia Sheinbaum como triunfadora, sí te puedo decir que además de las dificultades intrínsecas del país que deja López Obrador, tendrá frente a sí una ciudadanía activa y presente en las calles, en las plazas de casi todas las ciudades y pueblos de México, o muy buena parte de todo el territorio. Eso es la gran novedad histórica en el México actual. Lo que te estoy diciendo ahora, la presencia de una ciudadanía activa, alerta, que no puede ser ignorada, y con la cual Sheinbaum va a tener que negociar y con la cual tendrá que reconciliarse. México está siendo un país dividido como nunca antes, y dividido por la prédica y la acción del presidente López Obrador. Lo primero que tendrá que hacer Sheinbaum es tender un puente de diálogo con, no diría yo con la oposición, no, sino con la ciudadanía activa, millones en las calles. Entonces, eso a mí me da un cierto margen de un moderado optimismo. Desgraciadamente, no ha dado ella una sola señal, una sola, de querer gobernar para todos, sino hasta ahora, más bien una especie de obediencia irrestricta al líder supremo, López Obrador.
¿Y ahí radica el riesgo que usted advirtió en una reciente columna de opinión, donde se pregunta si “México dejará de ser una democracia”?
Precisamente, ahí radica. En el caso de que ella opte por esa continuidad, que es lo que ha ido declarando, entonces estamos ante una situación que ustedes los chilenos conocen perfectamente lo que significa un país dividido. Chile conoce muy bien esa experiencia. Espero que no ocurra.
¿Qué propuestas de campaña de Sheinbaum le provocan ruido, le generan cierto temor?
A mí me provoca no cierto temor, sino pavor que haya dicho que va a supeditar a la Suprema Corte de Justicia al Poder Ejecutivo. ¿Te parece poco? Acabar con la autonomía del Instituto Electoral. Desaparecer el Instituto de Transparencia. Estas tres ideas, no es que me parezcan, es que son la tumba de la democracia mexicana. Entonces, esto es lo que a mí me tiene muy preocupado. Ella no se ha desligado en absoluto de López Obrador. Todo lo contrario, ha dicho que llevará la política de López Obrador hasta sus últimas consecuencias. Para mí eso es más que suficiente. Algunos piensan que esto es una estrategia de campaña y que cuando llegue (al poder) va a tener una actitud conciliadora. Pues yo no tengo elementos para creer eso, pero eso es todo.
¿Y qué rol va a jugar AMLO con Sheinbaum en el poder? ¿Va a tener un claro tutelaje sobre ella o no? ¿O va a poder despegarse del exmandatario?
Bueno, dependerá de ella. Pero no le va a ser fácil, porque López Obrador no tiene ningún deseo de irse a su casa a plantar mangos y naranjas. Es decir, yo creo que él querrá seguir influyendo, porque Morena no es un partido, Morena es un movimiento al servicio de un caudillo. Entonces, bueno, con eso te estoy contestando. Sheinbaum no ha hecho explícito ningún deseo de apartarse del libreto de AMLO. Por otro lado, él tampoco ha demostrado en su vida que es capaz de cumplir una promesa, por ejemplo, la de quedarse al margen de la política como todo presidente institucional haría. Bueno, con eso ya te contesto, ¿no? Entonces, dependerá de ella.