Con más de 1.400 millones de habitantes -la segunda nación más poblada, sobrepasada recientemente por India-, la historia, la cultura y la política de China ha estado siempre ligada a su demografía. Famosa fue la política del hijo único implementada en 1980 y suspendida en 2015, la que controlaba la cantidad de descendencia permitida para las familias, con multas para quien no las cumpliera.
Pero ahora, en la vereda contraria a la del control de la natalidad, autoridades del gigante asiático se aprestan para impulsar medidas relacionadas con los decesos.
Motivados por la densidad demográfica y el envejecimiento de la población, por el elevado valor de un terreno para enterrar a sus seres queridos en un cementerio y la rápida urbanización, aseguró el diario británico The Guardian, cada vez son más los ciudadanos chinos que optan por arrojar las cenizas de sus familiares al mar en urnas biodegradables.
Tendencia que, además de crecer luego de que Jiang Zemin, expresidente de China, decidiera esparcir sus cenizas en la desembocadura del río Yangtsé en diciembre pasado, dijo un emprendedor del rubro al mismo medio, ha crecido de la mano de un subsidio que gobiernos locales ofrecen a familias que buscan alternativas más económicas y prácticas para despedir a sus muertos.
Los contrastes en los valores de uno u otro modo de sepultura son importantes. Mientras un entierro tradicional en un cementerio citadino puede superar los 100.000 yuanes (alrededor de 14.550 dólares), los lanzamientos de urnas al océano en embarcaciones privadas pueden alcanzar los 10.000 yuanes, es decir, 1.455 dólares. En caso de querer llevar a toda una familia, empresas como la de Xiao Hu, quien anteriormente se dedicaba a los viajes turísticos, pueden duplicar el precio, lo que significa, de todos modos, un 20% del valor de un entierro tradicional, dijo el navegante a The Guardian.
En algunos casos de lanzamientos al mar, las autoridades incluso subvencionan parte importante de los gastos. En Suzhou, ciudad de la costa oriental de China, la oficina de asuntos civiles contrató un barco que transportó a 190 personas que querían despedir a sus seres queridos en el océano. En total, se realizaron 79 funerales, donde cada familia recibió 2.000 yuanes (un poco menos de 300 dólares) como incentivo, detalló un informe publicado por las autoridades del lugar.
La provincia noroccidental china de Shaanxi, en tanto, celebrará su primera ceremonia de entierro colectivo en el mar, explicó el diario chino Global Times. Allí, los residentes de la capital provincial, Xi’an, no deben siquiera pagar por la tasa de servicio, y recibirán 5.000 yuanes (725 dólares, aproximadamente) como subvención.
El 20 de abril pasado, en Jinan, ubicada la segunda provincia más grande el país, Shandong, fueron enterradas 91 personas bajo este método, mientras que ciudades costeras como Qingdao, Fuzhou y Dalian ofrecen servicios gratuitos y regulares a la población para que los familiares de los fallecidos despidan a sus seres queridos bajo esta modalidad.
El cambio también significa una modificación profunda en la milenaria cultura china. A diferencia de la creencia popular, el país asiático no tiene una población mayoritariamente religiosa. Así lo han dejado claro múltiples estudios que afirman que, en el más optimista de los casos, menos de la mitad de sus más de 1.400 millones de habitantes se considera fiel a alguna religión.
Según el think tank estadounidense, Pew Research Center, para 2020 solo un 15,87% de la población china se considera budista, credo donde sus seguidores son cremados. En cambio, la mayoría ha optado históricamente por entierros donde el culto a los antepasados se hace con lápidas donde parte fundamental de los ritos es demostrar un cuidado de las tumbas.
Sin embargo, la tierra es fundamental en la sociedad china. Peng Xizhe, director del Centro de Estudios de Políticas de Población y Desarrollo de la Universidad de Fudan, dijo a Global Times que destinar menos tierras a entierros puede ayudar “a mantener la superficie agrícola del país por encima de la línea roja de los 1.800 millones de mu (unos 120 millones de hectáreas)”.
Es por eso que el gobierno ha instado a lo largo de los últimos años a la realización de funerales distintos. Mientras en 2015 la tasa de cremación llegó al 47%, para 2021 alcanzó casi el 59%, detalló The Guardian.
La transición, dijo Peng Xizhe, es difícil para la población acostumbrada a los entierros tradicionales. “Por ejemplo, muchas personas tienen una fuerte necesidad de rendir culto ante las tumbas, pero ¿cómo podrían hacerlo si esparcen las cenizas de sus familiares en el mar?”, explicó a Global Times. “Tenemos que mantener un equilibrio entre el respeto a la cultura tradicional china y el ahorro de tierras y recursos”, cerró.