La Escuela Preparatoria Fruitport, en Michigan, está haciendo renovaciones para hacerla más segura ante eventuales tiroteos. Las nuevas áreas incluyen pasillos largos y curvos para disminuir el alcance del atacante, con pequeñas paredes de cemento para que los estudiantes tengan dónde esconderse en caso de un ataque.

El objetivo de estos muros es dar más tiempo a los profesores y estudiantes mientras la policía responde, y permitirles entrar a las salas de clases para pedir ayuda desde allí. Además, las salas están diseñadas para que los alumnos puedan ocultarse en una de las esquinas del aula y quedar fuera de la vista del atacante. Muchas veces los tiradores son estudiantes o están familiarizados con el recinto, pero algunos obstáculos como las cerraduras automáticas y las áreas ocultas serán difíciles de superar, incluso para ellos, según los expertos.

Matt Slagle, arquitecto a cargo del proyecto, contó a The Washington Post que su empresa -que también diseña cárceles- quería lograr un equilibrio entre la seguridad y una presencia acogedora, sin inclinarse demasiado hacia ninguno de los dos lados.

De esta manera, la escuela secundaria busca amortiguar el potencial de muerte de un tirador masivo. Esto se ha vuelto una tendencia creciente en Estados Unidos, especialmente después de los tiroteos ocurridos en Dayton y El Paso, a comienzos de agosto.

Por ejemplo, las escuelas del condado de Jefferson, en Colorado, entregaron a los profesores baldes y arena para gatos para tener a mano en caso de que los niños tengan que ir al baño durante un bloqueo. También entregaron plumones para escribir la hora a la que se aplican los torniquetes y dulces para subir el nivel de azúcar en la sangre de los niños diabéticos. Además, las mochilas antibalas se han hecho cada vez más populares en EE.UU.

Se espera que el proyecto de Michigan esté completo en 2021, aunque los estudiantes volverán a clases el 3 de septiembre y utilizarán los nuevos espacios a medida que su construcción vaya terminando.