España busca a los desaparecidos tras las inundaciones mortales y comienza la limpieza
La catástrofe ha dejado al menos 95 muertos.
Equipos de rescate españoles rastrearon el jueves campos anegados y coches varados en busca de personas aún desaparecidas tras las devastadoras inundaciones en la Comunidad Valenciana, que causaron la muerte de al menos 95 personas, con previsiones de nuevas inclemencias meteorológicas que provocaron alertas por tormentas más al norte.
Las autoridades locales no han revelado cuántas personas siguen en paradero desconocido tras las inundaciones más mortíferas de Europa en varios años, pero la ministra de Defensa, Margarita Robles, dijo que “era probable que la cifra de muertos aumentara”.
Los equipos de rescate utilizaron helicópteros para poner a salvo a los supervivientes en zonas que seguían inundadas y rastrearon el espeso cieno y los restos de vehículos en busca de cadáveres.
Se utilizaron excavadoras y tractores equipados con bombas de agua para retirar los escombros de las calles, según las imágenes de televisión.
Las inundaciones de Valencia afectaron a las infraestructuras de la región, arrasando puentes, carreteras, vías férreas y edificios al desbordarse los ríos.
Alrededor de 80 kilómetros de carreteras de la región oriental resultaron gravemente dañadas o intransitables, según el ministro de Transportes, Óscar Puente. Muchas estaban bloqueadas por coches abandonados.
Puente dijo a la prensa que existe la posibilidad de encontrar más cadáveres en algunos vehículos y que se tardaría entre dos y tres semanas en restablecer la conexión por tren de alta velocidad entre Valencia y Madrid.
El jueves volvió la calma a las zonas más afectadas alrededor de la ciudad de Valencia, la tercera más populosa de España, pero la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emitió su máximo nivel de alerta para la provincia de Castellón. Más al norte, en Cataluña, se emitió un aviso naranja para la ciudad de Tarragona.
Según los meteorólogos, el martes llovió en ocho horas lo equivalente a un año en algunas zonas de Valencia, lo que provocó atascos en las carreteras y anegó las tierras de cultivo de una región que produce aproximadamente dos tercios de los cítricos cultivados en España, uno de los principales exportadores mundiales de naranjas.
La tormenta que causó los aguaceros torrenciales se ha desplazado desde entonces en dirección noreste.
“Lluvias muy intensas en el norte de la provincia de Castellón: pueden acumularse más de 180 l/m²”, publicó la AEMET en su cuenta de la red social X. “¡Peligro extremo! ¡No viaje por la zona salvo que sea estrictamente necesario!”, añadía.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó un centro de coordinación de salvamento en L’Eliana, cerca de la ciudad de Valencia, e instó a la población a quedarse en casa ante la amenaza de más tormentas.
“Ahora mismo lo más importante es salvaguardar el mayor número de vidas posible”, dijo a la prensa.
Los residentes describieron cómo la gente se encaramaba a los techos de sus coches mientras una corriente agitada de agua marrón corría por las calles, arrancando árboles y arrastrando trozos de mampostería de los edificios.
Los habitantes cuentan las pérdidas
En la localidad rural de Utiel, una de las más castigadas, a unos 85 kilómetros de la ciudad de Valencia, el río Magro se desbordó y la crecida de hasta tres metros de altura alcanzó a las casas, la mayoría de ellas de una sola planta.
El alcalde de Utiel, Ricardo Gabaldón, dijo que al menos seis personas habían muerto en la ciudad, de unos 12.000 habitantes, la mayoría ancianos o discapacitados que no pudieron ponerse a salvo.
Los residentes utilizaron bombas de agua transportadas en tractores para iniciar la limpieza a primera hora del jueves y varios niños ayudaban a barrer las aceras. Algunos electrodomésticos y muebles en ruinas se amontonaban en medio de las carreteras y las personas mayores tenían dificultades para caminar por las calles resbaladizas y cubiertas de barro.
“La pena son las personas que han fallecido, que ha habido muchas”, dijo Encarna, una profesora de 60 años, secándose las lágrimas mientras hablaba en una calle destrozada por la inundación cerca de su casa. “Son mis ahorros, es mi esfuerzo, mi vida, pero estamos vivos”.
Las inundaciones también han destrozado cultivos y matado ganado.
Javier Iranzo, de 47 años, y Ana Carmen Fernández, de 48, habitantes de Utiel, dijeron a Reuters que las inundaciones habían destrozado por completo su granja de cerdos y que 50 de sus animales se habían ahogado.
Calculan que los daños ascienden a cientos de miles de euros y, a pesar de las promesas de ayuda del Gobierno, dicen estar preocupados por si recibirán ayuda estatal para la reconstrucción.
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