Entre confusión y dudas. Así vivieron los madrileños el inicio del estado de alarma decretado ayer por 15 días para la capital y ocho municipios de la Comunidad de Madrid, que afectará a cinco millones de personas. La restricciones ordenadas por el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, se adoptaron ante la falta de consenso con los protocolos impuestos por las autoridades locales, y surgieron como última medida de presión para frenar la movilidad en el territorio que concentra más del 30% de los contagios de Covid-19 a nivel nacional, especialmente después que el Tribunal Superior de Justicia revocara las limitaciones previas.

El jueves los españoles seguían atentos el nuevo capítulo de la disputa entre La Moncloa y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Por un lado, la capital defiende el modelo de confinamientos selectivos y acusa tener “factores epidemiológicos insuficientes para un cierre”, mientras que el Ejecutivo critica de insuficiente la estrategia para frenar lo que consideran es una transmisión comunitaria en la segunda ola del coronavirus.

“Ayuso ha decidido no hacer nada. La paciencia tiene un límite. Podemos cruzarnos de brazos o luchar contra el virus”, señaló ayer el ministro de Salud, Salvador Illa, que defendió el estado de alarma haciendo énfasis en que la situación epidemiológica de Madrid es grave, ya que registró 134 fallecidos en la última semana, así como 3.256 hospitalizados y 490 internados en UCI.

De acuerdo al último informe sanitario, España registra 890.367 casos y 32.929 fallecidos, de ellos 267.947 contagios y 10.765 muertes provienen de Madrid que tiene una incidencia acumulada de 520 casos por 100 mil habitantes, mientras el promedio nacional es de 258.

Ayuso recalcó su oposición al estado de alarma y mediante el consejero de Salud, Enrique Ruiz, defendió que las restricciones localizadas en 46 zonas desde el 21 de septiembre permitieron “reducir los contagios en 45 de ellas, con una baja de entre un 6% y 67%”. Además, dijo, de bajar la presión hospitalaria de 3.300 camas a 2.800.

En esa línea, Madrid defendió que “vamos a pedir cada día que se levante ese estado de alarma, porque los datos nos avalan”.

Horas más tarde, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) mediante su director general, Tedros Adhanom, respaldó a La Moncloa: “Tenemos la total confianza de que han tomado en cuenta la situación local a la hora de decidir las medidas”. En tanto, el director ejecutivo de la OMS, Michael J. Ryan, apuntó directamente al conflicto entre las autoridades al señalar que “cuando los gobiernos difieren la gente muere”.

De regreso a las restricciones

Desde la publicación de la normativa ayer en el Boletín Oficial del Estado, las personas de estas zonas se sumarán a las medidas impuestas el jueves de la semana pasada, que afectan a las grandes urbes con una incidencia del virus mayor a 500 casos por 100 mil habitantes. Así, los residentes acordonados no pueden salir de su territorio salvo con un permiso para trabajar, estudiar, ir al médico, trámites o ayudar a la población de riesgo. A pesar de que no es un confinamiento domiciliario, las autoridades recomendaron solo salir en casos imprescindibles.

El cierre de las zonas coincide con el fin de semana largo con motivo del día de la Fiesta Nacional, para el que cada año miles de ciudadanos escapan de la capital. Por esto, desde ayer más de 7.00 agentes de seguridad están desplegados en todos los accesos desde donde nadie puede salir o entrar. Los viajes a segundas viviendas o por ocio están prohibidos. La Ley de Seguridad Ciudadana establece multas que van desde US$ 709 hasta US$ 710 mil, en casos extremos.