En términos de asistencia, un total y completo éxito. En términos políticos, una declaración como la posible futura oposición y una nueva dificultad al oficialismo, en caso de aprobar la polémica amnistía a los independentistas. Así se leyó en España la masiva manifestación del Partido Popular (PP) este domingo en Madrid, donde su líder, Alberto Núñez Feijóo, hizo una última demostración de fuerza política a dos días de una investidura que previsiblemente fracasará, este martes 26. Logró reunir a más de 40.000 personas, según los cálculos de la policía, y 60.000 basándose en las estimaciones de la tienda popular.
Las dudas sobre el foco de los discursos –si debería virar al centro o dar un giro a la derecha, dos almas que luchan al interior de la colectividad, relató El País– terminaron por decantarse en una marcha contra la amnistía del procés de 2017. La fallida independencia catalana liderada por el hoy prófugo de la justicia española y diputado al Parlamento Europeo, Carles Puigdemont, es hoy clave para que Pedro Sánchez reedite su gobierno izquierdista.
La moneda de cambio sería la amnistía, lo que se convirtió en el centro de las críticas de la marcha convocada por el PP. Pancartas llamando a la unidad de España y pidiendo cárcel para Puigdemont se tomaron la masiva concentración.
Pese a ganar en votos totales durante las elecciones generales del 23 de julio, el sistema parlamentario español obliga a lograr una mayoría en el Congreso para que el líder de la coalición vencedora sea investido, y el PP junto a sus aliados de Vox quedaron a cuatro escaños. Sin embargo, eso no los frenó para convocar a decenas de miles de madrileños a las calles.
Mientras los populares pusieron el foco en la amnistía y su ilegalidad, en el oficialismo aseguraron que no se está negociando nada que no se ajuste a la ley. El propio jefe de gobierno, Pedro Sánchez, respondió desde Barcelona asegurando que “se están manifestando contra un gobierno socialista, pero lo siento, va a haber uno”.
Alineando a la oposición
Asumido ya entre las filas del Partido Popular, el fracaso de la investidura de este martes próximo podría traducirse en que nuevamente deban ser la oposición por cuatro años, si es que el PSOE y sus aliados de Sumar logran pactar alguna clase de acuerdo con Junts per Catalunya para que sumen los 176 curules necesarios en el Parlamento y nuevamente puedan sentarse en La Moncloa.
Independiente de si Alberto Núñez Feijóo lograba convertirse en jefe de gobierno, el PP tenía planificado un acto para este domingo. Hasta el sábado, todavía existían dudas sobre el tono que debía tener, pero la frase central estaba diseñada de antemano: “Frente a la amnistía, igualdad”.
Lo que no se esperaban ni en las huestes populares fue la inmensa asistencia que lograron, con cientos de banderas rojas y amarillas ondeando junto a otras azules y blancas, de España y el Partido Popular. Si bien se esperaba que llegaran unas 10.000 personas a la plaza de Felipe II, fueron al menos 40.000 las que finalmente arribaron, informó la policía madrileña según El Mundo. Pero el recuento del PP fue aún más alto, afirmando que asistieron 60.000 adherentes.
Entre los manifestantes se leían pancartas y poleras con frases como “Puigdemont a la cárcel. Sánchez a la mierda”, u otras pidiendo “Unidad para España”, relató La Vanguardia. En las calles, lejos del escenario principal, asistentes coreaban: “Puigdemont a prisión”. Mientras, Núñez Feijóo era escoltado por dos expresidentes españoles de la colectividad, José María Aznar y Mariano Rajoy, además del alcalde de Madrid, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y los barones territoriales del partido.
Feijóo dedicó sólo una frase a su fallida investidura, cuando dijo estar “muy contento de haber salido de casa” tras días enfocado en su discurso del martes. El foco, en cambio, lo puso en Sánchez y sus aliados. En opinión del presidente del Partido Popular, la amnistía –que todavía no se anuncia, vale decir– es una “cacicada” y una “indignidad”, planteó desde el escenario.
En la misma línea, también aseguró que el PSOE ya no es “un partido de Estado”, puesto que liberar de prisión a las personas ligadas al procés de 2017 significaría un quiebre legal, acusan. “Defenderé la igualdad de los españoles, aunque me cueste la presidencia del gobierno”, aseveró, en un argumento que ha utilizado desde las elecciones generales.
Aznar, quien durante las últimas semanas ha sido especialmente duro con el gobierno por la posible amnistía al calificar a Sánchez de liderar un gobierno “autocrático” y asimilar al terrorismo de ETA con el proceso independentista, se mostró menos combativo este domingo, pero no menos crítico.
“Sabemos que van a decir que protestamos contra algo que no existe (la amnistía). Lo dijeron con los indultos y hubo indultos. Lo dijeron con la sedición. Todo lo que dijeron que no harían lo han hecho y todo lo que ha dicho que rechazan lo harán. Los golpistas no renuncian a nada y lo volverán a hacer si se les deja”, recalcó Aznar, según consigna El Mundo.
El expresidente también planteó que la negociación de Sánchez con Junts es “un ataque sin precedente al Estado de derecho, porque no procede solo de los enemigos de la Constitución, sino de un partido que tiene la obligación de defenderla y no lo hace”, informó La Vanguardia.
Pero las palabras más esperadas eran las de la dueña de casa, Isabel Díaz Ayuso, cuya participación fue medida previamente, considerando que, tras la victoria con gusto a derrota del 23-J, el discurso de Díaz Ayuso fue mucho más aplaudido –incluso con ovaciones con su nombre– que el del propio presidente popular, Alberto Núñez Feijóo.
Según la presidenta de la Comunidad de Madrid, luego de la amnistía vendrán la destrucción de “la Constitución, la Corona, las Fuerzas de Seguridad”, consignó El País. El corazón, prosiguió, “nos duele como nunca”, pero agregó que “no vamos a permitir que acaben con la España alegre y vital, admirada en el mundo entero”.
En la interna, existían dudas de qué tono debía tomar la instancia entre las dos almas que existen dentro del PP: una que considera que se debe moderar el discurso para acaparar votos de la centroizquierda –como han revelado que ocurrió en las elecciones generales, según estudios postelectorales– y alejarse de la extrema derecha de Vox, y otra que clama por un discurso con “más colmillo” para aglutinar a la derecha, explicó El País.
“Tenemos que saber adónde vamos y qué queremos representar. ¿Queremos hacer una oposición de gorila o una oposición inteligente?”, dijo al mismo medio un miembro de la dirección del PP. “Algunos dicen que hay que radicalizar el discurso para aglutinar a toda la derecha. Pero la sociología no nos dice eso: nos dice que si no hemos ganado por más margen las elecciones es por el Que te vote Txapote (frase con la que se criticó a Sánchez en la campaña y su supuesta relación con el miembro de ETA, Francisco “Txapote” García) y nuestro vínculo con Vox. Cuando nos hemos salido de la posición de centroderecha nos ha perjudicado”, continuó.
La otra postura plantea que “nuestra oposición tiene que ser todavía más fuerte y clara”, señaló uno de los halcones al medio español. “La gente del PP tiene unas ganas tremendas de manifestarse en la calle”, defendió.
Los cálculos oficialistas
Pese a que en el Partido Socialista Obrero Español el propio Sánchez intentó bajarle el perfil a la movilización, lo cierto es que planteó un importante desafío al proceso de negociación. En la capital, hay un número importante de ciudadanos que se opone de lleno a la idea de una amnistía, considerando que aún no se ha presentado siquiera.
Desde un mitin este domingo en la pineda de Gavà, Barcelona, el líder socialista habló ante unos 15.000 participantes durante la Fiesta de la Rosa. Allí, ironizó con que el PP estaba “celebrando” a días de perder la investidura, y reafirmó su seguridad en que lograría conformar un “Gobierno socialista”, relató El País.
“Vamos a tener una investidura fallida de un candidato fallido”, dijo a sus seguidores, agregando que se pueden perder elecciones, pero “no el sentido de la realidad”.
Lola García, directora adjunta de La Vanguardia, señaló en una columna del mismo medio que “el presidente tiene que construir un relato en el que la amnistía forme parte de un compromiso histórico con Catalunya que abarque desde los símbolos –la utilización de las lenguas cooficiales en el Congreso, por ejemplo–, pasando por la financiación autonómica –pendiente de abordar en la nueva legislatura– y, de alguna forma, el final del procés”.
En opinión de la periodista, “si el anterior mandato tuvo un contenido social, este sería más territorial. Se trataría de convertir la necesidad en oportunidad”.
Desde la coalición, y desde el propio Junts, también respondieron a la multitudinaria manifestación del PP. La vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz, aseguró en una entrevista con la Cadena SER que todas las negociaciones se están realizando en sintonía con la ley. “Yo no negocio nada que no esté en el marco legal o constitucional”, señaló.
En tanto, el president de la Generalitat, Pere Aragonès, señaló a través de X (ex Twitter) que “de nuevo, la derecha españolista ha paseado por Madrid su miedo a la democracia y el pánico a las libertades. Feijóo, Ayuso, Aznar, los gritos de odio y las amenazas a nosotros no nos dan miedo. Siempre la democracia. Siempre la libertad. Más que nunca, amnistía y referéndum”.