Evgenia Kara-Murza, la esposa del periodista y opositor ruso Vladimir Kara-Murza, condenado a 25 años de cárcel por alta traición, expresó este jueves su temor de que su marido acabe muriendo en prisión como el disidente Alexei Navalny.
“Como no recibe ayuda médica para combatir la polineuropatía, creo que el Kremlin espera que algún día simplemente colapse”, subrayó en una entrevista con el diario The Guardian cuando se cumple el segundo aniversario de su detención.
Kara-Murza ha detallado que su esposo, que tiene nacionalidad británica, ha pasado los últimos seis meses en régimen de aislamiento en una celda de seis metros cuadrados. “Estamos muy preocupados por su salud, que no hará más que empeorar. Ha perdido 25 kilos desde su encarcelamiento”, explicó.
El ministro de Exteriores británico, David Cameron, ha indicado en un comunicado por el aniversario que es fundamental denunciar “el cruel desprecio de Rusia por su deteriorada salud”, ya que se le ha negado “el tratamiento médico que tanto necesita”.
“Víctima de dos intentos de envenenamiento distintos antes de su encarcelamiento, Kara-Murza está siendo sometido ahora a condiciones degradantes e inhumanas en prisión, claramente diseñadas para dañar aún más su bienestar físico y mental”, agregó.
Kara-Murza fue condenado a 25 años de prisión por varios delitos, entre los que se encuentran alta traición, difusión de información falsa sobre el Ejército y cooperación con una organización indeseable. Además, la Justicia rusa le prohibió ejercer el periodismo durante siete años.
El destacado disidente, que ya estaba considerado por las autoridades rusas como un agente extranjero, fue detenido en abril de 2022 con la ofensiva militar sobre Ucrania ya iniciada, y su situación ha sido criticada en varias ocasiones por organizaciones defensoras de los Derechos Humanos.
La situación de Kara-Murza se compara con la Navalny -condenado a 19 años de prisión-, quien murió el 16 de febrero, tras “sentirse mal durante un paseo”, según la versión del Servicio Penitenciario Federal del distrito autónomo ruso de Yamalia-Nenetsia. La Unión Europea y sus países miembros señalaron como responsable de su muerte al Kremlin.