"Hemos derrotado al Estado Islámico en Siria, mi única razón para estar ahí". Con esa frase publicada en su cuenta de Twitter a mediados de diciembre, Donald Trump anunció el fin del grupo terrorista en el país árabe y justificó así el retiro de las 2 mil tropas estadounidenses que lideraron una ofensiva militar contra el yihadismo.
"Los vencimos y los vencimos claramente. Recuperamos los territorios y ahora es momento de que nuestras tropas regresen a casa", insistió, más tarde, en un video grabado frente a la Casa Blanca que él mismo se encargó de distribuir a través de la red social.
En la misma línea, a fines de 2017, el entonces primer ministro iraquí Haidar al Abadi declaró: "Hemos vencido a Daesh (acrónimo en árabe del Estado Islámico)". Sin embargo, pese a estas palabras triunfalistas el Estado Islámico estaría lejos de desaparecer y existe el temor -entre los analistas- de que retome sus acciones.
"El Estado Islámico no ha sido derrotado en Siria y será uno de los actores que más se beneficie con el retiro de tropas estadounidenses de Siria. Esa decisión fue el salvavidas que el Estado Islámico necesitaba para resurgir", dijo a La Tercera, Nick Heras, analista del Centro New American Security.
Un estudio realizado por el experto del think tank Middle East Institute, Hassan Hassan, explica que si bien el Estado Islámico ha perdido gran parte del territorio que llegó a controlar en 2014, ahora desarrolló una estrategia para reanudar su insurgencia con tácticas similares a sus inicios: la guerra de guerrillas. Así, su base serán las áreas rurales. El informe señala que el plan se resume en tres conceptos que han sido mencionados en las publicaciones en árabe del grupo yihadista. El primero es el desierto, lugar que ha sido considerado como viable para la insurgencia post-califato. Tras la batalla en Raqqa, en 2016 y la de Mosul, en 2017, la propaganda del Estado Islámico ha mostrado combates en el desierto para dar cuenta que aún se puede causar daño a las fuerzas del gobierno.
El segundo concepto consiste en el combate a los opositores que provienen de las comunidades sunitas. Y el tercero se relaciona con llevar a cabo operaciones de amplio alcance y de manera incesante en las áreas rurales y algunos centros urbanos. De hecho, el grupo ya ha atacado áreas en las que antes tuvo dificultad de irrumpir, como Abu Ghraib, en el oeste de Bagdad. Así, las nuevas tácticas incluyen una estrategia híbrida de control de territorio y prácticas insurgentes.
"Las células durmientes del EI practican la guerra de guerrillas. Han perdido el control sobre el territorio y la posibilidad de alzar su bandera sobre edificios gubernamentales, pero han optado por atacar objetivos civiles y militares con operaciones sorpresivas y puestos de control que despliegan fugazmente", dijo al diario español El Mundo, Hisham al Hashimi, experto en seguridad y asesor del gobierno iraquí.
En este mismo sentido, un informe del departamento de Defensa norteamericano, divulgado en septiembre, señaló que el EI se ha convertido en uno "más clandestino y disperso". Además, destacó que "se hicieron menos susceptibles a la acción militar convencional". El documento reconoce que el grupo yihadista, que llegó a controlar un tercio de Irak y grandes zonas en Siria, ha comenzado a "fortalecer sus células durmientes" con el propósito último de que sus remanentes actúen como "bandas criminales dispersas geográficamente".
En un artículo en la revista The Atlantic, Hassan Hassan, señala que "si la historia sirve de guía, el Estado Islámico y sus aliados explotarán la volátil situación de la región y establecerán un puesto permanente en Medio Oriente".
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