Pese a que Europa se encuentra en medio del verano, con una ola de calor que ha alcanzado temperaturas históricas en algunas partes, llegando a los 40 grados Celsius, las autoridades ya se encuentran programando el tema de la calefacción en el invierno, en caso de que Moscú restrinja aún más los suministros en represalia por las sanciones debido a la guerra en Ucrania.
Muchos países europeos ya se habían estado preparando para la posibilidad de un corte total desde que Rusia redujo drásticamente los flujos de gas a mediados de junio, y con un flujo de gas cero durante un período de mantenimiento anual de tuberías que comenzó el 11 de julio. Una situación que se revirtió el jueves cuando la estatal gasífera rusa Gazprom restableció el suministro del gasoducto Nord Stream 1.
“Rusia nos está chantajeando. Rusia está utilizando la energía como arma. Y, por lo tanto, en cualquier caso, ya sea un corte parcial e importante del gas ruso o un corte total del gas ruso, Europa debe estar preparada”, había dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando se suspendió el suministro.
A principios de julio, el gobierno canadiense anunció que entregaría a Alemania la turbina necesaria para transportar gas por Nord Stream desde Rusia y cuya devolución había permanecido temporalmente suspendida como consecuencia de las sanciones impuestas a Moscú por la guerra en Ucrania. Las autoridades canadienses precisaron que la pieza, reacondicionada en una planta de Siemens en Montreal, sería entregada a operarios alemanes y no directamente a Rusia, como se planeó originalmente.
La presidencia de Rusia tildó el jueves de “afirmaciones falsas” que esté usando el gas como método de “chantaje” en el marco de la guerra en Ucrania y sostuvo que las limitaciones al suministro de energía son derivadas de las sanciones aplicadas por la Unión Europea. “Durante los últimos días hemos escuchado muchos reproches”, criticó el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, que citó entre otras las recientes declaraciones de la presidenta de Von der Leyen. “Escuchamos reproches de que Rusia usa el gas para chantajes y presiones políticas”, sostuvo. Así, dijo que el Presidente ruso, Vladimir Putin, “explicó de forma extensa que es imposible hablar de presiones o chantajes” y recalcó que son acusaciones “falsas” que Moscú “rechaza de forma categórica”, consignó la agencia rusa de noticias TASS.
De todas formas, los gobiernos están considerando una serie de medidas para evitar una crisis que se teme podría desencadenar una recesión. Así, desde principios de año, los Países Bajos han logrado reducir su consumo de gas en aproximadamente un tercio. Eso es más del doble de la reducción observada en la vecina Alemania, de alrededor del 14% de enero a mayo; y mucho más que la reducción de ni siquiera un 2% en Italia durante el mismo tiempo. Los tres países, entre muchos otros en Europa, dependen en gran medida del gas natural, incluido el gas ruso, para su matriz energética.
En medio de este contexto, la Comisión Europea propuso el miércoles pasado un plan para reducir el uso de gas en Europa en un 15% hasta la próxima primavera. Según se explica en la página web de la institución, todos los consumidores, administraciones públicas, hogares, propietarios de edificios públicos, proveedores de energía e industria pueden y deben tomar medidas para ahorrar gas. La Comisión también acelerará el trabajo sobre la diversificación del suministro, incluida la compra conjunta de gas para fortalecer la posibilidad de la UE de obtener suministros alternativos de gas.
El plan ha enfrentado la resistencia de algunos países, que sienten que sus planes de contingencia no necesitan el refuerzo de la UE. Se requerirá que los países actualicen sus planes de gas de emergencia para fines de septiembre para mostrar cómo cumplirán el objetivo del bloque.
Entre los que se oponen está Polonia, que llenó su almacenamiento de gas al 98% de su capacidad después de que Rusia cortó su suministro en abril. Otros tienen menos almacenados, como Hungría, que está al 47% de su capacidad.
Pero la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, dijo que los países han reducido su demanda combinada de gas en solo un 5% a pesar de meses de disminución de los suministros de Rusia y precios altísimos, y que se necesitan recortes más profundos con urgencia.
Un recorte del 15% ahorraría unos 45.000 millones de metros cúbicos de gas entre agosto y marzo. Rusia suministró el 40% del gas de la UE antes de su invasión de Ucrania, o alrededor de 155 bcm (miles de millones de metros cúbicos) por año, pero los flujos se han desplomado desde entonces.
El Fondo Monetario Internacional advirtió recientemente que un corte de gas en Rusia podría hundir a las economías europeas en una recesión.
En 2021, Europa recibió el 40% de sus necesidades totales de gas mediante el gasoducto de Rusia, más un 5% adicional como Gas Natural Licuado (GNL). En términos monetarios, los 99.000 millones de euros pagados por el gas ruso representan alrededor del 5% de las importaciones energéticas europeas. Puede que no parezca mucho, dice Serguei Vakulenko en un artículo escrito para el centro de estudios Carnegie, pero hay muchas industrias de alto valor agregado (cemento, fabricación de acero, vidrio, industrias químicas) que dependen del gas como materia prima o fuente de energía.
Muchas de estas instalaciones de producción se concentran en Alemania y generan miles de puestos de trabajo. Este hecho, junto con las facturas energéticas de los hogares europeos, explica por qué el Kremlin decidió utilizar el gas para infligir dolor a la UE, señala el analista en energía independiente.
Si Rusia deja de vender gas a Europa, sus pérdidas presupuestarias pueden alcanzar los US$ 40.000 millones. Esa es ciertamente una suma significativa para el gobierno ruso, dice Vakulenko, pero es un sacrificio más fácil que el petróleo. Y si las ventas de gas no se detienen por completo, sino que simplemente se reducen, gran parte de la pérdida monetaria podría recuperarse mediante el aumento de los precios. El director ejecutivo de Gazprom, Alexey Miller, se jactó recientemente de que la disminución de las exportaciones a la UE se compensa totalmente con precios más altos, y su empresa no podría estar más feliz por ello.
Según los datos de la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transmisión de Gas (ENTSOG) recopilados por el think tank Bruegel, Rusia exporta actualmente a la UE unos 150 millones de metros cúbicos diarios: un tercio de lo que era hace un año. Hasta ahora, Europa ha logrado compensar el déficit mediante el aumento de las importaciones de Noruega y las compras de GNL, y llenar el almacenamiento de gas al ritmo habitual, aunque los niveles de almacenamiento están más cerca del fondo que el año pasado debido a la reducción del suministro de Rusia. Cuanto más tiempo pase, más intensamente se hará sentir esa reducción.
René Peters, experto en gas de la organización neerlandesa de investigación TNO, en conversación con la cadena Deutsche Welle, señala que el éxito de Países Bajos se debe a tres factores: desde un invierno inusualmente suave, el restablecimiento de las centrales eléctricas de carbón y una gran reducción en el consumo de gas.
Reemplazar el gas con energía del carbón y el cálido invierno representaron quizás entre el 5% y el 10% de la disminución, explicó. “Pero el mayor impacto es la reducción del uso de gas tanto en los hogares como en la industria”, dijo a la cadena alemana.
El gobierno de Países Bajos lanzó una campaña a gran escala pidiendo a los hogares y empresas que redujeran su consumo de gas en abril. Bajo el lema “baja la perilla”, se pidió a los ciudadanos que calentaran menos sus hogares. Esto estuvo acompañado de incentivos adicionales para aislar mejor las casas y los edificios comerciales, así como para comprar equipos más eficientes en energía.
Los expertos creen que es probable que otros países busquen estrategias similares explicó a Deutsche Welle Ben McWilliams, analista de investigación energética del think tank Bruegel, con sede en Bruselas.
Quemar carbón en lugar de gas para generar electricidad es, “desde una perspectiva económica, la fruta al alcance de la mano; desde una perspectiva climática, obviamente es difícil y desafiante”, concluye Williams.