La libertad de movilidad que otorga el espacio Schengen es junto al mercado interior y el euro las estrellas de la Unión Europea (UE). Sin embargo, un proyecto presentado y aprobado hace una semana ante la Comisión Europea tiene, entre otros objetivos, permitir un mecanismo de emergencia con el que tan solo una orden por una amenaza de crisis sanitaria cierre las fronteras de todo el bloque sin la necesidad de un consenso de los países, ya que pasaría a ser un poder exclusivo de Bruselas mediante una “gobernanza política”. Aunque no es el primer paso para avanzar en un blindaje, anteriormente integrantes de los 27 han defendido el uso de muros fronterizos para detener el paso de migración irregular.
El reclamo de la UE para tener mayor potestad sobre un eventual blindaje como respuesta a una amenaza sanitaria llega cuando la variante ómicron está obligando a gran parte del mundo a volver a cerrar las puertas para evitar contagios antes de las fiestas de fin de año. Ante las constantes amenazas del Covid-19, si la iniciativa recibe el respaldo de los 27 estados miembros implicará un cambio en la gestión actual en la que la UE solo puede emitir “recomendaciones” y cada gobierno decreta medidas unilaterales.
Desde la llegada del coronavirus, Schengen, hasta ahora reconocido como un “espacio sin fronteras interiores”, se transformó en un dolor de cabeza para el bloque. Aunque existen excepciones para limitar el movimiento, de acuerdo a Euronews, la Comisión Europea envió una carta de advertencia a seis países de la UE en febrero pasado por un riesgo de “fragmentación y perturbación de la libre circulación y cadenas de suministro”, lo que derivó en peticiones para una reforma de la gobernanza de Schengen.
La normativa, discutida el pasado 14 de diciembre, se suma al Artículo 21 del Código Schengen y establece que todos estarán obligados a respetar un eventual cierre, lo que agilizaría el proceso de toma de decisión en torno a la migración durante una emergencia, ya que tan solo con una advertencia del Centro Europeo para la Prevención y Control de las Enfermedades por una potencial epidemia aprobaría el cierre obligatorio en todos los estados.
Con esto, la UE espera dejar fuera las diferencias de protocolos para extranjeros, que permitió que durante la primera ola de la pandemia en 2020, mientras unos países mantenían selladas sus fronteras, otros, como Irlanda, recibían a viajeros procedentes de zonas “inseguras” o “de riesgo” para el bloque, lo que generó una respuesta dispar.
Según el diario El País, de aprobarse, la Comisión Europea a través del Consejo de la UE y con el escrutinio del Parlamento Europeo será el único poder con la facultad de cerrar los países. Además, la medida calificada como un avance hacia una mayor federalización serviría para evitar reacciones de pánico ante la pandemia, como durante el primer cierre total ordenado en la UE el 17 de marzo de 2020, lo que puso en peligro las cadenas de suministros y generó un caos en las normativas del bloque.
Desde el 1 de enero, Francia y su jefe de Estado, Emmanuel Macron, asumirán la presidencia de turno en la UE. “Europa tiene que ser capaz de controlar sus fronteras”, señaló Macron después de explicar que la reforma intentará poner en marcha un “pilotaje político” de Schengen. En paralelo, el mandatario francés afirmó que regularán los flujos migratorios ante nuevas situaciones de alarma.
De acuerdo al diario La Razón, la propuesta incluye que el Consejo Europeo puede establecer controles fronterizos en los países ofreciendo alternativas para aminorar el impacto, como corredores verdes o excepciones para trabajadores transfronterizos, teniendo en cuenta que en la zona Schengen viven 150 millones de personas en regiones transfronterizas y más de tres millones cruzan frecuentemente alguna frontera interna. Además, el cierre total no sería solamente ante amenazas de salud pública, sino también por terrorismo o crisis migratoria.
No obstante, no todos los estados miembros han visto con buenos ojos el proyecto. La Cancillería española, a través del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Alabares, advirtió que “Schengen se creó para la libertad de movimientos dentro del espacio europeo, para la libertad de movimientos de los ciudadanos europeos, y ese logro es un logro de la construcción europea. España no va a permitir que se vaya atrás”, reafirmando el temor a que la revisión policial se transforme en “controles fronterizos” y que la libertad de movimiento se mezcle con el debate por las crisis migratorias.
La revisión del espacio Schengen llega cuando el bloque trata de solucionar una de las últimas tensiones migratorias después de que el gobierno de Bielorrusia liderado por Aleksandr Lukashenko fue acusado de permitir y colaborar para que cientos de migrantes irregulares entren por suelo bielorruso hacia Europa en “represalia” a las sanciones impuestas por el bloque.
La crítica situación en la frontera bielorrusa hizo que este año su vecino, Polonia, ordenara el inicio de la construcción de un muro, que hasta ahora alcanza una extensión de 180 kilómetros y casi cinco metros de altura, lo que sería tan solo una de las primeras medidas para bloquear el paso de refugiados, mientras que los demás países vecinos, como Lituania y Letonia, han seguido los pasos polacos y están instalando muros para reforzar los cruces.
La “fortaleza europea”
Un especial realizado por el diario británico The Telegraph sostiene que mientras la Unión Europea asegura que construye puentes y no muros, en toda Europa se están erigiendo nuevas formas de cierres fronterizos ante la presión de los líderes que defienden la urgencia de cercar Schengen para preservarlo como un estandarte de la UE. De acuerdo a la investigación, 32 años después de la caída del Muro de Berlín, 1.800 kilómetros de muros y vallas están construidos o en proceso a lo largo de Europa, lo que equivale a casi 12 muros de Berlín.
En 2020, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó como “el escudo de Europa” a Grecia después de la tensión en la frontera con Turquía ante la llegada de migrantes que buscaban refugio. En 2012, el país comenzó a construir un muro en la frontera turca de 40 kilómetros y cinco metros de altura, que incluye cañones de sonido conocidos como “dispositivos acústicos de largo alcance o LRAD”, que emiten rayos de sonidos “equivalentes a disparos de escopetas”, lo que se suma al resguardo con vehículos y que esté fuertemente militarizada para evitar el paso de nuevos migrantes irregulares.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, durante la crisis migratoria de 2015, en la que casi dos millones de migrantes llegaron a Europa, ordenó levantar muros a lo largo de 260 kilómetros para bloquear los pasos a Serbia y Croacia. La infraestructura incluye alambre de púas, cámaras, sensores de calor, tres mil soldados, patrullas y altavoces que en varios idioma advierten contra el ingreso ilegal.
El debilitamiento de Schengen durante el primer año de la pandemia con la imposición de controles en las fronteras internas generó que la Fundación Schuman recomendara en junio del año pasado a la UE “aclarar el marco jurídico de Schengen y dotar a las instituciones de las herramientas necesarias para garantizar su respeto, en interés de la Unión, de sus valores y de los derechos de sus ciudadanos”.