España e Italia reclamaron ayer más ayuda europea en la lucha contra el coronavirus, la peor crisis para la región desde la Segunda Guerra Mundial. “Europa debe demostrar que puede responder a esta llamada histórica”, dijo la noche del sábado el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte.

En todo el mundo, los médicos tomaban duras decisiones sobre qué pacientes salvar con los respiradores limitados de los que disponían. La cifra global de muertos confirmados superó los 33.800.

Solo España e Italia suponían más de la mitad de la cifra global de muertos y aún registraban más de 800 muertes al día cada una. Pero también la situación era crítica en naciones de menor tamaño en cuanto a número de fallecidos: Holanda (771), Bélgica (431) y Suiza (300).

Sin embargo, los expertos señalaron que la cifra de decesos en todo el mundo estaba muy por debajo de la real debido al número de pruebas realizadas y a decisiones políticas sobre qué muertes se contabilizaban. A diferencia de Estados Unidos, Francia seguía sin incluir las muertes en residencias de ancianos o en viviendas particulares en su conteo de víctimas del virus, a pesar de que se sabe que las residencias son focos de infección en todo el mundo.

La crisis “afecta a todos los sistemas económicos y sociales de los estados miembros”, señaló Conte. “Pelearé hasta la última gota de sudor, hasta el último gramo de energía, para conseguir una fuerte, vigorosa y cohesiva respuesta europea”, agregó.

El Presidente estadounidense, Donald Trump, dio marcha atrás en su anuncio de imponer una cuarentena sobre Nueva York y los estados vecinos, entre críticas y cuestionamientos sobre la legalidad de la iniciativa. Pero los Centros de Control y Prevención de Enfermedades emitieron una advertencia instando a todos los residentes en la ciudad de Nueva York, y en zonas cercanas de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut a evitar cualquier desplazamiento no esencial durante 14 días.

Por impactante que pueda resultar la advertencia para los estadounidenses, quedaba lejos de las restricciones impuestas en Europa y otras regiones. Los parisinos se arriesgaban a una multa si intentaban abandonar la ciudad, mientras que los sudafricanos no podían siquiera pasear a sus perros ni comprar alcohol. En Italia se acumulaban los ataúdes pese a las tres semanas de estricto confinamiento, y los entierros se celebraban con apenas un familiar.

El gobierno de España anunció que endurecería las medidas de aislamiento al prohibir la actividad económica no esencial, tras alcanzar otro récord de 838 muertos en un día. Más de 6.600 personas han muerto ya en el país.

El responsable de emergencias y alertas sanitarias en España, Fernando Simón, expresó su esperanza de que el brote se estuviera estabilizando y cerca de tocar techo en algunas zonas.

Pero la crisis está golpeando la economía global y poniendo una onerosa carga sobre los sistemas nacionales de salud. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, pidió una respuesta más enérgica de la Unión Europea.

España, Italia, Francia y otros seis estados miembros de la UE han pedido que el bloque de 27 países comparta la carga de deuda emitiendo lo que los medios han apodado como “coronabonos”, para ayudar a combatir el virus. Pero la idea ha encontrado oposición de otros miembros, liderados por Alemania y Holanda.

Además, varios países europeos se han resistido a compartir mascarillas y otro equipo médico con sus vecinos por temor a que pronto los necesiten ellos también en gran cantidad. Muchos países han acudido a China fletando aviones de mercancías para conseguir mascarillas y otros equipos de protección.