“Muertes invisibles”. Así se denominaron los decesos de adultos mayores en hogares a causa de la pandemia, ya que en su mayoría partieron en silencio, sin ser ingresados a hospitales y lejos de sus familias. Tras haber superado el peak de Covid-19, los países de la Unión Europea (UE) están dilucidando ahora el verdadero impacto de la enfermedad en las residencias geriátricas, siendo España el principal foco.
Entre marzo y mayo, al menos 19.500 ancianos fallecieron en este tipo de centros por coronavirus o síntomas compatibles, lo que representa más del 70,6% de las muertes totales en el país por la pandemia, que ascienden a 28 mil.
Un informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica de España señaló a fines de mayo que los mayores de 80 años era el segmento etario con más casos positivos declarados y el mayor número de muertes, con un 21%. A pesar de las abultadas cifras, solo un 44% de los contagiados de esta edad, o sea menos de la mitad, “llegó a pisar un hospital” para recibir atención.
Los familiares acusan una “discriminación genérica” debido a la falta de claridad sobre los criterios que aplicaban a la hora de ser admitidos en centros médicos o recibir respiradores mecánicos. La mayoría de los adultos mayores habrían recibido “cuidados paliativos” en los días más críticos de la emergencia sanitaria. Por esto, la Fiscalía General del Estado español informó que hasta el viernes habían recibido 224 demandas civiles y penales por responsabilidades de muertes en asilos, mientras que otras fueron archivadas.
Sin embargo, el panorama no es muy distinto en el resto de Europa. Según el diario La Vanguardia, los últimos datos sostienen que en Bélgica los decesos por el virus en establecimientos geriátricos representan el 55% del total de registros; en Francia el 50%; en Escocia el 46,5%; en Portugal el 40% y en Alemania el 35%.
A finales de mayo, el London School of Economics reveló que las dificultades para saber la cifra total de muertos en residencias de adultos mayores se debe a que algunos países los contabilizaban en estadísticas separadas a los fallecidos totales, pero que para el 21 de mayo, este tipo de decesos significaba el 58% del total de muertes por el virus en Noruega; el 54% en Irlanda; el 51% en Bélgica; el 49% en Suecia y el 34% en Dinamarca.
Italia podría ser el único país comparable con las cifras españolas de muertes de ancianos, pero tras una encuesta a las más de 4 mil residencias que solo fue respondida por menos de la mitad, el Instituto Superior de Sanidad informó que los datos no son concluyentes. La información que sí se pudo establecer es que las deficiencias que generaron estas cifras estuvieron relacionadas a la falta de médicos y personal especializado, escasez de material de protección, deficiencia de infraestructura y dificultad de trasladar pacientes a hospitales.