La crisis en Bielorrusia luego de las controvertidas elecciones del 9 de agosto, en las que el Presidente Alexander Lukashenko se declaró ganador con 80% de los votos y la oposición lo acusa de fraude, continuaba profundizándose y tanto la Unión Europea como Rusia según con mucha atención lo que ocurre.

En ese sentido, Bruselas celebró este miércoles una cumbre de emergencia en rechazo a la reelección de Lukashenko -en el poder desde 1994-, por lo que anunció la imposición de sanciones financieras contra las autoridades bielorrusas, a las que el bloque acusa de fraude electoral y de reprimir las protestas. “Nuestro mensaje es muy claro: detengan la violencia”, dijo Charles Michel, el presidente de la cumbre de la UE. Además, anunció 53 millones de euros adicionales en ayudas, de los cuales dos millones irán para las víctimas de la represión.

Antes de esta cumbre, la figura principal opositora y refugiada en Lituania, Svetlana Tijanovskaia, en un claro desafío al Kremlin, hizo un llamado a los europeos a rechazar el resultado “falsificado” de las elecciones presidenciales, y denunció que los manifestantes han sido “arrestados y torturados por el régimen.

Bielorrusia tiene una posición estratégica dentro del continente, ya que por un lado se encuentra en Europa, pero pertenece a los países de la exórbita soviética. Si bien el bloque respaldó firmemente a los manifestantes y la sociedad civil de Bielorrusia (que se encuentra protestando desde el mismo domingo 9 de agosto), está caminando en una fina línea diplomática, al tratar de apoyar a la oposición en Bielorrusia, pero sin provocar a Moscú. Es por eso que Michel no se demoró en aclarar tras la cumbre virtual que “las protestas no se tratan de geopolítica”, sino que de “una crisis nacional”.

“Las manifestaciones en Bielorrusia no son contra ningún país o entidad vecinal”, dijo, por su parte, la presidenta de la Comisión, Ursula Von de Leyen.

Las declaraciones tenían un claro destinatario: Rusia. “Casi siete años después del ‘Euromaidan’ en Ucrania, que condujo a una gran crisis con Rusia y la posterior anexión de Crimea y la ocupación del Donbas (parte este del país) por separatistas prorrusos, la UE parece tener mucho cuidado con Bielorrusia, una exrepública soviética que Moscú considera como su colchón natural”, escribió el portal de noticias europeas Euractiv.

La actual crisis ha gatillado la preocupación de los países de la zona. Letonia, Polonia y Lituania se han ofrecido como mediadores, algo que no ha tenido respuesta hasta ahora. Este último país prohibió la entrada de Lukashenko y de 31 funcionarios bielorrusos. Mientras, República Checa, a través de su canciller, Tomas Petricek, alertó de una posible intervención por parte de Moscú.

Pero haciendo caso omiso a las acciones de la UE y en lo que ha sido interpretado como una escalada de las tensiones, Lukashenko ordenó a la policía que aplaque las protestas en Minsk y en otras ciudades. La policía tomó control del principal teatro estatal en la capital, que se convirtió en un foco de protestas cuando su director fue despedido tras pronunciarse a favor de las manifestaciones. También el Ministerio del Interior ordenó el refuerzo de los controles fronterizos para evitar la afluencia de “combatientes y de armas”, mientras que encargó a los servicios de inteligencia del país que localicen a los organizadores de las manifestaciones. A ello se suma que el martes el gobernante amenazó con tomar medidas contra la oposición que exige poner en marcha un consejo coordinador para el traspaso pacífico del poder en el país. “Nos exigen ni más ni menos que cedamos el poder. Esto lo interpretamos de una sola forma: es un intento de tomar el poder, con todas sus consecuencias”, dijo Lukashenko.

El Kremlin, por su parte, estimó este miércoles que la crisis política de Bielorrusia es “un asunto interno” y condenó los “intentos de injerencia extranjera”. El centro de estudios R. Politik señaló que una intervención militar es improbable, ya que debería darse en un contexto de guerra civil. Eso sí, señalan que la intervención híbrida de parte de Moscú ya habría comenzado. La televisión local transmite después de cada programa un aviso en el que muestra paisajes de Bielorrusia, luego una foto de Tijanovskaia acompañada del texto: “No me gusta, quiero cambiarlo”. El analista Franak Viacorka denunció un cambio de discurso de parte de Lukashenko que ahora dice que la oposición es rusofóbica y nacionalista.

Además, desde la noche del martes que existen reportes de que el jefe de las fuerzas de seguridad rusa FSB, Alexander Bortnikov, aterrizó en el avión que siempre usa, un TU-214, en Minsk. En tanto, existen varios reportes de que “hombres verdes” u “hombres educados”, como se le conoce a los miembros del Ejército que fueron a Ucrania en la crisis de 2014, ya se encontrarían en Bielorrusia, algo que no ha sido confirmado.