A diferencia de los Presidente de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a los cuales Jair Bolsonaro les "retiró la invitación", Evo Morales fue el único representante de los mandatarios bolivarianos que participó en la investidura de su par brasileño el pasado 1 de enero. Menos de dos semanas después, Morales volvió a sorprender al extraditar al exterrorista de izquierda italiano Cesare Battisti, horas después de su arresto en Santa Cruz de la Sierrra. Battisti, quien hasta hace poco permanecía en Brasil como refugiado político gracias a un indulto de Lula, era una especie de trofeo político solicitado por Bolsonaro.
¿Cómo se explica este giro de Evo?, fue la pregunta que surgió de inmediato. Para el diario carioca O Globo, la respuesta estaría en el gas boliviano. Bajo el título "De la pose de Bolsonaro a la deportación de Battisti, Evo Morales lucha para no ser el próximo Maduro", el periódico asegura que el mandatario boliviano buscó con la extradición del fugitivo italiano lubricar su relación con su par brasileño de cara a las negociaciones para renovar el contrato para la exportación de gas natural a Petrobras, que vence a fin de año.
Para Paulo Afonso Velasco Júnior, analista de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, el hecho que Evo asistiera a la ceremonia de asunción de Bolsonaro -a quien, según O Globo, habría llamado "hermano", tratamiento que reservaba a Lula- "es una cuestión pragmática". "Se sabe muy bien que el contrato firmado con Bolivia tiene una duración de 20 años y termina justo a fines de 2019. Brasil es el cliente más importante que tiene Bolivia y no quiere perder esas ventas. Por eso necesitaba tener buenas relaciones con Brasil y creo que la posición de Bolivia al extraditar a Battisti tiene mucho que ver con eso", dijo el experto a La Tercera.
Morales apostó a la extradición de Battisti, pese a que la decisión "provocó conflictos y fragmentación interna dentro del propio Movimiento Al Socialismo (MAS)", según señala a este medio el politólogo Jorge Dulon. Incluso, Raúl García Linera, hermano del vicepresidente Álvaro García Linera, calificó la medida de Evo como "contrarrevolucionaria", "cobarde" y "reaccionaria".
A juicio de Dulon, "Evo Morales sabe que se encuentra casi aislado en el continente y que esta situación no le es favorable a la hora de querer desarrollar relaciones comerciales con países no alineados a su línea ideológica".
Pero la nueva y aparentemente contradictoria estrategia de Morales no puede ser entendida sólo teniendo en cuenta la cuestión del gas. "No es una señal solamente a Bolsonaro, para mí Evo se presenta como un político híbrido", comenta a La Tercera Marcelo Arequipa, cientista político. "Bolivia necesita asegurar el tema del negocio de gas con Brasil y también el control de su frontera aérea por el tema narcotráfico, apoyo para ingresar como miembro pleno al Mercosur y tender puentes para que el tren bioceánico al final pueda pasar por este país", argumenta.
La estrategia de Morales, a juicio de los analistas, también apuntaría a las elecciones presidenciales de octubre, donde busca una polémica tercera reelección. "Evidentemente el contexto internacional no es favorable a Evo y los populismos latinoamericanos", dice a este medio el analista Carlos Cordero. "(En la entrega de Battisti) se impuso el pragmatismo y la lógica electoral. Hay que reproducir el poder o en su defecto evitar el descalabro total", concluye.