Los asesores de campaña más cercanos del expresidente de EE.UU., Donald Trump, altos funcionarios del gobierno e incluso su familia refutaron sus afirmaciones falsas de fraude electoral la noche de los comicios de 2020, pero el mandatario derrotado parecía “distanciado de la realidad” y se aferraba a teorías extrañas a fin de mantenerse en el poder, declararon varias personas este lunes ante la comisión que investiga el asalto al Capitolio.

Con testimonios cautivadores, el panel está presentando paso a paso cómo Trump ignoró los datos de su propio equipo de campaña conforme un estado tras otro se decantaba por Joe Biden, y en lugar de ello se aferró a teorías de conspiración, procesos judiciales y sus propias declaraciones de victoria en lugar de tener que reconocer que había perdido.

La “gran mentira” de Trump de que se cometió un fraude electoral fue amplificándose y se transformó en órdenes en las que se convocó a sus simpatizantes a Washington y luego se les envió al Capitolio el 6 de enero de 2021 para bloquear la victoria de Biden.

“Se ha distanciado de la realidad si es que realmente cree estas cosas”, testificó el exsecretario de Justicia William Barr en su entrevista con la comisión.

Barr dijo que los alegatos de que se había cometido un fraude electoral eran “sandeces”, “falsos” y “tontos”, y luego renunció al puesto. “No quería formar parte de ello”, declaró.

Trump se niega a aceptar consejos y la derrota

La Comisión Selecta de la Cámara de Representantes que investiga los sucesos del 6 de enero pasó la audiencia matutina ahondando en los alegatos de Trump de que se cometió un fraude electoral y en las incontables formas en las que las personas a su alrededor intentaron convencer al presidente de que eran falsas y que simplemente había perdido los comicios.

Los testigos del lunes, en su mayoría republicanos y muchos de ellos dando su testimonio en videos pregrabados, describieron de forma franca y en ocasiones con lujo de detalle cómo Trump se negó a aceptar los consejos de sus allegados, incluyendo de sus familiares. Conforme la gente a su alrededor se dividió en un “equipo de gente normal” encabezado por su exgerente de campaña Bill Stepien y otros liderados por Rudy Giuliani, confidente de Trump, el mandatario eligió a este último.

Stepien dijo que la noche de las elecciones Trump estaba “cada vez más disgustado” y negándose a aceptar el sombrío panorama para su presidencia.

Su yerno Jared Kushner intentó alejar a Trump de Giuliani y sus descabelladas teorías de que se cometió un fraude electoral. El presidente no quiso hacerle caso.

El estira y aloja se intensificó en los días previos al 6 de enero. Richard Donoghue, exfuncionario del Departamento de Justicia, recordó haber desbaratado un alegato tras otro -desde un camión lleno de boletas en Pensilvania hasta un maletín lleno de votos que habría desaparecido- y decirle a Trump que “mucha de la información que usted está recibiendo es falsa”.

De todas formas, el mandatario continuó esgrimiendo sus afirmaciones falsas, incluso después de que docenas de casos judiciales no prosperaron.

El lunes, Trump calificó a las audiencias de “ridículas y traicioneras”, y repitió sus alegatos.

El expresidente, que sopesa postularse otra vez a la Casa Blanca, defendió el asalto al Capitolio, diciendo que, en él, los estadounidenses simplemente buscaban “que sus funcionarios electos rindieran cuentas”.

Nueve personas murieron en la insurrección y sus secuelas, incluyendo una simpatizante de Trump que fue baleada por la policía del Capitolio. Más de 800 personas han sido arrestadas, e integrantes de dos grupos extremistas han sido encausados por cargos de sedición por el papel que desempeñaron al encabezar el ataque contra la sede del Congreso.