El expresidente de Perú Pedro Castillo, que está siendo juzgado por presuntos delitos de rebelión y abuso de autoridad tras intentar un presunto golpe de Estado en diciembre de 2022, puso fin a su huelga de hambre tras ser hospitalizado por una “descompensación” y reingresado a un penal de Lima en el que cumple prisión preventiva.

Los últimos informes médicos, leídos durante una audiencia este viernes por una asistente judicial, revelan que el exmandatario peruano está en proceso de recuperación, está “estable” e ingiere una dieta blanda tras finalizar la huelga de hambre.

Castillo sufría una “gastritis crónica reagudizada”, “problemas relacionados con el encarcelamiento” y una “hipoacusia bilateral”, así como dolores lumbares. Según los informes divulgados por la funcionaria, fue tratado en 2012 por el síndrome de Merenier, una enfermedad que afecta al oído interno.

El también profesor y político izquierdista, hospitalizado en la víspera, se había declarado en huelga de hambre a principios de esta semana tras denunciar el politizado juicio oral” en su contra y asegurar que está siendo juzgado por unos hechos que “nunca” cometió.

El exmandatario se presentó sin abogado en la apertura de un juicio que ha estado marcado por sus constantes quejas e insultos. Castillo está siendo juzgado por los hechos acontecidos en diciembre de 2022, cuando trató sin éxito de disolver el Congreso, convocar elecciones y crear un gobierno de excepción para intentar sacar adelante las reformas prometidas durante la campaña electoral previa.

La Fiscalía de Perú pide para el exjefe de Estado una pena de 34 años de prisión, así como una inhabilitación de tres años y medio y el pago de casi 65.600 soles peruanos en concepto de reparación civil en favor del Estado. La detención de Castillo provocó una de las peores crisis recientes en el país con casi medio centenar de muertos por la represión de las fuerzas de seguridad en las protestas por su arresto.

Ese 7 de diciembre de 2022 iba a ser sometido a una moción de vacancia (destitución) bajo cargos de presunta corrupción.

Sin el respaldo del mando militar, finalmente fue cesado con votos de bancadas parlamentarias de izquierda y derecha, y detenido por la policía cuando se dirigía con su familia a la embajada de México en Lima. Su esposa y sus dos hijos viven desde entonces asilados en ese país.

“Nunca me levanté en armas”, ha invocado siempre Castillo, indicando que su pedido no se consumó porque los militares no acataron sus órdenes.