Aunque en Austria la deriva autoritaria lleva tiempo, este domingo dio un paso más con la victoria del FPÖ (Partido por la Libertad de Austria) en las elecciones legislativas. En las primeras proyecciones, la formación de extrema derecha se lleva el 28,9% de los votos, contra el 26,3% del conservador ÖVP (Partido Popular Austriaco).
Con 21% de los sufragios, en el tercer lugar quedó el SPÖ (Partido Socialdemócrata de Austria), y cierran las elecciones los liberales de NEOS (9%) y los verdes (8%). Con estos resultados, ni el Partido Comunista ni el Partido de la Cerveza entran al Parlamento.
Aún siendo la primera vez que la extrema derecha gana en Austria desde la Segunda Guerra Mundial, las posibilidades de que gobierne son mínimas, ya que el resto de los partidos formarán una coalición en el Parlamento para gobernar, en lo que se conoce como “cordón sanitario”. De todos modos, si los ultras avanzaron 12 puntos porcentuales, los conservadores restaron 11 puntos porcentuales comparados con la elección anterior.
Por primera vez en la historia de la Austria contemporánea, la extrema derecha llega a liderar las elecciones legislativas. El protagonista de esta victoria es Herbert Kickl, el líder del FPÖ, que en los últimos años ha conseguido “normalizar” a su partido dentro de la vida política austriaca. Exministro del Interior (2017-2019) y de 55 años, Kickl hizo campaña basándose en el miedo a los inmigrantes y en la ira ligada a la elevada inflación, todavía del 4,2% en el último año.
Bajo la influencia de este último, el FPÖ se convirtió en un partido profundamente nacionalista. Abiertamente antimigración, su líder Herbert Kickl se declara a favor de la “remigración” de los extranjeros “que piensan que no tienen que respetar nuestras reglas”: un concepto que viene de los movimientos más ultras y complotistas de la extrema derecha Europa.
“No veo en absoluto qué hay de malo en esa palabra”, dijo Kickl en su última reunión pública en Viena. En el Parlamento Europeo, el FPÖ comparte asiento con el Fidesz húngaro de Viktor Orban y la Agrupación Nacional francesa. Sin embargo, Marine Le Pen había descartado sentarse en Estrasburgo con el AfD alemán precisamente porque los responsables de este partido abogaban por la “remigración”.
Aún con un pasado nazi, habiendo sido fundado en los años 50 por exmiembros de las Schutzstaffel (SS) y otros veteranos nazis, la formación intenta mantener a distancia los simpatizantes neonazis. Eso, en contraste con la extrema derecha en Alemania y, sobre todo, en la ex Alemania del Este.
En todo caso, el FPÖ realizó una campaña contra los extranjeros en estas elecciones, prometiendo erigir una “fortaleza austriaca” para mantener alejados a los inmigrantes. Kickl les aseguró a los votantes que, si le daban la victoria, sería su Volkskanzler, o “canciller del pueblo”, un apodo que alguna vez utilizó Adolf Hitler.
Entre otras de sus posiciones más polémicas, el FPÖ es hostil a las sanciones contra Rusia. Durante la pandemia, Herbert Kickl también acusó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de “querer formar un hombre nuevo”. También denuncia la “locura del género y el culto al arcoíris”, refiriéndose al movimiento LGBT.
El partido gobernante, el ÖVP, se anota así un retroceso importante, con 11,2 puntos porcentuales menos que en las últimas elecciones legislativas. De todos modos, es probable que el canciller Karl Nehammer sea el encargado de liderar el nuevo gobierno en Viena.
Su victoria en las urnas no significa que Herbert Kickl, el líder del partido, será investido canciller de la República Federal: Con el 29% de los votos, este último debe encontrar otros socios para gobernar y los candidatos potenciales son muy pocos.
A diferencia de Alemania, donde su estatus sigue siendo estrictamente ceremonial, el presidente Alexander Van der Bellen, miembro del partido de los Verdes, puede negarle a Herbert Kickl el privilegio de formar gobierno, declarando que este último no tiene su “confianza”.
Además, el actual canciller Karl Nehammer, el único que podría formar una coalición condicional con el FPÖ, siente una fuerte animosidad hacia el personaje de Kickl. En nombre del respeto a un cordón sanitario cada vez más frágil, la aritmética y la lógica política podrían llevar al ÖVP de Nehammer a formar una gran coalición con el Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ), que registró el peor desempeño de su historia (21% de los votos).
Los programas económicos de ambos también son divergentes y debería ser necesaria la incorporación de una tercera fuerza liberal: así Austria tendría por primera vez una coalición tripartita.
Una victoria del FPÖ convertiría a Austria en el último país de la Unión Europea en registrar un creciente apoyo de la extrema derecha. A principios de este mes, el partido alemán antiinmigrante Alternativa para Alemania (AfD) registró fuertes avances en las elecciones regionales. Esto sigue a la victoria del año pasado de Geert Wilders, el agitador derechista holandés, en una elección nacional en los Países Bajos y al ascenso al poder de la neofascista italiana Giorgia Meloni en Italia.