Este domingo falleció la líder histórica de las Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, a los 93 años de edad. “Con mucho dolor informamos que hoy, a las 9.20, falleció Hebe de Bonafini. Agradecemos enormemente las demostraciones de amor, acompañamiento y preocupación que en estos días de internación en el Hospital Italiano de la ciudad de La Plata, como en toda su trayectoria militante, ha recibido mi madre”, señaló un comunicado de la familia de la activista.
La desaparición de sus hijos, durante los gobiernos militares en los años 70 fueron un punto de quiebre en su vida, que la llevó a la organización del grupo y a una comprometida militancia política a favor de los derechos humanos y la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia.
Una de las primeras reacciones a su muerte fue la de la vicepresidenta Cristina Fernández, que escribió en Twitter: “Queridísima Hebe, Madre de Plaza de Mayo, símbolo mundial de la lucha por los derechos humanos, orgullo de la Argentina. Dios te llamó el Día de la Soberanía Nacional… no debe ser casualidad. Simplemente gracias y hasta siempre”.
Por su parte, el Presidente Gabriel Boric dio sus condolencias a través de la misma red social. “Mi más sentido pésame al pueblo argentino y en especial a la familia de Hebe de Bonafini, fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Desde Chile la despedimos con profundo respeto y admiración por su lucha inquebrantable por la verdad, la memoria, la justicia y los derechos humanos”, escribió el Mandatario.
En 1977, Hebe María Pastor de Bonafini era un ama de casa con tres hijos que vivía en la ciudad de La Plata. En febrero de ese año, su hijo mayor, Jorge, fue secuestrado por la policía. De 26 años y militante del Partido Comunista Marxista Leninista, no se volvió a saber de Jorge, lo que llevó a Hebe a buscarlo por hospitales, comisarías e iglesias.
En ese proceso empezó a encontrarse con otras mujeres en su misma situación. “Esos encuentros fortuitos y casuales después pasaron a ser encuentros más formales, porque empezamos a buscar cuando salían en los diarios algún nombre, a buscar a esa persona, a esa familia que le faltaban los hijos, para empezar a ver qué hacer juntas”, contaría años después respecto del inicio de la organización. Ya en abril, se decidió ir a la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, para llevarle al entonces Presidente Jorge Rafael Videla una carta reclamando información sobre los hijos desaparecidos.
De ahí en adelante, las Madres de la Plaza de Mayo se juntaban a caminar alrededor del lugar todos los jueves, con un pañuelo blanco en la cabeza que terminó volviéndose un símbolo de su reclamo. En el mismo año, fue secuestrado su segundo hijo, Raúl, que también militaba en el partido de su hermano mayor. A pesar de eso, continuó protestando por los hijos suyos y los de las madres con las que se organizaba, y a partir de 1978, junto con el Mundial de Fútbol que se realizó en el país, la colectividad ganó renombre y apoyo internacional.
Ya vuelta la democracia en Argentina, hubo un cisma al interior de la asociación. Si en un principio el fin del grupo era sembrar consciencia sobre la desaparición de personas en la dictadura, en 1986 la colectividad se dividió entre la Asociación Madres de Plaza de Mayo, más cercanas a Bonafini, y Madres Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Según Bonafini, no solo se trataba ya de hallar los restos de los desaparecidos, sino también continuar con la lucha e ideales por los que sus hijos murieron. En entrevista a BBC Mundo, la líder explicitó su postura: “Si hay madres para las que es importante que les devuelvan un cuerpo y enterrarlo, allá ellas. No se los prohibimos. Pero el pañuelo blanco no va a ir nunca a un cementerio. Tiene que ver con la vida y no con la muerte”.
De ahí en adelante, Bonafini estaría siempre asociada a la izquierda argentina, llegando a ser una de las defensoras más importantes del kirchnerismo. Por esto mismo, se ha hecho imagen de figura controversial en el país, de frecuentes apariciones en la prensa y cercana a la hoy vicepresidenta Cristina Fernández. Frente a una protesta del sector agropecuario en 2008, Bonafini llegó a declarar: “La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene mucha democracia y mucha tolerancia, porque otro gobierno los hubiera desalojado a palos y a gases como merecían”.
Por su trabajo al frente de las Madres de la Plaza de Mayo, Bonafini recibió distinciones desde todas partes del mundo: en Berlín recibió el premio René Sand por su contribución a los DD.HH; en París, el premio “Educación por La Paz” de la Unesco, doctorados honoris causa en la Universidad de Bolonia y en la Universidad de California, e incluso por parte del Parlamento Europeo, que le otorgó el premio Sajarov “a la libertad de pensamiento”.
En ese sentido, siempre se mostró agradecida por el apoyo internacional que recibió su causa. “El mundo nos abrazó, nos tendió sus manos, nos dio sus casas, nos amparó, nos respetó. Se abrieron parlamentos, casas presidenciales, intendencias, escuelas, universidades, madres con problemas parecidos”, escribió Bonafini para el prólogo del libro El mundo es un pañuelo, que cuenta los viajes que realizaron las madres durante sus primeros 20 años.
Por otro lado, Bonafini fue protagonista en distintos procesos legales. Una de las polémicas que más ruido hizo tuvo que ver con una causa sobre desvíos de fondos públicos. La causa se abrió en 2011, seis años después de que las Madres de Plaza de Mayo recibieran dinero estatal para entregar 4757 casas a personas sin hogares. Cuando la llamaron a declarar al respecto, acusó al titular de la fundación de haberla traicionado y defraudado: “Se afanaron todo”, dijo en ese entonces.
Fue denunciada por “incitación a cometer delitos”, cuando llamó a protestantes en la Plaza de Mayo a quemar los campos de soja, y fue denunciada por discriminar a la comunidad evangélica, luego de que dijera que “los evangélicos te pudren la cabeza tanto como los macristas”.
Reconocida y controvertida, la activista por los derechos humanos había participado la semana pasada en un homenaje a ella y su colectivo, en la inauguración de una muestra de fotos en el Centro Cultural Kirchner. La exposición se llama “Hebe de Bonafini, una madre red/belada”.